La tormenta de citoquinas: las alarmas de nuestro cuerpo, una de las armas del coronavirus para atacar nuestro corazón
Cuando hay una tormenta de estas "señales de alarma" o moléculas, el sistema inmune se descontrola y no lucha solo contra el virus, sino que también ataca al propio organismo.
Uno de los rasgos más dañinos del coronavirus es su capacidad para usar el sistema inmune de nuestro cuerpo para atacarnos. Camuflarse y engañar. Es una de esas tácticas. Por eso ahora se estudia el tiempo que permanece escondido en los pulmones cuando se cree que la persona ya está recuperada. Esta respuesta excesiva se refiere a una "tormenta de citoquinas". Las citoquinas son las "señales de alarma" del organismo: un agente extraño entra en el cuerpo, se liberan las citoquinas y el sistema inmune reacciona y acude a atacar a ese microorganismo extraño (en este caso, el coronavirus SARS-CoV-2). Sin embargo, cuando hay una tormenta de estas "señales de alarma" o moléculas, el sistema inmune se descontrola y no lucha solo contra el virus, sino que también ataca al propio organismo.
En este sentido, los investigadores recomiendan un tratamiento antiinflamatorio continuo para ayudar a la recuperación: las terapias antiinflamatorias cardiovasculares probadas deben utilizarse para tratar a los pacientes con COVID-19 que corren riesgo de padecer o han desarrollado problemas cardiovasculares (estas terapias limitan la actividad del sistema inmunitario sobre el corazón).
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El riesgo de neumonía y dificultad respiratoria en los pacientes con COVID-19 es bien conocido, pero cada vez hay más pruebas de graves problemas cardiovasculares asociados a la enfermedad, según un estudio chino que destaca la necesidad de utilizar terapias antiinflamatorias ya probadas para el corazón. Y no solo eso, los efectos colaterales del coronavirus en enfermedades que afectan al sistema nervioso y a nuestro cerebro es evidente.
Un equipo de científicos chinos, liderado por Shuyang Zhang, del departamento de cardiología del Pekin Union Medical College, ha realizado un estudio en el que se detallan las distintas formas en las que la COVID-19 puede desencadenar problemas cardiovasculares.
Además, se establece una guía para elegir terapias para evitar o reducir estos daños y se mencionan los riesgos que para el sistema cardiovascular tienen algunos fármacos actualmente en experimentación contra la COVID-19. El trabajo se publica en un artículo en la revista Frontiers in Cardiovascular Medicine. La inflamación desempeña un papel importante en el desarrollo y las complicaciones de las enfermedades cardiovasculares.
Cuanto más reacciona el cuerpo, más posibilidades de morir
Zhang y su equipo han visto que los pacientes con COVID-19 con mayores signos de respuesta inflamatoria son más propensos a sufrir eventos cardiovasculares graves y tienen un mayor riesgo de morir. Los científicos han identificado varias formas en las que la COVID-19 puede desencadenar problemas cardiovasculares: el virus podría infectar directamente y causar inflamación de los tejidos del corazón, agravar los problemas cardiovasculares existentes o desencadenar una respuesta inmunológica excesiva en el cuerpo.
Algunos fármacos usados hoy pueden ser contraproducentes
Sobre los experimentos con algunos fármacos para la COVID-19, los investigadores advierten de que se desconocen aún su eficacia y seguridad. "Algunos medicamentos que se utilizan para los pacientes con COVID-19, como lopinavir/ritonavir, el interferón, la ribavirina y la hidroxicloroquina, pueden en realidad aumentar el riesgo de deterioro cardiovascular", explica Zhang.
Este científico añade que teniendo en cuenta que estos fármacos pueden llegar a ser esenciales en el tratamiento clínico de los pacientes con COVID-19, se necesitan urgentemente estrategias de protección cardiovascular para mejorar el pronóstico general. "Esperamos que nuestro estudio proporcione información útil a la comunidad mundial con la esperanza de mejorar la gestión clínica de la COVID-19 durante esta pandemia", resume el científico chino.