Terapia para todos los bolsillos: te contamos todas las opciones, desde servicios de atención gratuita hasta psicólogos de pago asequibles
¿Cuál es la mejor terapia para mí? Analizamos los 5 tipos de terapia más importantes para saber cuál te puede ayudar más
Es muy normal tener dudas antes de ir al psicólogo por primera vez. ¿Lo necesito de verdad? ¿Va a ser una pérdida de tiempo? ¿Y si no me ayuda? ¿Cómo sé a que psicólogo debo ir? ¿Pregunto a algún amigo o busco en Google? ¿Mejor psicólogo o psiquiatra? Todas estas preguntas nos agobian y, a menudo, hacen que pospongamos pedir ayuda profesional porque estamos demasiado confusos.
Al fin y al cabo, ir a terapia es un poco incierto, en parte por el tabú de la sociedad respecto a la salud mental. Todos sabemos lo que ocurre cuando vamos al dentista. Te sientas en la camilla, abres la boca y te regañan por no usar hilo dental. Pero, ¿qué es lo que pasará en el psicólogo? ¿También me regañarán?
A esto se suma el proceso de encontrar a un buen psicólogo. A la hora de ir al fisioterapeuta, muchas veces nos dejamos guiar por las recomendaciones de amigos o directamente buscamos en Google y pedimos cita con el que tenga mejor puntuación. ¿Esto funciona también a la hora de buscar a un psicoterapeuta?
Afortunadamente hay respuestas para todas las dudas. Encontrar a un buen psicólogo no es tan difícil si seguimos ciertas pautas.
La primera gran duda es si realmente te ayudaría ir al psicólogo. Aunque existe la frase de que “todos necesitamos ir a terapia”, en realidad muchas personas que no necesitan a un profesional para gestionar sus problemas psicológicos. Hay quienes aprenden herramientas por su cuenta, o también quienes tienen un contexto social muy saludable que les ayuda a crecer, aprender y mejorar.
Entonces, ¿cómo sé que la terapia psicológica me resultaría útil?
Hay algo de ti que no te gusta y que quieres cambiar. Por ejemplo, falta de autoestima, aprender habilidades sociales, dependencia emocional, secuelas de una relación tóxica, no sabes gestionar la ansiedad, estás muy irritable, te sientes deprimido, etc. No hay problemas grandes ni pequeños. Te mereces ir al psicólogo tanto si quieres conocerte mejor, como si tienes un trastorno psicológico grave.
El problema está afectando a algún área de tu vida. Por ejemplo, a tus amistades, pareja, vida sexual, estudios, trabajo, familia o simplemente a tu bienestar psicológico.
Has intentado resolver esta dificultad tu solo o con ayuda de tus seres queridos, pero no has podido. Las personas tenemos herramientas psicológicas que vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida o bien por nuestra cuenta, o bien gracias a la gente que nos rodea, nos cuida y nos aconseja. Estas herramientas valen para unos problemas, pero no para otros. Si tus herramientas no son suficientes para el problema actual, es recomendable pedir ayuda profesional a un psicólogo para aprender otras diferentes.
Quieres aprender herramientas, pero también quieres entenderte. Para muchas personas, el objetivo de la terapia no es cambiar ni aprender nuevas formas de comportarse, sino descubrir por qué sienten lo que sienten, piensan lo que piensan y actúan como actúan.
Estás dispuesto a escuchar, sincerarte y cambiar ciertas cosas. Si vas al psicólogo para desahogarte pero después seguir actuando igual que siempre, lo más probable es que no te ayude. Para que la terapia funcione necesitas ser sincero (un psicólogo no te va a juzgar) y, sobre todo, trabajar entre las sesiones. El verdadero trabajo no es el que tiene lugar durante esa hora de consulta, sino lo que haces tú el resto de la semana.
Opciones gratuitas y de pago
El siguiente paso después de reflexionar sobre si la terapia te va a resultar útil es buscar a un profesional.
La primera gran pregunta es si es mejor psicólogo o psiquiatra. Depende de tu situación. Si el motivo por el que quieres ir a terapia es para conocerte mejor o mejorar en un área de tu vida muy concreta, lo más recomendable es el psicólogo. Si sufres un trastorno psicológico de ansiedad o depresión, basándonos en las guías NICE (National Institute for Health and Care Excellence), el tratamiento de primera línea es la terapia psicológica. En caso de no haber mejoría, se puede compaginar con tratamiento psiquiátrico.
