Uno de cada diez contagiados de coronavirus a pesar de haberse infectado hace meses, muchos de ellos son jóvenes que no pueden hacer su vida normal porque se fatigan con una actividad mínima, tienen problemas de concentración o sufren fuertes dolores de cabeza, entre otros.
Según una encuesta elaborada entre julio y octubre el pasado año por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y los colectivos de pacientes LONG COVID ACTS, los afectados son sobre todo mujeres -casi ocho de cada diez-, con una media de edad de 43 años y tienen unos 36 síntomas por persona, de un abanico de alrededor de 200.
Marga es una de estas personas. Tiene 44 años, dos hijas pequeñas y se contagió en la primera ola. Desde aquel marzo, le cuesta respirar en muchas ocasiones y se cansa con pequeñas tareas, sufre dolores articulares y son muchas las tardes en la que tiene décimas de fiebre.
"Es como si tuviera diez enfermedades al mismo tiempo. Me despierto y no me puedo levantar, esperar hasta dos horas porque tengo tanto dolor que me cuesta moverme y tengo que ir cogiendo aliento y fuerzas; es como cuando el cuerpo está frío y tienes que calentar", explica a Efe esta madrileña afincada en Barcelona.
No sufrió una covid grave con lo que no tuvo que estar hospitalizada pero los síntomas no se le van; en unas ocasiones se recrudecen, en otras, incluso, aparecen otros nuevos, como hace poco cuando le salieron sabañones en los dedos de los pies.
"A pesar estar el 99 % de mi tiempo en casa, hay semanas que estoy peor. Es como una batería, tengo un 40 % y la voy dosificando porque me tiene que durar todo el día", asegura Marga, a quien los médicos aún no le han podido dar respuestas.
Es consciente de que no es uno de los peores casos y agradece que su médico de familia siempre la haya intentado ayudar. "Me ha derivado siempre a los especialistas que me tenía que derivar y ha intentado llamarme a menudo, pero él ya no puede hacer más. Es una situación terrible", sentencia la mujer.
Los médicos de Atención Primaria son los que se encargan de hacer un seguimiento y derivan a los especialistas cuando lo consideran necesario.
Estos pacientes suponen entre el 10 y el 15 % del total de casos de coronavirus, según indica a Efe una de las coordinadoras del grupo de covid persistente de la SEMG, Pilar Rodríguez.
La experta abunda en que son personas que no tienen los órganos afectados estructuralmente y, sin embargo, tienen síntomas meses y meses después de la infección como la falta de aire, taquicardias, cefaleas, déficit de atención y concentración, problemas digestivos, astenia, que son muy limitantes.
Y es que en la gran mayoría de estos pacientes, los médicos no encuentran nada específico que tratar, tal y como afirma a Efe la internista Esther del Corral, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que califica esta realidad de "frustrante" porque los pacientes tienen una sintomatología que les invalida pero no encuentran nada para instaurar un tratamiento.
"A día de hoy es una incertidumbre", apunta Del Corral, que incide en que no hay evidencia científica de por qué se produce ese covid persistente y todo lo que se dice hasta ahora es "especulativo".
"Quizás", añade, porque no se ha investigado lo suficiente aunque confía en que en un tiempo se dé con la explicación.
Sobre si la vacuna podría ser una solución para estos pacientes, la portavoz de la SEMI indica que tampoco hay evidencia científica y hay diferentes teorías "sin ninguna validez".
Algunas de ellas, explica, sostienen que el covid persistente se produce porque queda un reservorio del virus en el cuerpo y con la vacuna, al crearse una reacción inmune, mejorarían los síntomas.
"Hay pacientes que han dicho que han mejorado los síntomas y otros que no, pero no hay ningún estudio bien hecho", mantiene.
Para mejorar la atención al paciente de covid persistente, la SEMG ultima una guía, en colaboración de profesionales de todas las especialidades y con los pacientes, que también persigue dar herramientas a los profesionales para abordar esta problemática, tal y como avanza Rodríguez.
La experta de la sociedad de médicos generales y de familia, remarca que el documento quiere aproximar a todos los profesionales a una práctica lo más homogénea posible, con un seguimiento adecuado para evitar discrepancias, porque, opina, "a veces a estas personas se les hacen más cosas de las necesarias y otras, no se les hace nada".
Desde el grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), José María Molero, expone que hay estudios de seguimiento a estos pacientes para saber los síntomas que tienen y cuándo desaparecen.
El Gobierno gallego, por ejemplo, va a remitir encuestas a cien mil gallegos que han superado la covid-19 hace más de tres meses para conocer las secuelas de la enfermedad y detectar posibles casos persistentes.
Los expertos diferencian a aquellos con la covid persistente de los que sufren secuelas, porque estos últimos son los que presentan unos síntomas que no forman parte de los habituales y que se pueden deber a alguna de las complicaciones de la propia infección.
Son aquellos, abunda en este caso la experta de la SEMG, que han tenido una covid muy grave, con una lesión orgánica importante, en muchos casos han estado bastante tiempo en unidades de cuidados intensivos y "queda una cicatriz en el órgano afectado, que son las secuelas de esa patología". Sobre todo se ven afectados los pulmones y el corazón.
El caso, por ejemplo, de la pérdida del olfato y el gusto por la covid, puede ser una secuela si se han visto afectados el bulbo olfatorio o los nervios responsables de esos sentidos.
"Se está viendo que en estas ultimas olas no esta siendo tan frecuente la pérdida del gusto y del olfato, pues porque la afectación clínica puede ir modificándose en las olas sucesivas y también porque se actúa antes", remarca Rodríguez.