Un 25 % de la población está en riesgo de sufrir un ictus a lo largo de su vida. En el Día Mundial del Ictus, los neurólogos buscan concienciar sobre la importancia de su prevención y de "actuar con rapidez, porque es "crucial" para evitar las secuelas. Así lo asegura la doctora Mirtha O'Valle, especialista y directora del hospital Vithas Neuro RHB
El ictus es la primera causa de mortalidad en España en mujeres, según datos de la SEN (Sociedad Española de Neurología), y también la primera causa de discapacidad adquirida entre la población adulta.
La neuróloga Mirtha O'Valle recuerda que un ictus puede provocar graves "alteraciones físicas, pérdidas del equilibrio, de la visión, pero también los síntomas más desconocidos y también los más importantes problemas de atención, de memoria, neuropsicológicos, conductuales". "Son problemas más invisibles, pero que seguramente van a condicionar la vida posteriormente".
Los médicos, además alertan de reconocer los síntomas de un ictus puede evitar las secuelas de un accidente cerebrovascular e incluso la muerte.
Los síntomas propios de un ictus pueden ser pérdida de fuerza o sensibilidad de alguna extremidad o de las dos de un mismo lado del cuerpo, dificultad para hablar o para entender lo que nos dicen, boca torcida y alteración importante de la marcha. Lo más importante es que ante estos síntomas es actuar con rapidez, porque la detección precoz es fundamental para evitar secuelas graves e incluso la muerte.
El diagnóstico se confirmará a través de un TAC, técnica de neuroimagen que diferencia el tipo de ictus sufrido, ictus isquémico (el más frecuente) o ictus hemorrágico, y que determinará el tipo de tratamiento según cada paciente y su situación.
En los últimos años han supuesto un gran avance en el tratamiento del ictus isquémico o 'trombo' que se basan en recuperar con urgencia el flujo normal de sangre en la arteria cerebral afectada y evitar así secuelas graves.
Los especialistas subrayan la importancia de desarrollar hábitos saludables de alimentación que ayuden a minimizar los factores de riesgo en el desarrollo de enfermedad. Con la alimentación juega un papel clave" es necesario tener una dieta rica en frutas y verduras, baja en sal, grasas y alimentos ultraprocesados es protectora frente a la enfermedad cardiovascular. Todo ello, además, deber ir acompañada del ejercicio físico aeróbico diario.
Evitar los hábitos perjudiciales como el tabaco o el consumo frecuente de alcohol.