Algunos síntomas físicos que ayudan a identificar la ansiedad: desde la presión en el pecho hasta molestias en la tripa
Tienes presión en el pecho, vas a urgencias asustado y te dice que te vayas a casa porque es estrés… ¿Y si es algo más grave?
Marina Pinilla, psicóloga, explica los síntomas físicos de la ansiedad: garganta cerrada, diarrea, eccemas y mareos
¿Cuándo debo acudir a urgencias si siento molestias físicas y no sé si es ansiedad o algo más grave? Te contamos los cinco pasos para salir de dudas
Como psicóloga, he visto incontables manifestaciones de la ansiedad. Son muchas las personas que han llegado a mi consulta angustiadas porque por la noche sienten una presión en el pecho que les impide dormirse. Otras han acabado en urgencias con palpitaciones convencidas de que era un infarto. Incluso han sentido que sus oídos se embotaban, su vista se volvía borrosa y que o se tumbaban, o se desmayaban. Sea cuál sea el disfraz que se pone la ansiedad para hacer su entrada triunfal, siempre hay algo en común: esos minutos son una tortura.
La ansiedad es una emoción más, al igual que la alegría, la tristeza o el enfado. En otras palabras, no es malo ni pasa nada por sentirla de vez en cuando, lo problemático es que persista en el tiempo, sustituya a otras emociones, aparezca en situaciones que no son ansiógenas, nos afecte en algún área de nuestra vida (pareja, trabajo, ocio, etc.), o genere malestar psicológico.
MÁS
Síntomas físicos de la ansiedad
Todas las emociones tienen correlatos físicos. Esto significa que pese a que la emoción tiene lugar en nuestra mente, también puede expresarse en nuestro cuerpo. Por ejemplo, cuando estás muy alegre y te ríes puedes hacerte pis, si estás enfadado se te pone roja la cara, y si estás triste a veces lloras. En el caso de la ansiedad, también hay señales físicas que nos pueden ayudar a identificarla:
- No puedes respirar, como si el aire que coges no fuese suficiente y no te llenase los pulmones.
- Presión en el pecho. A veces puede acompañarse de pinchazos.
- El corazón te va a mil por hora.
- Notas molestias en la tripa. Pueden ser ligeros calambres, ganas de vomitar o retortijones.
- Necesitas ir al baño para hacer pis más a menudo y tienes diarrea.
- Te duele la cabeza.
- Te cuesta tragar saliva o comida, como si tuvieses cerrada la garganta.
- Sientes hormigueos en las extremidades, incluso se te pueden llegar a dormir.
- Tu piel se vuelve más sensible y puedes experimentar picores, irritación y eccemas. Si es una zona con pelo, puedes tener pequeñas calvas.
- Sequedad de boca.
- Empiezas a ver borroso y a notar una presión en los oídos.
- Te mareas y puedes llegar a desmayarte.
- Los músculos se te tensan sin que te des cuenta y si esa tensión se mantiene en el tiempo, puedes sentir dolor, sobre todo en el cuello y la espalda.
- Cambia tu percepción de la temperatura y por eso puedes tener escalofríos o también sofocos.
- Empiezas a sudar sin control.
- A nivel sexual, puede reducir la lubricación, la turgencia de la erección e incluso retrasar o imposibilitar el orgasmo. En otros casos sucede lo contrario y se produce eyaculación precoz.
Cómo diferenciar la ansiedad de otras enfermedades físicas
Todos estos síntomas son característicos de la ansiedad, pero no exclusivos. En otras palabras, puedes tener eccemas y que la causa no sea la ansiedad, sino una dermatitis atópica. O, poniendo un ejemplo más grave, palpitaciones y sensación de ahogo que en realidad son una angina de pecho. El hecho de que estos síntomas sean compartidos por la ansiedad, pero también por enfermedades físicas graves genera mucho malestar.
¿Qué demonios hago si tengo un síntoma físico como los que acabo de leer, pero no sé si es ansiedad o una enfermedad física grave?, te preguntarás.
- Presta atención a tu cuerpo. Es importante conocer el funcionamiento normal de nuestro cuerpo. Por ejemplo, la regularidad con la que vas al baño o la consistencia de las heces. Si siempre estás un poco estreñido y de repente tienes diarrea, es una señal de que algo va un poco mal.
- Analiza con rigor los días previos. Párate a pensar si durante esta semana has vivido alguna situación estresante o fuera de lo normal. Quizá has tenido un examen, una primera cita, has ido a una entrevista de trabajo… Muchas veces afrontamos estas experiencias sin ansiedad psicológica, pero la emoción sale a la luz mediante síntomas físicos.
- Descarta lo físico. Si después de analizar tus días o semanas previas no se te ocurre ninguna causa de ansiedad, pide cita en el médico o en urgencias. Es mejor ser pesado y salir de dudas.
- Insistir sí, obsesionarse no. Todos conocemos a alguien que tenía una enfermedad física y que fue al médico, pero este le despachó rápido aludiendo que “solo era ansiedad”. Esa persona por poco murió por una negligencia médica. Sí que es importante insistir si sospechas que algo va mal, pero si tras hacerte pruebas –¡Ojo! Pruebas y no simplemente un par de preguntas en un minuto– descartan cualquier enfermedad física, valora la opción de que sea ansiedad. Seguir insistiendo en busca de reaseguración médica puede derivar en un trastorno de ansiedad por enfermedad o hipocondría.
- Reduce factores ansiógenos. Intenta evitar situaciones estresantes para ver si los síntomas mejoran. Si, por ejemplo, acaba la semana de exámenes, pasan unos días y te encuentras mejor físicamente, es que probablemente fuese ansiedad. Si en el futuro vuelves a vivir lo mismo, te será más fácil identificar los síntomas y no angustiarte u obsesionarte.