No vamos a engañar a nadie, una ruptura no es plato de buen gusto. Que te dejen (o dejarlo) puede provocar un amplio abanico de reacciones emocionales: tristeza, ansiedad, enfado, celos y un largo etcétera. Sin embargo, cuando una relación llega a su fin, nos cuesta entender que es normal pasarlo mal. Y como queremos estar bien instantáneamente, pero es imposible, acabamos culpabilizándonos y surgen pensamientos como “no lo voy a superar nunca”, “jamás dejaré de querer a mi ex” o “me voy a sentir así toda la vida”.
Si además estás afrontando una ruptura en febrero, el mes del amor por excelencia, el sufrimiento puede ser todavía mayor. Pero déjame decirte que este mes no es sólo para los enamorados, ya que el 13 de febrero se celebra el Día Internacional del Soltero. ¿Qué mejor forma de celebrarlo que superando a un ex?
El sufrimiento post-ruptura es el conjunto de emociones, pensamientos y conductas que surgen cuando una relación se acaba. Si bien es algo idiosincrásico, es decir, único para cada persona, hay ciertos componentes en común que te sonarán si has vivido una ruptura:
Esta reacción de malestar que surge al acabar una relación será más o menos intensa dependiendo de lo que duró la relación, lo inesperada que resulte la ruptura, si es de mutuo acuerdo o no, la presencia de terceras personas y el apoyo social de la persona. Aun así, hay relaciones muy cortas o que estaban abocadas al fracaso desde el comienzo, pero que provocan un sufrimiento post-ruptura muy intenso.
Al fin y al cabo, lo más importante a la hora de superar una ruptura son los recursos psicológicos que tenemos para afrontar el sufrimiento.
Como explicábamos, lo bien o mal que gestionamos una ruptura depende sobre todo de nuestros recursos. Pero nadie nace sabiendo. Por eso hemos preguntado a varios veinteañeros que han superado una ruptura recientemente por sus consejos, trucos o técnicas.
Diego, de 25 años, asegura que lo más importante es rodearse de tus seres queridos. “Hay días que te apetece quedarte en la cama y no ver a nadie, pero tienes que salir, llamar a tus amigos, pasar tiempo con tus padres y seguir conociendo gente, no con intención de ligar ni nada, sino para ver que la vida sigue”.
Vicente, de 22 años, se volcó en el deporte. “Me apunté al gimnasio y empecé a descargar ahí todo lo que sentía. Si me ponía triste, ejercicio. Si me entraban ganas de llamarla, ejercicio. Si me escribía, ejercicio. Para desconectar es lo mejor, y además mejoré mi salud mucho”.
Para Sara, de 26 años, en momentos críticos le gustaba “utilizar los cinco sentidos”, tal y como ella explica. “Cuando me daba el bajonazo máximo, me fijaba en lo que me rodeaba centrándome en un objeto que pudiese ver, en uno que pudiese oír, en algo que pudiese saborear, en algo que tocar y en uno que pudiese oler. Te distraes y además te hace valorar un poco más lo que te rodea”.
Izan, de 25 años, aconseja no culpar a otros. “Es más fácil obsesionarse con que hay otra persona, que aceptar que tu pareja ya no siente lo mismo. No hace falta ni cuernos ni que la relación fuese tóxica para dejar de estar enamorado, y aceptar esto para mí fue lo más duro y lo que más me ayudó”.
“Deja de seguirle en Instagram, primer aviso”, bromea Alba, de 21 años. “Si le tienes en WhatsApp, Insta o Twitter, te vas a meter a cotillear y lo vas a pasar fatal. Aunque hayáis acabado de buenas, mejor bórrale y no te obsesiones tanto”.
Patricia, de 27 años, necesitó ayuda profesional. “Fui al psicólogo y lo que sola habría tardado en gestionar años, acabé superándolo en meses”, confiesa. “Sé que hay gente al a que le da vergüenza ir al psicólogo por algo así, pero a mi me ayudó muchísimo y se lo recomiendo a cualquiera que esté pasándolo mal”.
Sara, de 24 años, vivió una ruptura en plena pandemia. “Es una mierda porque no puedes salir de fiesta para desconectar, pero encuentras otras formas de superarlo”. En su caso, encontró refugio en los juegos de mesa. “Mi hermano me regaló el Catán para jugar y distraerme y ahora tengo una estantería llena”.
“No tengo muy claro lo que hay que hacer, pero sí lo que no”, afirma Manuel, de 29 años. “Intentar dar celos subiendo fotos con otras personas, descartadísimo. Ni funciona, ni quedas bien. Enrollarte con todo el mundo para llenar un vacío tampoco sirve. Te sigues sintiendo igual de mal después. Tomar decisiones en caliente tampoco. Yo me obsesioné con que quería un cambio cuando mi ex y yo lo dejamos, me apunté a un máster y acabé mucho más pobre e igual de triste”.
Sofía, de 23 años, aconseja normalizar las emociones. “Mi madre me decía que no merecía la pena llorar por él, pero yo en ese momento necesitaba llorar, desahogarme y estar triste. No sé… Creo que no ayuda intentar reprimir cualquier emoción, porque al final van a acabar saliendo. Cuanto antes lo pases mal, antes dejarás de estar mal”.
Para Daniela, de 27 años, la solución fue adoptar un animal. “Mi ex era alérgico a los gatos, así que cuando lo dejamos adopté uno. Me ayudó mucho a pensar en otra cosa y a centrar todo mi amor en él”.
Carla, de 20 años, recomienda hacer autocrítica. “Cuando estaba con mi novio pasé de mucha gente. Al dejarlo tuve que tragarme mis palabras y pedir perdón por desaparecer. Eso te hace más fuerte, y también aprendes que nunca debes dejar de lado a tus amigos por un novio”.