Las opiniones de Sunetra Gupta, epidemióloga de la Universidad de Oxford, han contrastado con las de sus pares, dentro y fuera del Reino Unido. Acusada de hacer una estimación demasiado optimista de la pandemia de coronavirus, la principal hipótesis de la experta era que en el momento que se detectaron los primeros casos, la epidemia ya llevaba más de un mes en el país, por lo que pensaba que no podían registrarse muchas más muertes de las que se produjeron en las semanas siguientes.
Su estimación no fue precisa (hasta el 68% de la población podría haber estado en contacto con el coronavirus cuando se dictó la cuarentena), pero se enfrentó a los cálculos del Imperial College, que aseguraba que las víctimas mortales en Reino Unido podrían ascender a 500 000 en julio -de no haber impuesto la cuarentena-.
"El modelo del Imperial College planteaba el peor escenario posible, a mi juicio. Yo sentía que tenía que haber sobre la mesa una gama de escenarios posibles que pudieran explicar los datos disponibles. Sobre todo, porque pensaba y sigo pensando que los costos de la cuarentena son muy serios, tanto en el Reino Unido como a nivel internacional. Son muy altos. Es una medida muy drástica que no es sostenible", señala Sunetra Gupta en una entrevista con Infobae.
Entre su estimación y la de la institución británica, Gupta admite que lo más probable es que la realidad se haya ubicado en algún punto intermedio entre ambos escenarios. La epidemióloga pone en cuestión la estrategia de la cuarentena: plantea dudas en cuarentenas estrictas como solución igualmente útil y aplicable en todos los países. Las comparaciones de países con recursos, sistemas sanitarios y condiciones demográficas diversas podrían no tener sentido.
"Hay dos explicaciones posibles de por qué disminuyeron las muertes en Reino Unido. Una es que la cuarentena dio resultado. Bajó la tasa de contagio y, con el retraso apropiado, bajaron las muertes. La otra explicación es que la epidemia ya había llegado y se había propagado en la mayor parte de los lugares. Entonces, ya había suficiente inmunidad en la población, junto con el hecho de que una fracción de la población es resistente al virus de manera innata. Es una combinación de fuerzas naturales, del proceso natural de la epidemia, que habría ocurrido antes de que se impusiera la cuarentena", comenta.
"Lo que consiguió el cierre es detener la diseminación de la epidemia en áreas más rurales, fuera de las grandes metrópolis. Esa es la explicación más probable para mí. Lo que la validaría es que en el futuro veamos rebrotes en zonas no tan bien conectadas, en contraste con las áreas metropolitanas. Si vemos que no regresa a Londres, pero sí a Chipping Norton (localidad ubicada a 30 kilómetros de Oxford), por ejemplo, esa idea ganaría peso", añade al ser preguntada por lo que piensa tres meses después de su estimación.
"Una de las cosas que hay que pensar es qué es específicamente lo que logra la cuarentena. Lo primero es impedir que una infección salga de un lugar. Los cierres originales en China e incluso en Italia se hicieron con esa idea en mente", explica.
"La cuarentena puede mantener el virus completamente fuera. Nueva Zelanda ha sido espectacularmente buena en eso, y sospecho que Noruega y Dinamarca también, hasta cierto punto. Pero la pregunta es si eso es inteligente. No estoy segura, porque no es una estrategia sostenible. No se puede permanecer desconectado del mundo por siempre. Uno podría decir que es posible mantenerse aislado hasta que disminuya el riesgo, es decir, después de que muchas personas se hayan inmunizado en el resto del planeta. Pero debo decir que esa es una estrategia bastante egoísta, como no vacunar a tu hijo", asegura.
