No es el primer conflicto bélico que tiene lugar en los últimos años, pero sí el que más nos influye por proximidad geográfica e implicaciones políticas. Tampoco es algo que haya surgido de la nada, ya que la guerra entre Rusia y Ucrania se remonta tiempo atrás. Sin embargo, esta vez es diferente: el desgaste psicológico de la pandemia y la sobreinformación de las redes sociales hacen que esta guerra nos afecte más.
“Me está pasando factura”, confiesa Berta, ilustradora y community manager de 27 años. “Trabajo en redes sociales y es un agobio constante. Ves como te cuentan cada detalle, cada nueva muerte, cada daño colateral al resto de países. El exceso de información no me ayuda ni a empatizar ni a conocer mejor lo que está pasando”.
En 2014 se produjo también una guerra entre Rusia y Ucrania, pero no se vivió como ahora. ¿La razón? Quizá el cambio de las redes sociales, que antes eran simplemente un lugar para distraerse y ahora un altavoz para profesionales y medios de comunicación. El resultado es que, nada más abrir la aplicación, nos topamos con fotografías y vídeos de bombardeos, refugiados huyendo o militares secuestrados. No elegimos visualizar estas escenas tan duras. Aparecen sin más al hacer clic en Twitter, al ver los stories de Instagram o al meternos en un grupo de WhatsApp cualquiera. Nadie pregunta si estamos mentalmente preparados para esto. Simplemente se publica exponiéndonos a material visualmente violento.
A la sobreinformación de las redes sociales se suma nuestro contexto social: estamos saliendo de una pandemia que nos ha desgastado psicológicamente. Hemos vivido dos años muy duros y esta guerra nos hace pensar que el sufrimiento no acaba porque tras cada pequeño atisbo de esperanza se esconde un nuevo problema mundial.
“Puede parecer egoísta porque hay gente muriendo o yéndose de sus casas, pero yo no puedo estar constantemente pendiente porque acabo mal”, comparte con nosotros Javier, librero de 31 años. “Hay un grupo de WhatsApp que somos doce personas entre amigos y parejas. El otro día mandaron un vídeo en el que salían literalmente tres personas muertas. Te quedas hecho polvo. Yo creo que hay que ser responsable y no mandar eso porque no sabes cómo va a afectar a la gente que lo vea. O por lo menos si lo mandas avisar”, añade.
El conflicto entre Rusia y Ucrania ha generado en algunos nosotros un estado de ansiedad constante. Nos dan miedo las consecuencias económicas de la guerra en España, nos agobia pensar que la violencia llegará a otros países y sentimos una verdadera preocupación por las víctimas, tanto personas fallecidas como aquellas que se ven obligadas a refugiarse en otros países o a combatir por su país dejando atrás a su familia.
Esta reacción emocional es normal, pero debemos quitarnos de la cabeza la falsa creencia de que cuanto más informados estemos, más ayudaremos a las víctimas de la guerra. Entonces, ¿Qué podemos hacer si la guerra nos está afectando demasiado, pero queremos estar informados?