Dormir bien es clave para nuestra salud mental: consejos básicos para descansar mejor
Normalmente necesitamos unas 8 horas de sueño para dormir bien, aunque esta cifra puede variar entre unas personas y otras
Dormir mal influye en nuestro rendimiento, en nuestro estado de ánimo e incluso en nuestra salud mental
El deporte es una de las mejores técnicas para descansar mejor, así como una alimentación sana y la creación de rutinas diarias
Todos sabemos que una de las principales claves para rendir durante el día y lleva una vida plena es dormir bien por las noches. Y es que sin un descanso de calidad difícilmente podremos concentrarnos y afrontar la jornada con la alegría y la energía necesarias. Por eso las alteraciones del sueño resultan tan nocivas, relacionándose con nuestra salud mental: depresiones, TDAH, síndrome de fatiga crónica... tienen que ver con el descanso o, mejor dicho, con la falta de éste, así como con su mala calidad. En este sentido, es importante tener en cuenta que, antes de recurrir a fármacos que nos ayuden a inducir el sueño, es importante hacer lo que esté en nuestra mano para solucionar el problema de forma natural. Si te preocupa conciliar el sueño o te está costando dormir con regularidad, toma nota de estos consejos para dormir mejor.
Consejos para dormir mejor: claves para un sueño reparador
MÁS
Se suele decir que es necesario dormir unas 8 horas diarias para tener la energía suficiente para hacer frente al resto de la jornada, si bien esta cifra puede variar en función de distintos factores. Uno de ellos es la edad: normalmente las personas mayores necesitan menos horas de sueño que los mas pequeños y, en general, pueden darse excepciones a esta regla general. Más allá de ella, lo importante es que la calidad de tu sueño te permita realmente desarrollarte en plenitud. Sin embargo, la realidad es que miles de personas en España duermen menos de lo que deberían, a lo que se suman trastornos del sueño y un nivel de descanso inadecuado por una mala calidad del sueño.
Nuestro ritmo de vida tiene mucho que ver con estas alteraciones: a veces no dormimos lo suficiente porque el día no parece tener bastantes horas para hacer todo lo que nos gustaría, de manera que vamos 'arrastrando' horas hasta terminar la semana agotados. Otras veces el estrés y la preocupación son los culpables de un mal descanso, en ocasiones entrando en el terreno del insomnio.
De hecho, esta enfermedad ya afecta en España a entre el 20 y el 30 por ciento de la población, y a ello se suma el hecho de que el 80 por ciento de quienes sufren problemas del sueño no acuden a un especialista por desconocer que se trata de un trastorno y, por tanto, no obtienen la ayuda que necesitan.
Por eso es importante recordar que el insomnio y otras alteraciones del sueño se encuentran muy relacionadas con factores que podemos controlar por nosotros mismos: el estrés, los hábitos nocivos que mantenemos, las sustancias perjudiciales para el descanso que consumimos, una mala rutina previa al descanso, la falta de ejercicio físico... son algunos de los elementos que se encuentran de nuestra mano.
- Diseña rutinas saludables e introdúcelas en tu día a día. No es ningún secreto que las personas funcionamos mejor cuando llevamos una rutina definida. No hace falta ser completamente estricto, pero sí es conveniente y saludable no 'volver loco' a nuestro organismo. Desayunar, comer y cenar aproximadamente a la misma hora, irnos a dormir también en un horario similar cada día... son pequeños gestos que te harán sentir que tu vida se encuentra en orden, ayudándote también a que tu cuerpo tenga claro cuál es el momento de parar y descansar. Dentro de estas rutinas pueden introduciré elementos que favorezcan el descanso: apagar la tele a partir de cierta hora, reducir la luminosidad de tu hogar, evitar el uso del móvil en las horas previas a irte a la cama...
- Haz deporte. Casi cualquier problema de salud al que te enfrentes se hará más llevadero si haces algo de ejercicio, y los problemas de sueño no son una excepción. Todo lo contrario: está demostrado que el deporte reduce el estrés y te permite segregar las sustancias que tu cuerpo necesita para encontrarse más vital... y también más listo para el descanso llegado el momento. Conseguirás llevar tu mente a otro lugar y sentirte mejor contigo mismo, dedicándote unos valiosos minutos y reforzando tu autocuidado y tu autoestima.
- Cuida tu alimentación. Todos sabemos que existen determinados sustancias que no nos ayudan a dormir bien y, sin embargo, seguimos consumiéndolas. El café, el te, los azúcares, el alcohol... son los ejemplos más claros. Del mismo modo, evita las cenas copiosas y los alimentos pesados, ya que este tipo de digestiones no solo pueden evitar que duermas bien, sin que podrían provocarte más de un mal sueño. Para cenar, apuesta por alimentos ligeros que puedan ayudarte a descansar mejor, como las cremas de verduras, las preparaciones con huevo, la fruta, las carnes blancas o el pescado... Las infusiones tipo 'buenas noches' también pueden ser de gran ayuda. Evita también cenar poco antes de irte a la cama, algo que te ayudará, de paso, a evitar aumentar de peso.
- Crea un ambiente que facilite el sueño. La transición al momento del descanso debe ser paulatina, y es importante adaptarnos poco a poco a la disminución de la luz alrededor nuestro, creando un ambiente que nos permita relajarnos paulatinamente. Las pantallas de televisores, ordenadores, móviles… son nuestro peor enemigo (sobre todo si elegimos contenidos que nos alteren o preocupen), por lo que lo ideal sería evitar este tipo de contacto. Al contrario, leer o escuchar música relajarte te ayudará a conciliar el sueño y a descansar mucho mejor. El ambiente que nos rodee también es crucial: una habitación en orden, una luz tenue…
Por último, recuerda que dormir bien no solo influye en tu energía para afrontar el día a día: muchos procesos como la producción de determinadas hormonas, el aprendizaje y consolidación de conocimientos, la regeneración de células… tienen que ver con el descanso. Necesitamos dormir bien para pensar con claridad, asentar nuestra memoria y mejorar la calidad de nuestras reacciones a los estímulos diarios.