Seguramente no estamos descubriendo nada nuevo si te contamos que es importante e imprescindible utilizar factor solar cuando exponemos nuestra piel al sol. Sin embargo, cada verano se repiten las mismas escenas: quemaduras (a veces, graves), aparición de lunares y manchas, deshidratación, rojeces, picazón... A veces se nos olvida que no todo vale para conseguir un bonito bronceado y, de hecho, en realidad, la mejor forma de obtener un moreno duradero y seguro es proteger nuestra piel en el proceso.
Por eso, conocer cómo funcionan las cremas solares y saber, entre otras cosas, que su uso no impide que te broncees (sí previene, sin embargo, que te achicharres), puede ayudarte a tomar el sol de manera más responsable y a transmitir este mensaje a los tuyos. ¿Cómo funcionan las cremas solares y cuáles son los distintos grados de protección?
Utilizar factor solar elevado es un elemento indispensable si queremos evitar la aparición de quemaduras, lunares, manchas Utilizar factor solar elevado es un elemento indispensable si queremos evitar la aparición de quemaduras, lunares, manchas y, en última estancia, melanoma otros tipos de cáncer de piel. Sin embargo, es posible te preguntes cómo funcionan este tipo de cremas y por qué su uso es imprescindible e insustituible. De forma esquemática, podemos decir que la protección solar actúa como una barrera protectora entre la piel y los rayos ultravioletas del sol. La mayoría de los protectores solares contienen filtros minerales que reflejan la luz ultravioleta y filtros químicos que absorben la luz para que tu piel no se queme.
Así, cuando usas protector solar, ayudas a mantener tu piel más sana y bonita, ya que el bloqueador solar ayuda a proteger la piel contra los daños a largo plazo en la piel, como arrugas o quemaduras solares, reduciendo al mismo tiempo el riesgo de padecer cáncer de piel. Estas cremas suelen contener también elementos hidratantes, pensados para mantener también la elasticidad de la piel e incluso para reducir las posibles manchas que ya existan.
Este bloqueo de la radiación perjudicial para nuestra piel toma especial importancia si tenemos en cuenta que los daños provocados por el sol tienen un carácter acumulativo. Esto significa que la piel tiene memoria: todos los excesos cometidos durante nuestra vida pueden pasarnos factura a medida que nos hagamos mayores. De ahí que sea recomendable, especialmente en zonas soleadas, utilizar factor solar a diario, al menos en zonas sensibles como rostro y escote, sin olvidar las manos.
Sabemos que la exposición a los rayos UV provoca determinadas reacciones biológicas en nuestra piel. Entre ellas, se produce un efecto antioxidante natural, en el que intervienen los radicales libres, y también una producción extra de melanina que provoca, precisamente, el bronceado, que funciona como barrera protectora frente a estos rayos. Sin embargo, un exceso de exposición puede provocar daños celulares y, destruyendo el colágeno y provocando un envejecimiento prematuro de la piel.
Para evitar esos daños, los filtros solares cuentan con moléculas diseñadas para minimizar la cantidad de rayos UV que penetran en la piel. Un tipo de barrera absorbe la radiación y otro actúa como bloqueador físico, reflejando estos rayos antes de que sean absorbidos.
En cuanto a los distintos grados de protección, cuando hablamos de factor (FPS) estamos indicando al consumidor cuál es el tiempo medio que dura la protección en nuestra piel desde el momento en que aplicamos la crema. Esta cifra debe multiplicarse por el tiempo que tarde la piel en quemarse, de forma que si, por ejemplo, nuestra piel tarda 10 minutos en quemarse, una crema de factor 50 nos protegería durante 500 minutos de media. Sí, hay que tener en cuenta que el sol no incide igual a todas horas en diferentes lugares, por lo que es mejor ser ser conservador a la hora de aplicar loción protectora.