Estados Unidos ha superado la barrera de los 100.000 fallecidos a causa del coronavirus, según el último balance ofrecido por la Universidad Johns Hopkins. Lo peor sigue estando en Nueva York, epicentro de la pandemia en aquel país.
La cifra, de 100.047, se ha alcanzado pocos días después de que se hayan cumplido cuatro meses desde que se diagnosticó el primer caso de la COVID-19 en Estados Unidos, en concreto en el estado de Washington.
En cuanto al número de casos registrados, Estados Unidos está cerca de alcanzar los 1,7 millones de positivos, siendo así con creces el país más afectado por la pandemia.
Aunque algunas áreas metropolitanas de Estados Unidos continúan con tasas de contagio relativamente altas, el presidente, Donald Trump, ha estado presionando desde un primer momento para que la actividad económica no parase.
El epicentro de la pandemia es el estado de Nueva York, donde se han registrado casi 370.000 casos y más de 29.300 muertes.
El coronavirus se ha llevado casi el triple de vidas que la gripe en todo un año. Joe Biden, opositor de Trump, asegura que si se hubiera actuado una semana antes “se habrían salvado 36.000 de esas vidas”.
La crisis no ha rebajado la tensión política tampoco en Reino Unido, donde ha escandalizado la reacción del ministro de sanidad durante una intervención en TV. Con casi 40.000 muertos en el país, le daba la risa cuando le preguntaban por el escándalo del asesor que se saltó la cuarentena.
El epicentro de la pandemia se desplaza hacia América central y del sur. Brasil no frena el ritmo de contagios, en Perú y en Chile hasta ahora referencia en la región también se disparan. Acapulco, en México, se han quedado sin camas en los hospitales.
La desescalada avanza en Italia. La región de Venecia quiere abrir cines y discotecas para el 15 junio.
Sin embargo, otra vez marcha atrás en Corea del sur. 80 nuevos casos en la capital han obligado a reforzar las medidas de prevención.