La experta pone la gestión de Alemania como ejemplo: asesoramiento sanitario correcto para la población más vulnerable: "En Alemania hay una combinación de dos cosas. Una es que ciertamente cerraron lo suficientemente temprano, así que no se propagó a muchas áreas del país. Eso se puede ver ahora que hay pequeños brotes aquí y allá. Otra cosa importante a tener en cuenta cuando se mira el número de muertes es cuán bien protegidos están los vulnerables. ¿Estaban aisladas y debidamente cuidadas y asesoradas las personas internadas en asilos? Por lo que sé, en Alemania tienen un sistema muy sofisticado para asegurarse de que la fracción vulnerable de la población reciba el asesoramiento correcto y decidir qué hacer en caso de una epidemia. Claramente, esto no sucedió en el Reino Unido", apostilla.
"Ante la influenza, por ejemplo, no establecemos cuarentenas, ni mantenemos distancia unos de otros, ni usamos mascarillas, aunque mata cada año a más de medio millón de personas en el mundo. Lo que no sabíamos cuando comenzó esta epidemia era a cuánta gente iba a matar. Si hubiera sido como la peste bubónica, entonces una cuarentena larga quizás habría sido una respuesta apropiada. Pero cuando las muertes empezaron a crecer en el Reino Unido estuvo claro que estaba matando solo a cierta fracción vulnerable de la población", precisa.
La Universidad de Oxford publicó un estudio que proyectaba la posibilidad de que hasta el 68% de la población del Reino Unido hayan estado expuestos al SARS-CoV-2 antes de que se estableciera oficialmente la cuarentena. "Todavía creo que es una posibilidad. Creo que, en el pico de la epidemia, alguna medida drástica de confinamiento de los adultos mayores podría haber sido la única forma de mantenerlos a salvo, al menos para transitar el pico. Creo que cuando la epidemia llega y sabemos que va a matar a los vulnerables, fundamentalmente a los ancianos y a aquellos con comorbilidades, una forma posible sería protegerlos y que nosotros, o aquellos que no somos vulnerables ante esta enfermedad, tomemos el riesgo de infectarnos para volvernos inmunes", sugiere.
"La única forma de que los vulnerables puedan volver a salir es que el riesgo sea bajo, y hasta donde yo sé, la única forma de que esto suceda es que nosotros salgamos y tengamos inmunidad. Ha habido esta idea de que el confinamiento es una medida desinteresada o altruista, y en realidad creo que es igualmente altruista, sabiendo que el riesgo para uno no es tan alto, salir, arriesgarse, contagiarse e inmunizarse. Esa es la mejor manera de alcanzar una situación como la que tenemos con la gripe común, con la que siempre habrá un riesgo para los vulnerables, pero es un riesgo manejable", destaca.
"La idea de imponer una cuarentena en una población muy empobrecida, con tantos trabajadores migrantes, que podían perder cualquier posibilidad de alimentarse, me parecía realmente inconcebible. Me parece que los costos del confinamiento en un lugar como la India serán extremadamente problemáticos", señala.
"Hay algunos países en los que los cierres estuvieron bien, y pueden vivir con eso, pero globalmente creo que son desastrosos. Y creo que pedirle a alguien en un asentamiento informal que se encierre y que resigne hacer actividades que, como dije, en muchos casos apenas le proveen lo básico para sobrevivir, es indignante. Entonces, creo que pensar que el confinamiento es la respuesta comunitaria es una forma graciosa de ver el problema, ya que este punto de vista ignora completamente que hay muchísima gente en este planeta que no tiene forma de sostener esta estrategia. Este es un aspecto de la cuestión", denuncia.
"La forma en la que nosotros tenemos que vivir con las enfermedades infecciosas es adquiriendo algún nivel de inmunidad, que no permite erradicarlas, pero que permite que el riesgo sea lo suficientemente bajo como para poder manejarlo. Es prácticamente nuestra única opción. Porque este virus viene demostrando que probablemente sea uno de esos patógenos de los que no nos vamos a deshacer tan fácilmente", concluye.
Sunetra Gupta nació en Calcuta, India, en 1965, y en su niñez vivió en Etiopía y en Zambia, antes de llegar al Reino Unido. Mientras se formaba como científica, comenzo una carrera como escritora de ficción. Se la reconoce como una destacada profesora de epidemiología teórica y una novelista premiada.