'La primavera la sangre altera'. Ya lo dice el refrán y ahora podemos afirmar que este dicho popular no iba desencaminado. La ciencia nos puede ayudar a entender lo que nos ocurre con la llegada de la primavera y toda esa revolución emocional y biológica le da la razón, al menos eso parece. Para poder contrastar si esa revolución llega también al mundo del amor hablamos con varios psicólogos.
"Es difícil tener datos concluyentes sobre el índice de enamoramientos en las distintas estaciones. Aún así, en la psicología clínica tenemos acceso a los datos cuando hay dificultades en las relaciones de pareja o problemas sexuales tales como la falta de deseo, la disfunción erectil o la eyaculación precoz que suelen incrementarse en primavera y verano", señalan María Victoria Sánchez y Ángel Fernández, psicólogos en GrupoLaberinto Psicoterapia para la Salud. "No obstante podemos apuntar distintos factores biológicos y sociales que interactuan haciendo que se incrementen las relaciones sociales en la época primaveral", añaden.
Debido al aumento de horas de luz solar y a la subida de las temperaturas se produce una doble consecuencia según el criterio de estos expertos: "por un lado aumenta la producción de ciertas hormonas y neurotransmisores como la testosterona, la melotonina o la serotonina, un hecho que favorece el despertar de los sentidos a la vez que predispone a la búsqueda de contacto social, incluyendo el sexual". "El cuerpo es más sensible a los estímulos ambientales y a las sensaciones placenteras", señalan. "Por otro lado, al mejorar el clima aumenta el tiempo de ocio fuera de casa, lo que provoca el aumento a su vez de las interacciones sociales y, por tanto, la posibilidad de encontrar pareja", sentencian.
En esta misma línea, Ignacio Abad, psicólogo psicoterapeuta del Instituto Europeo de Psicoterapias de Tiempo Limitado secunda la idea de que una mayor intensidad de luz diurna aumenta la producción de hormonas como la dopamina que está directamente relacionada con el impulso hacia la acción y las experiencias placenteras y como la serotonina que tiene que ver con un estado de ánimo positivo", explica. "Todo esto unido al aumento de las temperaturas predisponen a las personas no sólo a realizar actividades al aire libre, que también, sino a llevarlas a cabo con ropa más ligera", añade. Un hecho que podría parecer anecdótico si no fuera porque en opinión del psicoterapeuta "al dejar al descubierto más piel también se contribuye a dejar oler más piel, un hecho que como mamíferos que somos nos permite extraer sin darnos cuenta mucha una valiosa información como la compatibilidad genética o la disposición sexual del candidato en cuestión". Es decir, por el olfato nos podemos sentir más atraídos por una persona o que esta nos genere rechazo, pero en esta estación y gracias al hecho que explica el psicólogo lo haremos de una forma más rápida.
La piel y el olfato, al mando
Es este sentido, el olfato juega un papel más importante de lo que pensamos en esto del enamoramiento. "Éste podrá desencadenar otros procesos como los relacionados con el coqueteo, que a veces se produce sin que nos demos cuenta", explica y señala "nosotros atribuiremos la atracción hacia esa persona porque nos guste su personalidad o sus ojos sin haber advertido que mucho antes de poder justificar el por qué de nuestra atracción por alguien nuestros mecanismos emocionales e inconscientes ya habían tomado antes una decisión: esta persona puede darme descendencia fuerte y saludable".
Y en todo esto del amor hay que tener en cuenta también el fenómeno de la astenia primaveral, que tiene que ver con una mala adaptación a los nuevos horarios y suelen sufrirla más los niños y ancianos. "No sé si será casualidad pero ambos son los que tienen menos probabilidades biológicas de procrear y la astemia además funciona en paralero a la cuestión feliz hacia el enamoramiento", afirma.
¿Y este amor primaveral será más largo que un amor de verano?, Ignacio Abad no se atreve a dar por cierta tal afirmación. Puede ser que sí o puede ser que no, eso depende de cada pareja.