Existen mil y un remedios caseros para quitar el hipo, aunque algunos resultan algo confusos y su eficacia puede no ser la que esperamos. Beber un vaso de agua del revés, el famoso susto que tan poco resultado suele dar (excepto por el susto en sí mismo)... A veces nada funciona, y otras veces no tenemos claro si el hipo ha desaparecido por sí solo o por el efecto de aquello que hayamos intentado hacer para deshacernos de él. Con todo, existe un listado de remedios para el hipo que conviene conocer, para que puedas probarlos todos y quedarte con el que mejor te funcione. Remedios para el hipo: ¿Cómo eliminar este molesto espasmo?
El hipo consiste en una contracción espasmódica, involuntaria y repetitiva del diafragma y los músculos inspiratorios que provoca una inspiración súbita, seguida del cierre brusco de la glotis, que origina un sonido peculiar. Así lo describe la ciencia, y desde luego para todos es muy sencillo reconocer cuándo alguien está experimentando un ataque de hipo.
En cuanto a las causas del hipo, éste se debe a la irritación del nervio que controla el diafragma, que puede tener su origen en un episodio de nervios, en comer muy deprisa o en exceso, en tragar aire, en irritaciones en garganta o estómago... También puede deberse al consumo de alcohol o a la ingesta de comidas o líquidos picantes o con mucho condimento, entre otras cosas.
Lo trucos para quitar el hipo son muchos y muy variados. Por ejemplo, el clásico susto, taparse los oídos con los dedos mientras se bebe un vaso de agua con una pajita o beber agua por el lado contrario al habitual (inclinándote para poder tragar sin derramar el líquido). También aguantar la respiración hasta que el hipo desaparezca (o hasta que seamos capaces) mientras te tapas la nariz. El agua fría, bebida sin respirar, es otro remedio clásico, así como hacer respiraciones abdominales, que consisten en llenar todo el abdomen de aire y aguantarlo durante vario segundos para dejarlo ir lentamente.
También puedes intentar cerrar el diafragma a través de la postura: por ejemplo, llevando las rodillas al pecho, o intentando tocar con tus manos los dedos de los pies.
De todos modos, lo normal es que el hipo desaparezca por sí solo pasados unos minutos: solo hay que preocuparse cuando los ataques de hipo sean muy frecuentes y prolongados, ya que en estos casos puede tratarse de un síntoma de alguna enfermedad (por ejemplo, una hernia de hiato, un trastorno del sistema nervioso central, una meningitis, una encefalitis, una esclerosis múltiple, una enfermedad vascular, una diabetes...)