El covid, como hemos podido comprobar en estos más de dos años de pandemia, afecta de diferente forma a cada persona. La mayoría de las personas que se contagian presentan síntomas leves o moderados y se recuperan sin necesidad de ser hospitalizadas, como si de un resfriado común se tratase, pero otras requieren atención médica inmediata debido a la gravedad de los mismos.
De media, las personas que se contagian empezaban a presentar síntomas en un plazo de 5 a 6 días, pero el periodo de incubación se redujo con la variante ómicron. En el inicio de la enfermedad, se indicaba que los síntomas podían aparecer hasta 14 días después de haberse contagiado.
Los síntomas más habituales que presentan las personas que son positivas por coronavirus son fiebre, tos seca y cansancio, a los que se pueden añadir molestias y dolores musculares, dolor de garganta, diarrea, conjuntivitis, dolor de cabeza, pérdida del olfato o del gusto y erupciones cutáneas.
Los más graves son la dificultad para respirar (disnea), dolor o presión en el pecho e incapacidad para hablar o moverse. Conviene destacar que siempre existe la posibilidad de que una enfermedad se complique, que empiece con una sintomatología leve y, a medida de que las defensas de nuestro organismo no den la respuesta adecuada para vencer esa patología, se pueda agravar. De ahí que muchas personas acaban pasando por las unidades de cuidados intensivos (UCI) o perdiendo la vida.
El documento de la Comisión de Salud, con el que se da un paso más en la 'gripalización' del covid, no especifica qué es un caso leve, pero sí detalla cuáles son los criterios "de gravedad o mala evolución" y habla de síntomas como la disnea o la fiebre de más de 38 grados mantenida durante más de tres días.
En estos casos, es necesario ponerse en contacto con el médico. Si fuera imprescindible desplazarse, se recomienda también utilizar un vehículo privado y no el transporte público.