Despídete de los molestos ronquidos con estas recomendaciones
Dejar de roncar es posible en muchos casos: a veces basta con seguir estos sencillos consejos.
Roncar puede ser más problemático para nuestro compañero de cama que para nosotros mismos, pero afortunadamente este trastorno -que afecta a muchísimas personas- puede evitarse en muchos casos gracias a pequeños consejos que no implican pasar por manos de un profesional médico. Con todo, conviene conocer todos lo escenarios de ayuda posibles para evitar el molesto ruido de los ronquidos (y las incomodidades que éstos generan en quienes los padecen). Descubre qué provoca los ronquidos y cómo dejar de roncar.
¿Qué provoca los ronquidos?
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El ronquido tiene su origen en la relajación de los músculos de la garganta cuando dormimos. Además, la lengua se retrae en la boca, y esta combinación de elementos provoca que se obstruya la circulación del aire entre boca y nariz. Es entonces cuando surge el ronquido, que, en ocasiones, puede ser señal de un mal mayor: la apnea del sueño. El sonido del ronquido se corresponde con la vibración provocada por las paredes de la garganta.
Existen distintos factores que pueden producir ronquidos:
- sobrepeso (ya que el tejido extra en el cuello presiona las vías respiratorias)
- Tabique nasal torcido
- pólipos nasales, una inflamación de las adenoides y las amígdalas (que bloquea las vías respiratorias)
- lengua más ancha de lo normal o demasiado grande en relación al tamaño de la boca...
Algunas causas son circunstanciales, como un resfriado o gripe que provoque obstrucciones nasales, o la inflamación de tejido que puede producirse al final del embarazo. La calidad de tono muscular también es importante. Por eso las personas mayores son más propensas a roncar.
¿Cómo dejar de roncar?
Existen algunos consejos y trucos que pueden ayudarnos a dejar de roncar, y casi todos se relacionan con nuestro estilo de vida. Estos son algunos de ellos:
- Adelgaza (en caso de que tengas sobrepeso). El exceso de tejido en la zona de la garganta puede contribuir a que ronques si con ello se obstruye el paso de aire entre boca y nariz.
- Duerme de costado. Dormir boca puede incidir en la aparición del ronquido, debido a la posición en que queda nuestra lengua. Al dormir de lado estarás facilitando el paso del aire.
- Inclina la cabecera de la cama. Si la parte superior de la cama está un poco más elevada, es posible que ello contribuya a reducir el ronquido.
- Evita el alcohol y los sedantes. Este tipo de sustancias deprimen el sistema nervioso central y el resultado es una excesiva relajación de los músculos de la garganta. El resultado es una mayor incidencia del ronquido.
- Evita fumar. Fumar es nocivo por decenas de motivos distintos, y el ronquido es uno de ellos. Suspender el consumo de tabaco puede ayudar a reducirlos.
- Duerme las horas necesarias. Un descanso adecuado también ayuda a reducir los ronquidos. Como mínimo debes dormir entre 7 y 8 horas cada noche. Los niños en edad preescolar deben dormir más (de 11 a 12 horas al día) y en el caso de los niños en edad escolar, son necesarias al menos 10 horas. En el caso de los adolescentes, el descanso debe rondar entre las 9 y las 10 horas diarias.
- Refuerza tu musculatura. Prácticas como cantar o tocar un instrumento de viento ayudan a fortalecer la musculatura de tu garganta y a evitar con ello una relajación excesiva durante el sueño y el consecuente ronquido.
Si estas medidas no bastan, existe ayuda médica más o menos invasiva que puede ayudarte:
- Uso de tiras nasales o de un dilatador nasal externo. Puedes encontrar estos productos en tu farmacia. En ambos casos, se trata de mejorar la respiración.
- Si estás resfriado o padeces alergia, trata los síntomas. La obstrucción que te impide respirar correctamente puede tratarse con medicamentos específicos.
- Cuidado con los descongestionantes orales o en aerosol. No es bueno abusar de ellos, y solo deben utilizarse bajo prescripción médica. Pueden provocar un ‘efecto rebote’.
- En algunos casos, es necesaria cirugía. Por ejemplo, cuando es necesario corregir un defecto estructural en las vías respiratorias, como el tabique nasal desviado.