Los niños suelen ponerse enfermos con más frecuencia debido a que su sistema inmunitario todavía está desarrollándose, y es más sensible a los agentes infecciosos. Además, los menores todavía no son conscientes de los hábitos de higiene necesarios en el día a día, lo que puede ayudar a propagar las infecciones.
La mayoría son de origen vírico y no necesitan ningún antibiótico para que acabar con ellas, aunque sí algunas recomendaciones para que los niños vayan mejorando poco a poco con el menor malestar posible. Las enfermedades que afectan a los menores de manera más común, según recogen diversas webs especializadas, son:
El virus perteneciente a la familia de los herpes, Varicela-Zoster, genera pequeños orgánulos denominados vesículas que se convierten en costras que irritan y causan mucho picor. En algunas ocasiones también se acompañan de fiebre. Una de los grandes inconvenientes de esta enfermedad es su rápida transmisión ya sea por contacto directo o respiratorio.
El sarampión lo causa el virus de la familia de los Paramixovirus. Se caracteriza por desarrollar tos, fiebre y dolores musculares, además de las peculiares pápulas rojas. Al principio se suele generar en la parte interior de la boca, pero después se puede extender hacia la cara y el cuello.
Causada por un virus de su mismo nombre, parotiditis, del mismo grupo de los Paramyxovirus que el Sarampión. Se agrandan las glándulas parótida, es decir, la glándula salival situada a ambos lados de la cara. También puede dar fiebre y dolor de garganta. Se puede contagiar a través de la tos.
Se trata de una enfermedad que afecta a niños menores de 2 años, y que provoca una infección respiratoria aguda. Suele ser provocada por un virus, iniciándose como un catarro y derivando en un cuadro de dificultad respiratoria.
Afecta por la infección de la uretra, la vejiga, el riñón o la próstata con la existencia de gérmenes patógenos en la orina. Los síntomas van desde escozor al orinar o ganas continuas de hacerlo, hasta fiebre. La bacteria que suele originar la cistitis es la E.coli, aunque no es la única.
Normalmente tiene un orígen vírico y suele darse durante los meses de frío: en otoño e invierno. Los síntomas habituales son fiebre, tos, y congestión nasal.
Se inflama el tejido que cubre la parte blanca del ojo, provocando hinchazón y molestia en la zona. Se puede ocasionar tanto por un virus como puede ser derivado de un resfriado, o por una bacteria, aunque es más inusual.
Genera un dolor intenso en el área de la garganta más elevada, y también puede provocar tos, fiebre y congestión nasal, además de pus en las amígdalas.
Esta infección la provoca un parásito que genera picos por la zona del ano. Se puede transmitir por el contagio fecal-oral o a por objetos contaminados. El médico recetará un fármaco antiparasitario para acabar con ella.
La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello la califica como la enfermedad más común en niños solo por detrás de las infecciones de las vías respiratorias. Puede ser causada tanto por una bacteria como por un virus. Afecta al oído y provoca un dolor que puede llegar a ser muy intenso, junto con fiebre. Es más común en los niños de menos de tres años.
Se trata de una enfermedad diarreica que se ocasiona por el parásito Giardia intestinalis. Los síntomas de diarrea pueden extenderse hasta varias semanas, combinados con náuseas, gases o fiebre baja. Suele contagiarse por el contacto con otros niños.
El virus de los Togavirus provoca que se inflamen los ganglios, a pesar de que no salen en esta ocasión puritos. También comienzan a aparecer primero en la cara y cuello, pero se van extendiendo por todo el tronco.