El número de personas que fallecen a causa de las enfermedades cardiovasculares (ECV) aumenta de forma progresiva en el mundo y los enfermos se han duplicado en 30 años, según un artículo dirigido por el español Valentín Fuster que publica este miércoles el 'Journal of the American College of Cardiology'.
Tal y como informa en una nota de prensa el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), este estudio ha utilizado todas las fuentes de datos disponibles sobre la incidencia, la prevalencia, la letalidad, la mortalidad y los riesgos para la salud de la población de 204 países y territorios en los últimos 30 años.
Los datos reflejan "una necesidad urgente de que todos los países establezcan programas de salud pública destinados a reducir el riesgo cardiovascular basados en la modificación de las conductas individuales".
Las enfermedades cardiovasculares (ECV), en particular la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares, son la principal causa de muerte en todo el mundo y contribuyen a la discapacidad y a un aumento de los costes en la atención médica.
Los hallazgos muestran que los casos de enfermedades cardiovasculares casi se duplicaron, pasando de 271 millones en 1990 a 523 millones en 2019, mientras que el número de muertes por ECV aumentó de forma progresiva, de 12,1 millones en 1990 a 18,6 millones en 2019.
En 2019, la mayoría de los casos de muertes por enfermedades cardiovasculares se produjeron a causa de la cardiopatía isquémica y accidente cerebrovascular.
Según el estudio, las enfermedades cardiovasculares fueron la causa de 9,6 millones de muertes entre hombres y 8,9 mujeres, alrededor de un tercio de todas las muertes a nivel mundial. Más de 6 millones se produjeron en personas de entre 30 y 70 años. China, seguida de India, Rusia, EE. UU. e Indonesia, encabezan esta lista.
Por países, las tasas de mortalidad estandarizadas por edad para las ECV totales fueron más bajas en Francia, Perú y Japón, seis veces menores en 2019 que en 1990.
“Existe una necesidad imperiosa de centrarse en la implementación de las políticas de salud e intervenciones existentes si el mundo quiere cumplir las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 y lograr, al menos, una reducción del 30 % de la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles para 2030 ”, señala el doctor Fuster al respecto.
Y explica además que, frente a una pandemia viral global, se deben enfatizar más los compromisos globales para reducir el sufrimiento y la muerte prematura por las ECV.
En este sentido, alerta de que existen altas tasas de exceso de mortalidad en medio de la pandemia y, según el documento, gran parte de esta nueva carga de enfermedad puede ser a causa de la patología cardiovascular.
Principalmente señala dos motivos, a falta de que se investigue más al respecto: los efectos de la infección por covid y los cambios en la atención médica y comportamientos debidos a los esfuerzos de mitigación de la pandemia.
El estudio pronostica que es probable que los casos de ECV totales aumenten sustancialmente como resultado del crecimiento y el envejecimiento de la población, especialmente en el norte de África y algunas zonas de Asia, América Latina y el Caribe, donde se prevé que la proporción de personas mayores se duplique entre 2019 y 2050.
Por ello, el estudio pide una mayor atención para promover una salud cardiovascular ideal y un envejecimiento saludable a lo largo de la vida así como estrategias viables y asequibles para la prevención y el control de las enfermedades cardiovasculares y para monitorizar los resultados.
El responsable del artículo, Valentín Fuster, es director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y director del Mount Sinai Heart y director Médico del Hospital Mount Sinai de Nueva York. EFE