Se acercan las Navidades y como venían vaticinando los más agoreros, el protagonista será el coronavirus una vez más. Pese al optimismo de todos aquellos que creían que la pandemia nos iba a dejar tregua durante la última semana de diciembre, las medidas sanitarias son claras: debemos limitar los contactos y ser prudentes. La teoría es fácil pero, ¿cómo nos afectará psicológicamente esta situación?
Para muchos, las fiestas navideñas son un respiro. Significan desconexión, reencuentros con amigos y tiempo en familia. En 2020 más que nunca esperábamos estas fechas con ilusión. Después de tantos meses solitarios e inciertos, pensábamos que por fin veríamos a ese amigo que se fue a estudiar al extranjero o a los abuelos del pueblo. La realidad es bien distinta.
Según las recomendaciones del plan elaborado por el Gobierno anunciado esta semana están prohibidas las reuniones con más de seis personas, siendo lo ideal que pertenezcan al mismo grupo de convivencia, y se retrasa el toque de queda a la una de la mañana en Nochebuena y Nochevieja. No obstante, y aunque esto sirva de guía, la última palabra la tendrán las comunidades autónomas.
A mayores, proponen una serie de recomendaciones para evitar contagios:
Muchas personas han reaccionado a esta nueva normativa con decepción. Es comprensible, pero debemos ser responsables y pensar en nuestra salud (y la de los que nos rodean) a largo plazo. Esto también implica cuidarnos psicológicamente:
Todos queremos estar al día de las novedades sobre el coronavirus, pero no podemos vivir pegados al teléfono móvil.
Son muchas las noticias falsas que circulan por las redes sociales. Si te las crees, te pondrás nervioso. Si no te las crees pero intentas desmentirlas, te enfadarás con el autor. Por eso lo mejor es ignorar la información de fuentes no oficiales. Recuerda que los bulos funcionan porque se viralizan. Si nadie les hace caso, pierden valor.
Para evitar la sobreinformación, busca noticias sobre el coronavirus entre dos y tres veces a la semana. Y tranquilo, si sucede algo relevante o el Gobierno decreta una nueva normativa, te enterarás.
Ni van a ser las peores navidades de nuestra vida, ni podemos actuar como si fuese el año pasado. Entre el catastrofismo y el optimismo ilusorio hay un término medio.
Es importante que tengas claro lo que puedes y no puedes hacer. Las normativas para evitar el coronavirus tienen una función: que ni tú ni tu familia enferméis. Por eso es importante ser realistas y no actuar motivados por el impulso del momento.
Muchas veces nos guardamos la tristeza y las preocupaciones para nosotros mismos para no preocupar a nuestros padres, amigos o pareja. “Bastante tienen ya con sus propios problemas”, pensamos.
Aunque es muy noble por tu parte, compartir tus sentimientos con las personas a las que quieres tiene muchos beneficios:
Si un viernes haces una cena con tus seis amigos de toda la vida, el sábado no vayas a la comida de compañeros de la universidad. En otras palabras, no te juntes cada día con un grupo de gente diferente.
Esto te ayudará a limitar los contagios, pero también preocupaciones futuras. Imagínate que en enero tu abuelo o tu madre empieza a toser. Ante la duda de si es coronavirus o un catarro normal por el clima invernal, haber actuado con prudencia evitará que te sientas culpable. Si todos habéis sido precavidos, os ahorraréis disgustos y quebraderos de cabeza.
“Si no solo puedo quedar con la misma gente siempre, ¿qué hago con el resto de amigos?”, te preguntarás. El 2020 no es el fin del mundo. Ya habrá meses y años para quedar con ellos, abrazaros y beber de la misma copa.
Mientras dure la pandemia, podéis hacer planes alternativos. Por ejemplo, cenas online con más de 6 personas. Como normalmente estas citas se quedan en el aire y nunca se celebran, lo ideal es reservar una fecha cuanto antes. Ya sabes, di en el grupo de WhatsApp que el 19 de diciembre tenéis videollamada.
Y a mayores, puedes fomentar un ocio diferente con tu familia. Si todas las Navidades son idénticas, este año podéis añadir cosas nuevas. Los juegos de mesa cada vez están más de moda, comprad un par y tendréis diversión asegurada. Además, al ser cenas con menos aforo, habrá mayor intimidad y te ahorrarás ver a ese tío tan pesado.