Mientras que algunos minimizan la importancia de la crisis ecológica porque ven estas desgracias como algo alejado de su día a día, en el polo opuesto nos encontramos a aquellas personas que están experimentando un duelo ecológico. En otras palabras, tristeza, angustia, ansiedad y desesperanza ante el futuro de nuestro planeta. Paula es una de ellas y hoy, por el Día Internacional contra el Cambio Climático, de la mano de su testimonio comprenderemos mejor este problema que cada vez afecta a más personas.
"Nunca me había interesado el medioambiente hasta que hace un año acompañé a un amigo a una charla sobre el cambio climático. Me cambió la mentalidad totalmente. Salí de allí con una mezcla de enfado, tristeza y ganas de cambiar las cosas.
Empecé a leer sobre ecologismo y poco a poco fui aportando mi granito de arena. Reciclar, utilizar bolsas de tela, comprar en tiendas de productos a granel, reducir el consumo de carne, utilizar ropa sostenible, evitar los plásticos de un solo uso… Vamos, que cambié mi forma de vida.
Al principio es complicado porque cuando llevas toda la vida haciendo y viendo a tu entorno hacer las cosas de una manera, se te hace bola. Muchas veces iba al cine y automáticamente cogía una pajita. También tuve que probar unas cinco copas menstruales hasta encontrar la idea. Y lo que más me costó fue dejar las cápsulas de café. Pero al final me acostumbré.
Pasaron los meses y me di cuenta de que mi cambio de vida era muy bonito y loable, pero no servía de nada si la gente seguía actuando igual. Intenté que mi familia y mis amigos más cercanos tomasen conciencia sobre la crisis ecológica, pero muy pocos me hacían caso.
Ahora estoy en una especie de crisis en la que veo todo negro. Me he dado cuenta de que si la sociedad no hace nada y los gobiernos no proponen medidas ecológicas, el cambio climático es inevitable. He perdido la esperanza, porque los políticos no se ponen las pilas, y cuando un partido hace algo, otro por simple rivalidad se queja. ¿No pueden mirar más allá de sus ombligos?
He llegado a tener una crisis de ansiedad por este tema, y sé que para muchos es una bobada, pero para mí el futuro del planeta es de todo menos tonto".
Crisis de ansiedad, sensación de indefensión, tristeza excesiva que roza la depresión o problemas de concentración. Los efectos psicológicos del cambio climático son una realidad. Algunos profesionales incluso se han atrevido a comparar el duelo ecológico con un subtipo de estrés postraumático, sólo que en este caso la tragedia no ha llegado todavía, sino que va acercándose poco a poco, dejándose notar cada vez más.
Esta sensación de angustia es especialmente notable en aquellos colectivos concienciados con la crisis ecológica, como por ejemplo biólogos, geólogos, ambientólogos o ingenieros forestales. Sin embargo, no hace falta tener un grado universitario para sufrir los estragos del duelo ecológico. La propia Greta Thunberg admitió haber padecido depresión cuando fue consciente de las implicaciones del cambio climático.
El gran reto es entender que el duelo ecológico no es un tipo de trastorno depresivo, ansioso o de estrés postraumático. Se trata de una problemática totalmente novedosa y desconocida y, por lo tanto, la forma de abordarlo también es una incógnita. Lo que sí está claro es que es necesario poner sobre la mesa el cambio climático no sólo por sus efectos en el planeta, sino en los seres humanos de manera individual.
Tal vez es necesario aprender a lidiar con la incertidumbre que produce saber que no está únicamente en nuestras manos salvar el planeta, sino en las de toda la sociedad, especialmente en las esferas más poderosas. Lo único que podemos hacer es normalizar nuestras emociones y hablar sobre la tristeza, la ansiedad y el miedo sin vergüenza. El duelo ecológico es más normal de lo que pensamos, y para entenderlo debemos apoyarnos entre todos.