Dentro de la terapia psicológica hay varias opciones, algunas de ellas gratuitas y otras de pago:
Líneas de atención telefónica gratuitas como Cruz Roja Te Escucha (900 107 917) o Teléfono de la Esperanza (717 003 717). En cada comunidad autónoma hay teléfonos específicos además de los mencionados. Este recurso es útil en caso de crisis.
Asociaciones para colectivos vulnerables: mujeres maltratadas, migrantes, colectivo LGTBIQ+, niños y adolescentes, etc. En prácticamente todas las provincias hay organizaciones que proporcionan apoyo psicosocial a personas pertenecientes a colectivos vulnerables, y muchas incluyen terapia psicológica.
Psicólogos clínicos de la Seguridad Social. Mucha gente no sabe que en los centros de salud públicos también hay psicólogos. Aunque en algunas provincias están colapsados y las listas de espera son largas, es aconsejable preguntar a tu médico de cabecera.
Atención psicológica de la universidad. Muchas universidades españolas cuentan con un servicio de terapia psicológica gratuita a sus estudiantes.
Seguro escolar. Si eres menor de 28 años y cursas 3º de la ESO, 4º de la ESO, bachillerato, formación profesional o estudios universitarios, el seguro escolar que has pagado al inicio del curso cubre la terapia psicológica privada.
Centros y consultas privadas. A día de hoy los precios de la terapia psicológica son más asequibles, rondando entre los 35 y los 60 euros. Además, hay centros que ofrecen bonos y tarifas reducidas si estás desempleado o eres estudiante.
¿Dónde buscar a un psicólogo?
Hay muchas formas de encontrar un terapeuta, como el boca a boca, a través de Google, mediante las redes sociales, etc. Sin embargo, antes de lanzarte debes asegurarte de que se cumplen varios requisitos:
Que sea psicólogo. Esto es fundamental, y aunque parezca obvio, hay muchas personas que ofrecen ayuda psicológica sin tener el grado.
Que esté colegiado. Un psicólogo colegiado es aquel que figura en la base de datos del Colegio Oficial de Psicólogos (COP) de la comunidad autónoma. De esta forma, te aseguras de que cumpla con todas las garantías legales, que tenga la formación adecuada y que si hay mala praxis, puedas denunciarle al COP.
Que tenga formación especializada. Aunque no es un requisito como tal, si es muy recomendable que el psicólogo esté especializado en tu problema. Esto lo podrás ver en su página web o preguntándole por su especialidad.
Cuáles son los diferentes tipos de terapia
A la hora de escoger un psicólogo también es importante conocer, aunque sea por encima, los diferentes tipos de terapia para elegir a un terapeuta que se adapte a tus necesidades.
Terapia cognitivo conductual. Es una terapia en la que tendrás un papel muy activo. El objetivo es aprender herramientas que te ayuden a manejar los problemas y modificar tus creencias distorsionadas y las conductas que no te permiten avanzar. ¿Para qué problemas es útil? En resumidas cuentas, para todos. Es la terapia que más eficacia ha demostrado hasta la fecha según los estudios científicos.
Terapia sistémica. La terapia sistémica se centra en las relaciones, mejorando la comunicación, las dinámicas tóxicas y los problemas de pareja y familia.
Terapia psicoanalítica y psicodinámica. Son las terapias más antiguas dentro de la historia de la psicología, aunque en los últimos años han surgido teorías y técnicas nuevas. Se centran en los conflictos inconscientes reprimidos, dando mucha importancia al pasado.
Terapia humanista. Se trata de una terapia especialmente enfocada al desarrollo y crecimiento personal. El objetivo es dar significado a tu existencia, descubrir valores personales y aprender recursos para llevar una vida más plena.
Terapias de tercera generación o contextuales. Estas terapias son las más recientes y prometedoras. Algunos estudios científicos comparan su eficacia con la Terapia Cognitivo Conductual. Nos encontramos en esta categoría el Mindfulness, la Terapia de Aceptación y Compromiso o la Terapia de Activación Conductual. Todas ellas tienen en común que dan mucha importancia al contexto (cómo nos influyen las circunstancias que nos rodean, por ejemplo, la familia, el trabajo, la pareja, etc.). Además, al ser tan recientes, tienen influencias de las terapias clásicas que hemos mencionado antes.
A día de hoy hay muchas pseudoterapias, es decir, técnicas que no están demostradas, que se basan en información engañosa, que forman parte de estafas o que pueden hacerte perder tiempo y dinero. Esto ocurre en muchas disciplinas sanitarias, como la psicología, la fisioterapia, la medicina, la nutrición, etc. Por eso es importante elegir un profesional que realice terapia científicamente demostrada.