Cuando un corazón se parte, pueden pasar meses hasta que todas las piezas se vuelven a unir. Al fin y al cabo, una ruptura tiene todas las características de un estresor: es impredecible, es incontrolable y afecta a un área importante de nuestra vida.
Por muy mal que vaya la relación, cuando una de las partes decide poner punto final, la otra puede vivenciar este suceso como algo inesperado. “No lo vi venir”, dirá, aunque en el fondo llevase semanas esperando que esto sucediese.
Por otro lado, no podemos hacer nada para evitar una ruptura cuando la otra persona lo tiene claro. Las falsas promesas o aferrarte al pasado no servirán para que tu expareja cambie de idea. Asumir que no podemos controlar lo que él o ella quiere y piensa es el primer paso para superar la ruptura.
En último lugar, la afectividad es una necesidad innata. Desde que somos pequeños, los vínculos de apego nos mantienen con vida. Pero no solo es algo fisiológico. El amor en cualquiera de sus formas nos hace crecer como personas y afrontar el estrés.
Durante la infancia, son nuestros familiares y amigos los que satisfacen esta necesidad, pero a medida que crecemos comenzamos a explorar el amor romántico y sexual gracias tanto a los ligues esporádicos como a las relaciones más serias. Incluso algunos psicólogos como Erik Erikson se han aventurado a afirmar que a partir de los 20 años, nuestro vínculo más importante es con la pareja.
La gran mayoría de personas que viven una ruptura, experimentan un duelo psicológico. Se trata de un proceso que nos permite canalizar el sufrimiento, aceptar lo sucedido y aprender a vivir sin esa persona.
El duelo no es algo exclusivo de las rupturas, sino que se produce ante cualquier pérdida importante. Por ejemplo, al fallecer un ser querido, al perder a un buen amigo o incluso al acabar la universidad o ser despedidos de un trabajo.
Elisabeth Kübler Ross, psiquiatra especializada en el duelo, definió cinco fases: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Sin embargo, cada persona atraviesa esta experiencia de forma única.
Lo que sí está claro es que el duelo nos permite validar las emociones. Teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad intolerante hacia la tristeza y el malestar, durante un periodo de tiempo tenemos carta blanca para sentirnos mal. Después llegan los reproches. “Ya tendrías que haberlo superado”, te dirán. Sin embargo, no todos superamos el duelo con la misma rapidez y eso no nos hace débiles ni peores.
Noelia, residente de medicina de 26 años, ha compartido con Yasss lo que está sintiendo tras su ruptura. “No es fácil”, afirma, ya que para ella la relación funcionaba perfectamente. Como una jarra de agua fría, la noticia ha trastocado sus planes, sus rutinas y su salud mental.
“La semana antes de dejarlo estábamos hablando de ir de vacaciones en verano a ver a sus abuelos. No entiendo como de un día para otro alguien puede cambiar así de opinión”, reflexiona. A la una de la mañana y vía WhatsApp, Noelia recibió la noticia. “Me dijo que ya no estaba igual y que lo sentía muchísimo, pero que seguir juntos era engañarse a él mismo y a mí”. Al día siguiente la joven trabajaba, pero no pudo pegar ojo.
Intentó hablar con su expareja, pero él no contestó a sus mensajes. “Para mí ha sido muy brusco y feo todo. Nunca nos hemos faltado al respeto. Jamás ha habido terceras personas. No entiendo por qué ni siquiera me ha querido escuchar”.
“Se lo conté a mis amigas y a mi familia y no se lo creían. Yo en ese momento sólo quería morirme, por muy dramático que suene. Sentía impotencia y una tristeza que juro que nunca he vivido”, confiesa. “A lo mejor mucha gente piensa que es una exageración, pero no lo he pasado tan mal ni cuando ha fallecido algún familiar”.
Ahora han pasado tres semanas y la ruptura está pasando factura a Noelia. “Entre que trabajo mucho, duermo poco y no tengo ganas de comer, parezco muerta en vida. Una amiga que es psicóloga en el hospital me ha dicho que si sigo así de mal vaya a terapia. Ha llegado un punto en el que pienso que estoy deprimida”.
El primer paso es diferenciar un duelo amoroso de una reacción psicológica más seria.
Tienes que tener en cuenta que tras una ruptura, es normal estar mal. Durante las primeras semanas el sufrimiento será muy intenso y son habituales las siguientes emociones:
Como ves, son síntomas muy similares a los de la depresión, pero en este caso estamos ante una respuesta normal a una situación estresante, que es la ruptura.
A medida que pase el tiempo, la tristeza puede transformarse en otras emociones: ira, odio, remordimientos, culpabilidad, confusión, ansiedad, soledad, nostalgia, decepción o asco. No durarán eternamente, porque pronto habrá cabida para el alivio, la serenidad y la aceptación.
Sin embargo, hay algunos casos en los que el duelo amoroso puede desembocar en algo más serio como una depresión. Algunas señales para pedir ayuda profesional son: