"Las investigaciones preliminares realizadas por las autoridades chinas no han encontrado evidencia clara de la transmisión de persona a persona del nuevo #coronavirus". Es el 14 de enero y la OMS se hace eco de las informaciones que recibe directamente del gobierno chino. Las cree a pies juntillas. Un error que hemos pagado caro.
Fue el diario South China Morning Post el que mediante una investigación periodística contradijo la información oficial del régimen e indicó que la fecha exacta en que ya se conocía la existencia del nuevo virus era en verdad el 17 de noviembre. El 31 de diciembre una agencia internacional pudo conocer que una nueva cepa estaba haciendo estragos en China. “Expertos chinos están investigando un brote de enfermedad respiratoria en la ciudad central de Wuhan que algunos ven relacionado con la epidemia del SARS de 2002-2003”, decía el informe de The Associated Press.
La revista The Atlantic destaca que esa lentitud a la hora de dar la voz de alarma de la OMS ha costado caro. Ha ocurrido lo mismo con el uso masivo de mascarillas - que la OMS sigue sin aconsejar con rotundidad, tal vez porque es consciente de que no hay para todos-. Ocurra ahora lo mismo con los casos de gente curada que vuelve a infectarse (algo que ya siembra la alerta en Corea del Sur, uno de los países que mejor ha atajado la pandemia). Desde Wuhan, el Gobierno chino, cuyos expertos también critican con razón que Occidente no ha aprendido de sus errores, se dijo desde un primer momento que "la posibilidad de una transmisión limitada de persona a persona no puede excluirse, pero el riesgo de transmisión sostenida es bajo".
El Dr. Li Wenliang fue censurado por "difundir rumores" después de tratar de alertar a otros médicos sobre la nueva enfermedad respiratoria; más tarde murió del virus él mismo a los 33 años. Se le silenció y ahora se le vende como mártir pero la realidad es que en un primer momento China tapó la realidad. Era difícil saber la realidad pero la información de China se vendió sin filtros. El 20 de enero, un funcionario chino reconocía por primera vez que el virus se transmitía entre humanos. Un mes y medio tardó la OMS en declarar el coronavirus como pandemia.
La OMS depende de la información de sus países miembros, y el equipo de la OMS que visitó China en febrero para evaluar la respuesta lo hizo conjuntamente con los representantes de China. Nadie cuestionó nada. Y ahora la OMS está en la encrucijada de nuevo, advirtiendo sin que nadie la haga caso ya de las consecuencias de un cese del confinamiento temprano. Si esta pandemia es un reto para el futuro de la UE si no lograr unirse y dar luz verde al coronavirus también lo es para un OMS que se deja jirones de credibilidad por el camino y que ya está en el punto de mira de Trump, que puede justificar con ella su negacionismo inicial de una pandemia que no se frena.
Las nuevas informaciones de inteligencia, que también ha desvelado la CBS, confirmarían lo que muchos creen: que de haberse conocido de inmediato la información referente al nuevo virus, la comunidad internacional hubiera podido combatir con mejores herramientas al brote que ya es pandemia