El doctor Lorenzo Armenteros, médico de familia en el centro de salud Islas Canarias de Lugo y miembro del grupo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), ha advertido de que durante la pandemia se han incrementado los casos de duelo patológico ante las muertes "inesperadas" que ha producido la COVID-19.
"Han aumentado los casos de duelo patológico como consecuencia de situaciones inesperadas de muertes por COVID-19, y en las condiciones que se han producido de soledad, aislamiento, ausencia de despedida y otros muchos factores estresantes y dramáticos que los rodean. Al hecho de la muerte de un ser querido se han unido situaciones vitales complejas, laborales, familiares e incluso del padecimiento de la propia enfermedad, lo que contribuye, no solo al aumento de casos sino además a su complejidad", ha detallado.
Las situaciones de duelo, ya sean por la pérdida de un ser querido o por otras ausencias vitales, como la pérdida del empleo o discapacidad derivada de una enfermedad tienen ahora "un mayor caldo de cultivo", tal y como expresa el profesor Miquel Roca, Catedrático de Psiquiatría en la Universidad de las Islas Baleares.
"Han fallecido y fallecen muchas personas en situación de soledad durante la pandemia y existirán ahora importantes pérdidas de otras características. Personas que ante una situación económica como la que vivimos perderán su empleo, su casa... Este impacto económico de la pandemia es el que se avecina o de hecho ya está llegando, de manera paralela a nuevos contagios y a muertes por el virus", ha añadido al respecto.
El duelo es un proceso adaptativo normal ante una pérdida, y supone uno de los acontecimientos más estresantes que debe afrontar el ser humano. En 2019 murieron en España 417.625 personas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Como explica Armenteros, "por cada fallecimiento se suele afectar una media de 10 personas, y se considera que entre el 10 y el 12 por ciento de los afectados sufrirá un duelo que puede afectar a su salud física y mental, lo que significa un elevado número de personan que podrían necesitar ayuda".
"Un duelo es una reacción emocional muy frecuente ante una situación de pérdida. Acostumbra a provocar tristeza, insomnio, irritabilidad, falta de aceptación de la pérdida, reiteración en recuerdos, pensamientos repetidos y focalizados en la situación desencadenante, etc. Por regla general son síntomas oscilantes, desencadenados ante situaciones o estímulos que remiten a la pérdida. Estas emociones, a diferencia de los síntomas de una depresión, son menos persistentes e invasivas y en ocasiones se alivian o reducen cuando la persona afectada está acompañada, bien sea por familiares o amigos", agrega Roca.
El duelo puede aumentar, además, el riesgo de enfermedades psicosomáticas, cardiovasculares, ansiedad, depresión y suicidio en el primer año tras la pérdida. La duración del duelo es muy variable, dependiendo de cada persona y situación. Según los estudios más recientes, parece haber consenso en la idea de que después de una pérdida importante, el proceso de recuperación comienza a lo largo del segundo año tras la pérdida.
Pero no hay un duelo igual a otro, sino tantos como afectados por esta situación. "Hablamos de 'duelo patológico', 'duelo complicado' o 'duelo no resuelto' cuando los síntomas persisten durante un periodo prolongado de tiempo, no proporcional a la pérdida ocurrida. Si esta sintomatología cambia y se inician síntomas más propios de un trastorno afectivo, entonces deberemos establecer un diagnóstico de depresión, un cuadro que precisa ya un abordaje terapéutico cuanto más precoz mejor", explica Roca.
También se considera que existe un duelo patológico cuando hay ausencia de duelo o retraso en su aparición. Las personas que tienen un mayor riesgo de sufrir un duelo patológico son aquellas que experimentan una pérdida repentina o en circunstancias catastróficas, las que están aisladas socialmente, las que se sienten responsables de la muerte y aquellas personas que mantenían una relación de intensa ambivalencia o dependencia del fallecido.
La última clasificación de enfermedades de la Asociación Americana de Psiquiatría, el DSM-5, establece un cambio de criterio respecto a la relación entre duelo y depresión. Así, "aun reconociendo que se trata de dos entidades distintas, se acepta claramente que pueden coexistir y que, de hecho, un duelo complicado o no resuelto puede ser el desencadenante de un cuadro depresivo, un factor precipitante, de manera especial en personas con antecedentes personales de depresión", apunta Roca.
Por tanto, resulta fundamental conocer si existen antecedentes personales de cuadros afectivos. En opinión del Catedrático de Psiquiatría de la Universidad de las Islas Baleares, "personas con episodios depresivos anteriores, e incluso con determinados rasgos de personalidad, son más vulnerables a que una situación de pérdida pueda desencadenar un primer episodio o un episodio recurrente de una depresión anterior".