Aprender a tomar la temperatura corporal para comprobar si existe fiebre es básico para cuidar nuestra salud y la de quienes nos rodean. Sobre todo si tenemos hijos (que suelen experimentar altas temperaturas de forma relativamente frecuente), conocer, entre otras cosas, el mejor sitio para tomar la temperatura corporal o cuánto grados se consideran fiebre nos permitirá ahorrarnos más de un susto en caso de urgencia, ayudando también a actuar de forma más rápida y eficaz. ¿Cómo tomar la temperatura corporal de forma adecuada? ¿De qué forma saber si existe fiebre?
En general, cuando se trata de adultos, se habla de fiebre si la temperatura en la axila supera los 38 grados, aunque siempre y en todo caso hay que valorar cuál es la temperatura habitual de esa persona concreta, si hace mucho calor o si se llevan muchas prendas encima. Todo ello repercutirá en nuestra temperatura corporal y debe tenerse en cuenta a la hora tanto de valorar la existencia de fiebre como de cara a reducirla (por ejemplo, creando un ambiente más fresco, dándose un baño de agua templada o fresca, eliminando capas de ropa...)
Además, cuando la temperatura de un adulto sobrepase la barrera de los 39 grados, lo más recomendable será consultar a un médico, ya que podría ser necesario el uso de algún medicamento que impulse la bajada de temperatura. Lo normal es que los valores de temperatura de una persona se encuentren entre los 35,4 y los 37,2 grados.
En el caso de los bebés y niños, la situación cambia: la temperatura normal se encontrará normalmente entre 36 y 37 grados, existiendo temperatura ligeramente elevada entre los 37,1 y los 37,5 grados. Si esto ocurre, bastará con quitar alguna prenda al bebé o darle un baño de agua tibia. Cuando hablemos de una temperatura anal superior a 37,8 grados o axilar superior a 38.5 grados existirá fiebre alta y lo mejor será acudir a un pediatra.
En cuanto a cómo tomar la temperatura corporal, lo más sencillo (y común) es recurrir a un termómetro, algo desde luego mucho más eficaz que poner la mano en la frente o en la nuca (aunque este gesto puede ayudarnos a hacernos una idea aproximada sobre si existe o no fiebre). Este tipo de aparato existe en diversos formatos y resulta muy certero a la hora de determinar la temperatura exacta del paciente.
Cada tipo de termómetro tiene sus reglas del juego para ser usado correctamente. Así, el termómetro digital (el más frecuente en nuestros hogares tras desbancar al termómetro de mercurio) debe colocarse, usando la punta, en la axila, en la boca o en el ano, entrando en contacto con la piel y mucosas. Además, para que sepamos con certeza qué temperatura tiene esa persona, es necesario esperar al menos 3 minutos o hasta que la alarma del propio aparato suene o parpadee.
En el caso del termómetro de vidrio, bastará con colocar la punta del termómetro en la axila, boca o ano, también en contacto directo con la piel o mucosas, y esperar entre 2 y 5 minutos. También existen termómetros infrarrojos, cada vez más frecuentes a raíz de la pandemia po coronavirus. En este caso, es necesario apuntar con la parte frontal del termómetro hacia la frente del paciente (o bien hacia el interior del canal auditivo) y apretar el botón. Cuando suene la alerta del termómetro se nos mostrará la temperatura.
Igual de importante que aprender a utilizar los distintos tipos de termómetro es tener en cuenta que la temperatura debe tomarse siempre en reposo: si medimos nuestra temperatura después de hacer deporte o tras un baño caliente, lógicamente el resultado se verá alterado por esta circunstancia puntual. Además, en el caso de los bebés, el mejor lugar para tomar la temperatura es el ano, aunque nada impide acudir a la axila o la boca.