Aunque las medidas restrictivas y el avance en la vacunación están haciendo descender los contagios y, por lo tanto, los casos graves y las hospitalizaciones por coronavirus, los sistemas de salud se enfrentan a los casos de COVID persistente. Y es que hay un alto porcentaje de pacientes que sufren aún muchos de los síntomas del covid19, meses después de haber contraído el virus. Ahora, las vacunas parecen traer esperanza a estas personas.
Los síntomas del COVID persistente van desde los más leves (cansancio, malestar, pérdida del olfato o el gusto o dolores de cabeza) a algunos casos más graves que llegan a ser incapacitantes (dolores de las articulaciones, de las cervicales, tos persistente, problemas respiratorios...) Se sabe muy poco acerca de la enfermedad o sobre las causas o factores que hacen que los síntomas persistan en el tiempo y, hasta el día de hoy, no hay tratamiento.
Pero la vacunación contra el covid19 ha traído algo de esperanza a todas las personas que sufren este COVID persistente ya que se ha detectado que, además de servir para inmunizar contra el contagio, parece que remite los síntomas de estos pacientes. Algunas personas que lo sufrían han comenzado a mejorar de sus síntomas y dolencias justo después de recibir la vacuna. Los primeros casos llegaron de Estados Unidos y Reino Unido, países con un programa de vacunación más avanzado, pero en España se están dando ya los primeros casos. Se está comprobando que muchas personas mejoran su calidad de vida, sobre todo, tras la segunda dosis.
De momento hay muy pocos casos y son todos muy recientes, por lo que es muy difícil sacar conclusiones, pero parece que el fenómeno se está confirmando en distintos países y en grupos de población similar (sobre todo mujeres jóvenes, las que más sufren COVID persistente).
De momento solo hay un estudio, todavía preliminar, que ha abordado el tema. Se trata de un trabajo de la Universidad de Bristol, que siguió la evolución de unas decenas de pacientes con COVID persistente, antes y después de la vacunación. El estudio confirmó que la vacunación era segura para estos pacientes y que aumentaba su inmunización y refleja que es más probable que mejoren sus síntomas a que empeoren después de la vacuna, aunque en la mayoría de los casos no había diferencia con el grupo de control.
Y es que no todas las personas vacunadas mejoran sus síntomas de COVID persistente y los científicos se están preguntando el porqué. Hay varias hipótesis fisiopatológicas que podrían explicar el COVID persistente y, por lo tanto, ayudar a entender por qué las vacunas pueden mitigarlo: el acantonamiento viral (que el virus permanezca escondido en ciertas partes del organismo), la creación de autoanticuerpos (el virus confunde a nuestro cuerpo que crea anticuerpos que nos atacan a nosotros mismos) y una alteración del sistema inmunitario provocada por la infección.
Muchos investigadores han apuntado a la hipótesis de los autoanticuerpos en diferentes estudios sobre el covid19. Esos ensayos demostraron que los autoanticuerpos creados por el coronavirus regresan a niveles indetectables en muestras de sangre posteriores a pasar la enfermedad. Pero en algunos casos, los autoanticuerpos permanecen en niveles altos incluso transcurridos meses después de la infección. Algunos de estos pacientes finalmente desarrollan COVID persistente.
Si esta hipótesis se confirma se entendería que la vacuna contra el coronavirus ayudara a mitigar los síntomas del COVID persistente, ya que introduce más anticuerpos virales específicos e inhibiría la producción de autoanticuerpos.