El coronavirus ha obligado a adaptar nuestro verano a la nueva normalidad y, entre otras cosas, se han limitado los aforos en las playas de nuestro literal. Las más afectadas son las pequeñas calas como esta de Aiguablava en Begur (Girona), una preciosa playa de la Costa Brava donde para disfrutar del paraíso primero hay que sufrir.
Esta preciosa playa, enclavada en la Costa Brava, tiene una capacidad de 900 personas pero, por culpa del coronavirus, el ayuntamiento de Begur ha tenido que limitar el aforo a solo 180. Esto se traduce en largas colas y esperas de casi tres horas para acceder al arenal.
A pesar de los madrugones diarios, los bañistas agradecen la seguridad que les da la limitación de aforo y la distancia de seguridad garantizada por las sombrillas fijas instaladas por el consistorio.
Los que consiguen un hueco en la arena pueden quedarse desde las 9 hasta las 21 horas, un esfuerzo que todos los que consiguen acceder aseguran, merece la pena.