Lenta pero constante, la campaña de vacunación contra el covid19 sigue su curso en nuestro país. Aunque la paralización temporal de la vacuna de AstraZeneca va a retrasar un poco más el proceso, ayer ya había en España 5,7 millones de personas vacunadas (1,7 millones que ya han recibido el ciclo completo de inmunización). Pero todas estas personas, aunque hayan recibido la vacuna, todavía deben mantener las mismas medidas de seguridad que nos obliga la crisis sanitaria: distancia social, higiene de manos y mascarilla obligatoria.
Aunque en países como Estados Unidos ya se están modificando leyes para permitir que las personas vacunadas no tengan que seguir utilizando la mascarilla como medida de protección, en nuestro país la ley es muy clara: el uso de mascarilla en lugares públicos, abiertos o cerrados, es de obligado cumplimiento, se esté o no vacunado. Pero es que, además de la obligación legal, hay razones epidemiológicas que apoyan esta práctica.
La primera gran razón es una cuestión de tiempo. Ninguna vacuna es efectiva al instante de haberla administrado. El sistema inmunológico tarda aproximadamente dos semanas en producir anticuerpos que bloquean las infecciones virales. Además, en el caso de las vacunas que se están administrando actualmente contra el covid19, estas requieren de dos dosis para alcanzar su efectividad máxima. Las dosis de Pfizer se administran con tres semanas de diferencia, las de Moderna, con cuatro semanas. Esto quiere decir que la vacuna no conseguirá una protección completa, en el mejor de los casos, hasta cinco, seis o incluso siete semanas después de la primera dosis.
Pero, además del sentido común que nos obliga a esperar un tiempo prudente para estar seguros de que la vacuna ha hecho efecto, hay una razón que no se cansan de repetir los epidemiólogos estos días. El uso de mascarilla entre las personas vacunadas es necesario porque aun no tenemos evidencias incontestables que nos aseguren que un vacunado no puede transmitir el virus. Lo que es seguro es que las vacunas han demostrado una altísima efectividad anulando la enfermedad, es decir, las complicaciones para la salud derivadas de la infección. Pero hay dudas de si tienen la misma efectividad contra el contagio.
Y es que esto es bastante común. Muchas otras vacunas que conocemos y utilizamos desde hace tiempo, como la de la gripe, evitan que las personas enfermen pero no que se infecten o transmitan el virus a otras personas.
Aunque los últimos estudios con las vacunas contra el covid19 están empezando a dejar claro que los compuestos también son eficaces contra la infección, es mejor curarse en salud, nunca mejor dicho. De momento lo más aconsejable es mantener las medidas sanitarias de seguridad aunque se esté vacunado. Y es que puede que tus amigos, compañeros de trabajo o familiares no lo estén aun, y puedan seguir contagiándose.
El uso de la mascarilla va a acompañarnos en los próximos años y, seguramente, se convierta en un hábito que muchas personas, en muchas situaciones, sigan manteniendo. Primero porque a la pandemia del covid19 le quedan muchos años entre nosotros. Es cierto que cuando la mayoría de la población de los países esté vacunada la enfermedad estará controlada, pero se volverá persistente y, probablemente, requerirá que nos vacunemos contra ella todos los años. Y para alcanzar esa soñada inmunidad de rebaño todavía quedan muchos meses por delante.
Pero el uso de la mascarilla, sobre todo en espacios públicos muy concurridos, nos ha enseñado que tiene múltiples beneficios, no solo paran o contraer el covid19 sino para no contraer cualquier otra infección de las vías respiratorias. Nuestro primer invierno con mascarillas ha estado a punto de erradicar la gripe de nuestro país. Los casos notificados este año han sido testimoniales. Esto demuestra la efectividad de esta medida de protección.
Otro beneficio del uso habitual de la mascarilla lo conocen las personas con enfermedades que comprometen su sistema inmunitario, como las personas que sufren algún tipo de cáncer. Estas personas están menos protegidas contra las neumonías que pueden provocar el covid19, pero también una gripe u otra enfermedad respiratoria. Por lo que el uso de las mascarillas en lugares públicos sigue siendo una buena práctica para proteger su salud.
Lo que es seguro es que llegará un momento en el que podremos librarnos de las mascarillas en muchas ocasiones, pero en otras seguirá siendo un buen complemento para llevar siempre con nosotros.