Tras pasar unos días muy duros al inicio de la pandemia del COVID-19, empezamos a ver la salida del túnel ahora, cuando la mayoría de nuestros pacientes de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que hace una semanas estaban en un estado de extrema gravedad, están saliendo adelante. Es muy gratificante".
El sonido de la monitorización, de los respiradores, las alarmas y el silencio que requieren los pacientes ingresados en la UCI del Hospital San Pedro de Logroño conviven con los equipos de protección individual (EPIs) que llevan los sanitarios, quienes rechazan ser "héroes" porque solo hacen su trabajo, "muy vocacional", han explicado a Efe durante una visita a esta unidad.
El adjunto de Medicina Intensiva en la UCI logroñesa, Adolfo Calvo, insiste en que "la situación actual no tiene nada que ver con las imágenes de las primeras semanas. Los pacientes ahora se están recuperando y la mayoría están saliendo adelante".
Sin embargo, son conscientes de que "la COVID-19 no va a desaparecer, se va a quedar con nosotros", según el director de Asistencia Especializada del Hospital San Pedro, Javier Pinilla, por lo que este centro ya trabaja en duplicar, de forma permanente, sus plazas iniciales de UCI para "estar preparados ante el futuro" y posibles nuevas oleadas del virus.
El trabajo de los sanitarios de la única UCI del sistema sanitario público de La Rioja durante esta crisis sanitaria es "arduo, difícil, duro, sacrificado, doloroso y lleno de esperanza porque poder sacar a un paciente es algo maravilloso", asegura el coordinador de la Unidad de Críticos del San Pedro, el médico intensivista desde 2001 Fernando Martínez Soba.
Recuerda a "todos los pacientes que no pudimos sacar de las garras de ese virus, pero también a aquellos que hemos sacado y los que seguiremos sacando" porque "la UCI es ahora lo que ha sido siempre: la lucha por sacar adelante al mayor número de pacientes críticos todos los días".
"Las UCIs -ha defendido- no han cambiado. Ahora son más conocidas como la punta de lanza en esta batalla frente al virus. Los que hemos cambiado somos el personal que trabajamos en estas unidades, donde ha prevalecido y prevalece la esperanza de sacar adelante a los pacientes y mantenerlos vivos".
Para él, "las cosas van bien, pero esto no ha acabado. Esto es el final del principio" y "prevalecen las ganas de seguir luchando por los pacientes y por la vida".
Pinilla fue uno de los pioneros en La Rioja en la lucha contra la pandemia del VIH, en los años 1984 y 1985, y ahora vive esta otra del coronavirus como un nuevo reto, que requiere una dedicación plena y exclusiva, que no le produce miedo, pero sí preocupación ante el riesgo de contagioso, sobre todo de sus familiares.
"Pero siempre nos puede la vocación profesional, sabes que estás arriesgándote, pero eso forma parte de nuestra profesión", según este internista desde hace 38 años, lo que corrobora Calvo porque el desconocimiento provoca respeto. "La mayor parte de los que trabajamos aquí no hemos sentido miedo por nosotros, sino miedo al contagio de nuestros familiares".
También se siente "respeto y miedo" porque, para Martínez Soba, "la primera vez que te pones un EPI y entras a ver a un paciente con una enfermedad que sabes que es mortal,n no sabes si estás haciendo bien lo que tienes que hacer, aunque lo hayas repetido mil veces" y "piensas en tu familia".
Una sábana impregnada en lejía es lo primero que se encuentra quien cruza la puerta de la UCI, que debe hacerlo con calzas hasta las rodillas, bata, doble par de guantes, gorro, mascarilla, gafas y pantalla protectora, lo que supone un estrés añadido al intenso trabajo que se realiza.
"Ha sido una situación muy dura. De un día para otro esto dio un vuelco tremendo. Hubo que cambiar toda la organización del hospital y de la UCI" y, "de repente, esto se convirtió en un hospital de batalla, en una situación que no habíamos vivido nunca", según Pilar Ruiz, enfermera desde hace 26 años, 4 de ellos en esta unidad.
Se han vivido momentos duros en esta UCI, como el día en el que murieron seis pacientes en 24 horas, "no dejé de llorar desde que llegué a mi casa", ha afirmado Ruiz, quien ha resaltado el esfuerzo físico y anímico realizado por los sanitarios, con "una carga de trabajo brutal" al principio, y que celebran "por todo lo alto" la salida de los enfermos. "Es un triunfo de todo el equipo".
Calvo, intensivista desde hace 21 años, ha visto llorar a personas muy duras, que nunca lo hubiera imaginado, pero "las emociones afloran ante situaciones dramáticas que hemos vivido y las lágrimas son inevitables".
El papel de las UCIs en esta crisis sanitaria es "fundamental" y ha relatado que sus pacientes se encuentran en estado grave, pero "siempre los intentamos recuperar. Un enfermo no recuperable no ingresa en estas unidades. La intención siempre es curativa y todo nuestro esfuerzo se centra en su recuperación".
"De toda esta situación, me quedo con la dedicación, compromiso y unidad de todo el personal sanitario, nos hemos volcado todos en tirar de la misma dirección. Esto se va a acabar y vamos a salir de esta", ha insistido.
Lamenta que la enfermedad ha obligado a cambiar el trato muy cercano, humano y próximo hacia el paciente y sus familiares que imperaba en esa UCI antes del coronavirus, por lo que ha sido "muy duro" no mantener ese contacto físico y el aislamiento de los enfermos, también en sus momentos finales de vida, aunque "lo hemos intentado paliar en la media de lo posible".
Martínez Soba defiende que los sanitarios han estado a la altura en el mayor reto profesional al que se han enfrentado, que, en el caso de la UCI del San Pedro, han podido trabajar con "las medidas de seguridad precisas de modo adecuado".
"'Salvar a uno para salvarlos a todos' es la frase que me repetido par sobreponerme a esta situación dramática", ha dicho, en la que ha primado la profesionalidad, la ilusión, la vocación, el intenso trabajo y el sufrimiento "al ver que nuestros pacientes se nos iban, pero también hemos visto como han salido adelante y eso es maravilloso".
Pinilla ha resaltado el esfuerzo realizado por este centro para ampliar sus 17 plazas de UCI antes del COVID-19 a 45, algunas de ellas situadas en áreas quirúrgicas.
La presión asistencial ha descendido en los últimos días, dado que la UCI llegó a albergar hasta a 40 pacientes al mismo tiempo, uno de ellos procedentes de Soria, frente a los 13 actuales, pero el San Pedro ya construye 15 plazas más de críticos porque "el COVID-19 no va a desaparecer y hay que estar preparados"