Una de las medidas que adoptó el Gobierno de Sánchez junto al Comité de científicos encargados en la crisis del coronavirus era administrar en diferentes puntos del transporte público mascarillas para todos sus viajeros. Sin embargo, esta iniciativa ha durado tan solo dos días y a partir del miércoles 15 de abril todos los trabajadores que acudían a sus puestos de trabajo debían comprarse ellos mismos las mascarillas para protegerse de la pandemia.
Las medidas y recomendaciones que ofrecieron los expertos son bastante claras: las mascarillas hay que cambiarlas cuando comiencen a estar húmedas y, en cualquier caso, no se deberán usar durante más de seis horas.
El Ayuntamiento de Madrid ha recordado que los hogares libres de coronavirus deben reciclar con normalidad y que los domicilios con personas aisladas o en cuarentena deben depositar los residuos potencialmente contaminados en el cubo naranja y con bolsas correctamente cerradas.
El Consistorio ha apuntado en un comunicado que en los domicilios donde no haya ni confirmaciones ni sospechas de infectados se deben separar los residuos con normalidad: envases (cubo amarillo), vidrios (verde), papel y cartón (azul), orgánico (marrón) y restos (naranja). Los guantes y mascarillas siempre deben ir al cubo naranja.
En aquellas viviendas donde haya una persona infectada, el portador del coronavirus, que debe permanecer aislado, debe tener dentro de la habitación una papelera de tapa y pedal donde depositar todos los residuos que genere sin separarlos por fracciones, ha indicado el Ayuntamiento.
Para retirar la bolsa adecuadamente es necesario cerrarla de forma correcta y que la persona cuidadora del enfermo la meta, sin abandonar la habitación pero cerca de la salida, en una segunda bolsa junto con el material desechable del cuidador: guantes, mascarillas, etc. Esa segunda bolsa se depositará con los residuos del hogar de la fracción resto. Es necesario que todas las bolsas se cierren correctamente. Esta última bolsa se depositará exclusivamente en el contenedor de tapa naranja.
El uso de las mascarillas con las gafas plantea problemas que impiden llevarla con comodidad. La premisa parece sencilla: ponerse la mascarilla, cubriendo por completo la nariz y la boca, y posteriormente, las gafas. Sin embargo, las gafas acaban empañadas, dificultando o impidiendo la visión.
Para solucionarlo, se debe doblar hacia dentro, por la parte superior de la mascarilla, un cuarto de la misma, como aconsejan desde la Policía Metropolitana de Tokio (Japón). También se puede optar por colocar un pañuelo de papel doblado dentro de la mascarilla, en la parte superior, sobre la nariz.
Se trata, no obstante, de dos trucos que funcionan con las mascarillas flexibles, aquellas que pueden doblarse, no con los modelos más rígidos.
Existen varios tipos de mascarillas. En primer lugar se encuentran las mascarillas certificadas como equipos de protección individual (EPIS), que son las que una persona puede comprar en una farmacia, así como en otros canales de venta, y que deben cumplir unos requisitos y asegurar la eficacia de la filtración. Estas mascarillas no son productos sanitarios y sirven para proteger a la persona que lo lleva.
En este sentido, la Asociación Española de Normalización (UNE) ha publicado recientemente los requisitos mínimos que deben cumplir las mascarillas higiénicas no reutilizables que se están fabricando, con el objetivo de que sean eficaces como barrera frente al COVID-19. Estas mascarillas están destinadas a personas adultas, sin síntomas, y deben cubrir la nariz, la boca y la barbilla y estar provistas de un arnés para sujetarlas.
En segundo lugar están las mascarillas quirúrgicas, que se utilizan para limitar la transmisión de agentes infecciosos desde el personal médico hasta los pacientes durante los procedimientos quirúrgicos y otros entornos médicos con requisitos similares.
Una mascarilla quirúrgica dotada de una barrera microbiana apropiada también puede ser eficaz para reducir la emisión de agentes infecciosos desde la nariz y la boca de un portador asintomático o de un paciente con síntomas clínicos.
Se clasifican en dos tipos, I y II, dependiendo de su eficacia de filtración bacteriana (EFB), pudiendo ser las de tipo II, además, resistentes a salpicaduras (sangre y/o otros líquidos biológicos), denominadas tipo IIR.
Por último, las mascarillas caseras de tela que se están cosiendo, tanto a nivel individual como en diversas iniciativas ciudadanas, "ni son un producto sanitario ni son equipo de protección individual".
La directora general de Humanización, Prestaciones y Farmacia, Pilar Sáenz, ha advertido de que las mascarillas caseras que se están elaborando frente al Coronavirus son una barrera física "sin evidencia científica de protección".
"No está avalada esta protección, hay algunos expertos que dicen que son una barrera física mejor que nada pero hay otros que hablan de placebo, lo que está claro es que no hay evidencia científica, no podemos decir que tengan una validez de filtrado, es algo que no se puede avalar", ha dicho.
Lo que ha querido dejar "claro" es que por usarlas no se deben "olvidar" las medidas de protección "sí probadas": mantener una distancia y la higiene continua de manos. "Aparte, hay que tener en cuenta otras consideraciones, como el tipo de material y que quede bien unida a la piel, así como la facilidad para respirar", ha añadido.
Ha relatado cómo se hizo un estudio y se vio que podían tener "mejor resultado" las de bolsa de aspirador y de trapos de cocina; y peores las de seda y lino. El algodón podría ser "adecuado" pero teniendo "mucho cuidado de que no esté húmedo". Además, deben lavarse en cada uso a sesenta grados.