Elizabeth, sobre la depresión posparto: “No tenía con quién hablar de las cosas horribles de la maternidad”
Hasta un 8% de las madres españoles sufren depresión posparto o perinatal, una cifra que ha aumentado con los años
Elizabeth es una joven de 28 años que sufrió depresión tras el nacimiento de su primer hijo: “No fue como me lo habían contado"
Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las mujeres es la idealización de la maternidad, algo que provoca mucha culpabilidad
“La maternidad se idealiza”, afirma rotundamente Elizabeth. Con 28 años, acaba de celebrar el primer cumpleaños de su primer hijo y analiza en retrospectiva todas las expectativas que no se cumplieron y, en palabras suyas, “el dolor que provoca sentirte mala madre”. Ella no es la única, ya que aproximadamente un 8% de las mujeres madres experimentan lo que los expertos denominan depresión posparto o perinatal.
Según un estudio coordinado por la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y el Hospital Universitario Central de Asturias, la depresión posparto es un problema de salud pública que se ha duplicado en los últimos años. Más mujeres la padecen, pero el estigma es tan grande que viven esta situación en silencio.
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La historia de Elizabeth: “El problema llegó con los comentarios de la gente”
Para Elizabeth, el nacimiento de su primer hijo no fue como lo esperaba. “Durante todo el embarazo me contaban que sería un momento único, que nada más mirarle a la cara sentiría el mayor amor de mi vida y que nada era comparable a ser madre”, recuerda, “y luego no fue así”.
El parto no revistió ninguna complicación y tal y como Elizabeth relata, agradecieron la tranquilidad que ha proporcionado el coronavirus a las madres. “Para mí eso de que vayan tus tías, tus amigos, tus compañeros de trabajo y hasta tus vecinos a darte la enhorabuena al hospital es horroroso. Con el tema de la pandemia y las restricciones estábamos mi pareja y yo solos, y esa calma me pareció brutal. Y en sí el parto no fue malo ni los primeros días tampoco; el problema llegó con los comentarios de la gente”, confiesa.
“A lo mejor otras madres lo han vivido diferente, pero yo sentí que no podía quejarme. No tenía con quién hablar de las cosas horribles de la maternidad, que las hay. El no dormir, el sentirte totalmente desconectada de tu pareja, la presión, el echar de menos quién eras antes, el arrepentirte momentáneamente, el plantearte cómo afectará un hijo a tu futuro laboral… Son muchas cosas que se van juntando y que parece que está mal decirlo, como que eres mala madre por reconocerlo y una desagradecida que no quiere a su hijo. Antes de ser madre eres una persona”, afirma con rotundidad, “pero al parir eso se olvida y tu prioridad dejas de ser tú”.
“Hubo un día que pensé ‘mira, ya está mayor, no te necesita para nada, podrías quitarte del medio porque nadie depende ti’. Ahí dije cuidado… Esto no es normal, pide ayuda”
Poco a poco, Elizabeth fue acumulando un sentimiento de culpabilidad que le desvinculó de su hijo. “Le tenía en brazos y obviamente le quería porque es mi hijo, pero no sentía esa conexión brutal de la que todos te hablan. Tampoco sentía que él fuese lo primero en mi vida, y claro, me empecé a cuestionar si era una mala madre y una mala persona”.
“Cuando se me ocurrió contárselo a mi madre todo fue peor”, reconoce. “Me dijo que cómo podía pensar eso, que mi hijo era el mayor regalo que podían haberme dado y que estaba siendo egoísta y desagradecida. Me dolió mucho y empecé a callar todo hasta el punto de no contárselo ni a mi pareja ni a mis amigas. Vivía esa decepción constante en silencio y cuando el niño tenía 8 meses, hubo un día que pensé ‘mira, ya está mayor, no te necesita para nada, podrías quitarte del medio porque nadie depende ti’. Ahí dije cuidado… Esto no es normal, pide ayuda”.
Las señales de alarma de la depresión posparto
“Estaba triste todos los días, pero no una tristeza de ir llorando por las esquinas. Era más bien como si me sintiese vacía, angustiada al pensar que mi vida sería así para siempre, sin nada que me llenase ni me diese ilusión, y claro, cuando encima tienes un hijo que se supone que tiene que ser tu mayor alegría pues la culpa es brutal”, explica.
“También me aislé, sobre todo de mis amigas. Olvidé otras parcelas de mi vida y eso es lo peor que pude hacer”. A la tristeza y la soledad se sumaron los problemas para dormir, el cansancio, el hambre abrumadora que a veces se sustituía por una falta de apetito total, el nerviosismo y la irritabilidad.
Habló con su pareja y con su suegra, un apoyo fundamental durante este año, y comenzó a recibir terapia psicológica individual y grupal junto a otras madres en su situación. “El simple hecho de escuchar a otras madres contando lo que tú llevas sintiendo meses me hizo llorar de alegría. Poder quitarnos la vergüenza allí y normalizar la maternidad sin arcoíris me salvó la vida”.
La importancia de la terapia: “La depresión posparto es algo muy serio”
“No fue fácil. No es cuestión de sentarte con otras mujeres, contar lo que sientes y hala, arreglado. La depresión posparto es algo muy serio y yo he estado pues… No sé, cuatro meses hasta ahora que me considero ‘curada’ del todo”, recalca. Al preguntarle qué es para ella estar curada, tiene clara su respuesta. “Es entender que cada maternidad es única y que mi vínculo con mi hijo no es peor que el de una madre que ama sobre todas las cosas a su bebé, ni tampoco mejor que el de otras madres que llevan una vida diferente a la mía”.
Ahora Elizabeth no sólo ha aprendido a disfrutar de los buenos momentos que ha traído a su vida la maternidad, sino también a normalizar los malos. “La lactancia es una tortura, le pese a quién le pese, y no dormir te pasa factura. Pero luego hay momentos únicos que te llenan y te hacen ser plenamente feliz”.
A mayores, la joven tiene claro que “ser madre no te convierte en una superheroína”. “A veces te venden el cuento de que sólo cuando eres madre comprendes el verdadero amor, como si fuese algo místico, yo que sé. Pero no. Una mujer sin hijos está igual de completa que una mujer que es madre, así que dejemos de culpabilizar a quienes no quieren niños y a soltar comentarios como que cambiarán de opinión o que se están perdiendo algo. No es así”, reivindica.