“No me llevo bien con mis padres”: 7 consejos de una psicóloga para mejorar la relación con ellos
Marina Pinilla
La relación con nuestros padres puede afectar a nuestra personalidadPEXELS
¿Tu relación con tus padres es un fracaso? Una psicóloga te propone siete recomendaciones para dejar atrás tensiones y conflictos
Según Mary Ainsworth, experta en relaciones paternofiliales, hay tres tipos de apego: uno seguro, que es el más deseable, uno evitativo caracterizado por padres fríos o distantes, y uno ambivalente causado por padres quisquillosos y sobreprotectores
Varios jóvenes hablan abiertamente de cómo es la relación con sus padres: “Mi padre es la persona que más inseguro me ha hecho sentir”
La familia, lo queramos o no, es uno de los pilares más importantes de nuestro círculo social. Nuestros padres son la primera relación sólida que establecemos. Ellos nos enseñan lo que significa la confianza, el afecto y el amor. También son los que nos ayudan a establecer límites y a lidiar con la desconfianza, la decepción y el odio, sobre todo en la adolescencia. En definitiva, marcan nuestra personalidad y nuestra gestión emocional para bien o para mal.
Al hablar de la relación paternofilial es casi obligatorio mencionar a Mary Ainsworth, psicóloga estadounidense que en los años 60 estudió el impacto del apego hacia padres en la personalidad infantil.
Ainsworth describió tres tipos de relaciones en el terreno paternofilial y para entenderlos mejor, hemos recogido el testimonio de tres veinteañeros:
Relaciones seguras. Son aquellas que se basan en la confianza, el respeto y sobre todo la independencia. En otras palabras, surgen cuando los padres nos proporcionan un entorno afectuoso en el que existen normas, pero permitiéndonos explorar nuestros límites y ser autónomos. Es el caso de Carmen, de 23 años. “Algo que me encanta de mis padres es que en vez de imponerme normas de pequeña, me las explicaban. Hay adultos que se piensan que los niños no entienden y prefieren mandar, decir no o castigar. A mí me han criado siempre con muchísimo amor y ahora mismo mi relación con mis padres es la mejor”, comparte.
Relaciones evitativas. Se trata de relaciones muy frías, normalmente porque los padres están más pendientes de sus propias necesidades que de las de sus hijos. Esta relación se asemeja a la de Iratxe, de 25 años, con sus padres: “No me llevo muy bien con mis padres, tampoco mal. Es como que pasamos los unos de los otros. Son cero cariñosos y tampoco se preocupan mucho de mis problemas a nivel emocional o de los de mis hermanos. Son los típicos que cuando estás en la mierda te dicen que no es para tanto y que no estés triste. Al final cuando tengo un problema mis padres no son a quién acudo”.
Relaciones ambivalentes. En este tipo de familias, los padres a veces son muy invasivos y en ocasiones responden de forma totalmente ausente. Esto provoca en los hijos una conducta arbitraria, ya que no confían del todo en sus padres, pero tampoco sienten un desapego absoluto hacia ellos. Alber, de 26 años, confiesa mantener una relación de amor-odio con su padre. “Mi padre es la persona que más inseguro me ha hecho sentir. Era darle una buena noticia y le buscaba pegas. Parecía que le molestasen mis logros, pero luego como que se ponía en plan sobreprotector”, relata.
En 1987, Cindy Hazan y Phillp Shaver, psicólogos dedicados a estudiar cómo se forman los vínculos, analizaron si este tipo de relaciones características de la infancia se mantenían a medida que crecemos. Encontraron que sí, ya que los adolescentes y adultos tendemos a repetir con nuestros amigos y parejas relaciones similares a las que experimentamos con nuestros padres durante la niñez.
A la hora de arreglar una relación tensa con nuestros padres, el primer paso es identificar qué tipo de apego existe. No serán las mismas pautas si son unos padres que fomentan un estilo seguro, frente a unos padres evitativos o ambivalentes.
Por otro lado, es importante tener en cuenta lo que podemos hacer y lo que no está en nuestra mano. Si quieres mejorar la relación pero tus padres siguen tratándote como un niño pequeño, humillándote, cuestionando tus decisiones o haciéndote daño, entonces es mejor tomar un poco de distancia o pedir ayuda profesional.
Ahora que tenemos claros estos dos matices, podemos hablar de esas recomendaciones universales que pueden sernos útiles para mejorar la relación paternofilial:
Pon sobre la mesa los conflictos. En todas las casas hay algunas situaciones conflictivas, a veces demasiado. Si sigues guardando rencor a tus padres por algo que te hicieron hace tiempo, debes decirlo claramente.
Utiliza un lenguaje asertivo. Este tipo de conversaciones pueden ser muy difíciles porque una de las partes puede ponerse a la defensiva. Para evitarlo, evita ataques como “me hiciste sentir así cuando me hiciste esto” y sustitúyelos por “me sentí así cuando pasó esto”.
No dejes que invaliden tus emociones. Da igual que tengas 18 o 30 años, tienes derecho a enfadarte con tus padres, y tus emociones no valen menos que las suyas. Frases como “cuando tengas hijos entenderás lo que hice” o “es que eres un poco dramático” son intolerables, ya que restan importancia a lo que tu sientes.
Deja de comparar vuestra relación con otras. A lo mejor los padres de tu novio son increíbles, o al menos eso parece. Cada familia es un mundo y no puedes juzgarla por cinco minutos que pasas en ella. Además, ese tipo de comparaciones sólo generaran en ti expectativas desproporcionadas.
Conoce mejor a tus padres. Aparte de sus roles como padres, ¿qué sabes de ellos? ¿Cuál es su música favorita? ¿Qué les gusta hacer en su tiempo libre? ¿Cómo se divertían antes de tener hijos? ¿Cuál era su trabajo soñado? ¿Cómo se sienten respecto a su vida actual? Igual que haces preguntas a amigos o a ligues para conocerles mejor, haz lo mismo con tus padres.
Ceded ambas partes. Para resolver la tensión, ambas partes deben ceder. Reconoce tus errores y perdona los de tus padres. Por otro lado, no temas pedir disculpas por lo que has hecho mal. También es una forma de ser un ejemplo para ellos y que hagan lo mismo.
Invierte tiempo en la relación. Si solo os veis una vez al mes y cuando lo hacéis discutís, es muy difícil que la relación mejore. Debéis invertir tiempo de calidad, aunque al principio haya alguna que otra bronca.