La sudoración excesiva es un problema que afecta a miles de personas y que tiene nombre: hiperhidrosis. Consiste en un exceso de sudor que se produce espontáneamente, es decir, sin que exista un calor excesivo o una situación tensa que lo provoque. La ropa también lo paga y a veces limpiarla es todo un reto que necesita de trucos. Más allá de estos casos, es normal que durante el verano sudemos más y que pueda aumentar con ello el mal olor corporal. Tanto si se trata de una patología como si te gustaría evitar sudar tanto ante las altas temperaturas estivales o situaciones en las que te pongas nervioso, toma nota de estos consejos para evitar sudar en exceso.
Ante determinadas situaciones, es normal sudar más de lo habitual, pero en el caso de la hiperhidrosis, esta situación se produce sin necesidad de que estos factores comunes causen el exceso de sudor. Lo habitual es que aparezca sudor en las axilas, palmas, plantas y zona craneofacial, tal y como recuerdan desde Quirón Salud. En estos casos hablamos de hiperhidrosis primaria. Existe un tipo más complejo, la hiperhidrosis secundaria, que afecta a la mayor parte de la superficie corporal y que puede ser consecuencia de un motivo subyacente. Por ejemplo, un tumor maligno, insuficiencia respiratoria, diabetes...
Existen pautas sobre cómo sudar menos que pueden aplicarse tanto a este tipo de pacientes como a cualquier persona que, por algún motivo, experimente periodos de mayor sudoración, ya sea por las altas temperaturas o por situaciones de estrés físico o mental.
Una de ellas es el uso de antitranspirantes, que son sustancias que se aplican directamente en la piel (especialmente para evitar el sudor en las axilas) para disminuir el exceso de sudoración. El cloruro de aluminio actúa en estos casos taponando las glándulas ecrinas y desestructurando la queratina, y se trata de un método de probada eficacia. Sin embargo, puede irritar la piel.
Además, en general, se recomienda mantener una alimentación sana, evitando el consumo de cafeína, tabaco y chocolate, entre otras cosas, ya que éstos aumentan la transpiración. Del mismo modo, se recomienda el consumo de zinc, que se relaciona con la cicatrización e hidratación de la piel.
El uso de ropa transpirable y fresca también es de gran ayuda, al contrario lo que ocurre con los tejidos sintéticos, y se recomienda, además, hacer ejercicio y (aunque suene contradictorio) sudar para corregir la sudoración de las manos, en caso de que esta exista. El ejercicio también ayuda a mantener a raya el estrés y los nervios, que suelen provocar un aumento de la sudoración, tanto si existe patología como si no. Por eso el yoga es un deporte muy recomendable frente al sudor nervioso.
Lavar frecuentemente las zonas de sudoración también es de gran ayuda, ya que permite que los poros queden limpios y permitan la transpiración, además de evitar el mal olor que produce la proliferación de bacterias. La ausencia de vello en estas zonas puede reducir también la incidencia del sudor y el mal olor.
Para casos en los que verdaderamente existe una enfermedad, es viable el uso de medicamentos anticolinérgicos. Éstos evitan la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor implicado, entre otras cosas, en la actividad de las glándulas sudoríparas. Otro tratamiento consiste en la iontoforesis, que consiste en el paso de corriente eléctrica a través de la piel y que consigue un reposo temporal de las glándulas sudoríparas.
Se utiliza incluso toxina botulínica (más conocida como botox) para inhibir la liberación de acetilcolina en la unión neuromuscular, ocasionando un cese transitorio de la producción de sudor. De hecho, se trata de uno de los tratamientos más eficaces frente a esta enfermedad. También la cirugía, que se reserva para los casos en que no funciona todo lo anterior y que da muy buenos resultados, aunque puede provocar el desarrollo de sudor reflejo o compensatorio, es decir, un incremento de la sudoración en otras áreas del cuerpo como la espalda, glúteos, ingles y muslos.