10 chicos cuentan cómo les afecta el machismo en primera persona: "Para mi familia los hombres no lloran"
Diez chicos se abren para hablar de cómo les ha afectado el machismo en su vida
El machismo ejerce presión sobre los hombres, obligándoles a encajar en el estereotipo de fuerte, valiente y lógico por encima de lo emocional
Normalización del consumo de drogas, dificultad para pedir ayuda psicológica y una tasa de suicidios consumados más alta son algunas de las secuelas del machismo en los hombres
Vivimos en una sociedad machista, lo que significa que hay personas con más o menos privilegios, pero todos somos víctimas del patriarcado. Esto es un hecho, y muestra de ello es el concepto tradicional de ‘masculinidad’, basado en una serie de creencias sobre cómo de debe ser un hombre: fuerte, valiente y cerebral en vez de emocional. Frente a esto, últimamente hemos escuchado hablar de las "nuevas masculinidades".
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La lista de requisitos para encajar siendo hombre en una sociedad machista es eterna, y el resultado es un cúmulo de prejuicios que afectan a todo el género masculino provocando una presión por encajar en ese ideal desde la infancia. Muestra de ello es que si ya de pequeño te desmarcas de los gustos “de niños” pasas a ser el raro o incluso se cuestiona tu orientación sexual.
Crecemos y estos estereotipos no sólo se mantienen, sino que se intensifican. Se espera de un hombre que lleve la iniciativa, que pague la cuenta, que si él ha pedido un refresco y ella ha pedido una caña de cerveza, él se beba la caña. Se espera que sea racional, que no muestre sus sentimientos, que el día en que su pareja y él decidan tener un hijo, él tenga que retomar el trabajo sí o sí para ser el sostén económico de la familia. Se espera que sea un desastre en las tareas del hogar, que no tenga ni idea de cocinar y que sus gustos decorativos sean básicos y en tonos azules o grises. Y cuando se rompen esas expectativas, siempre hay alguien que mira extrañado.
¿Cómo afectan los estereotipos de género a los hombres?
Las consecuencias de estos estereotipos de género son, entre otras, una alta prevalencia de trastornos psicológicos internalizantes como depresión o ansiedad generalizada en hombres sin diagnosticar ni tratar. La razón es que al no saber identificar sus emociones y al haber crecido en entornos que les reprimían cuando intentaban expresarlas, tardan meses o años en pedir ayuda.
Esto se suma a los datos sobre suicidio consumado en hombres, que señalan una cifra más alta que en mujeres –8 hombres por cada 2 mujeres, según la Oficina Europea de Estadística–. Pero ojo, porque los intentos de suicidio son similares en ambos géneros, sin embargo, los hombres recurren a técnicas más letales y en ocasiones se ven influenciados por trastornos comórbidos más frecuentes en el género masculino como la adicción al alcohol y otras sustancias. Esto, según los expertos, es una consecuencia del machismo que valida la agresividad y la violencia en hombres, y normaliza las adicciones cuando son ellos quienes las sufren.
Crecer en una sociedad machista: la visión de varios hombres
Para conocer más a fondo la repercusión del machismo en los hombres, hemos preguntado a diez de entre 20 y 35 años.
“Cuando vamos a casa de los padres de mi novia, me dan cerveza literalmente sin preguntar. Si me la acabo me ponen otra. Les tengo que pedir que paren porque si no siguen. A ella le sirven agua o, como mucho, Coca Cola. Si se coge una cerveza le dicen que tenga cuidado no se vaya a emborrachar. Esto no es algo que me pase solo a mí, es algo muy habitual. Está muy bien visto beber alcohol siendo hombre y te animan a ello, y es una cosa seria porque cada vez conozco a más personas de mi edad que son alcohólicos.” – Sergio, 25 años.
“Para mi familia los hombres no lloran. Cuando murió mi abuelo, en el tanatorio estábamos mi madre, yo y una prima llorando, y vino mi padre a decirme que parase que estaba dando un espectáculo.” – Tomás, 28 años.
“Desde preescolar me dijeron que si era gay porque no me gustaba jugar con niños ni el deporte, y porque prefería jugar a cocinitas y a papás y mamás. Me hicieron bullying durante todo el colegio, y en el instituto todos se pensaban que me gustaban los chicos, pero por lo menos ahí ya me dejaron de insultar y pegar. Ya de mayor me ha pasado también que chicas con las que he salido me han preguntado muy insistentemente si era gay o bisexual. No lo entiendo.” – Mario, 21 años.
“Hace año y medio mi novia y yo fuimos padres. Ella se incorporó en el hospital porque además con el tema del Covid la necesitaban, y además es una persona con mucha vocación. Como nos lo podíamos permitir, yo solo trabajo un par de horas al día de lo mío y ya. Si me diesen un euro por cada persona que nos ha mirado raro por decir que ella es la que trabaja, tendríamos el equivalente a dos sueldos de diputados.” – César, 31 años.
“Con 15 años me violó una mujer de 32 años. No me di cuenta hasta mayor, porque no entendía que era una relación de poder. Cuando se lo conté a los que eran mis amigos todos se descojonaron y me dijeron que tenía suerte, que quién pudiera estar con una tía mayor con experiencia.” – Roberto, 30 años.
“A mi padre le daba vergüenza decir lo que estudiaba porque no era carrera de hombres”
“Me mudé a Córdoba y conocí a mi grupo de amigos. Todos somos muy cariñosos y nos saludamos con un abrazo. Un fin de semana que volví a Sevilla fui a saludar a mis amigos de toda la vida y me salió darles un abrazo. El primero se quedó extrañado, otro me dio un empujón y otro me dijo que ni se me ocurriese. Las muestras de afecto entre hombres están muy mal vistas, y si eso no es por el machismo que me digan por qué es.” – Ismael, 29 años.
“Es imposible hablar de complejos físicos con un grupo de tíos. O te vacilan o se lo toman a coña. Cuesta mucho mostrar las inseguridades.” – José Antonio, 25 años.
“Me da mucha envidia mi novia porque cuando queda con sus amigas se cuentan cosas que entre tíos no se cuentan. Hablan de sexo de una forma muy madura, o comparten sus rayadas, o de salud mental. No sé. Luego yo quedo con mis amigos y las conversaciones son como muy simples. Si se habla de sexo parece una competición a ver quién folla más, y si sacas temas tipo depresión o ansiedad, es como incómodo. Luego si lo hablas a solas con alguno y bien, pero en grupo no.” – Raúl, 22 años.
“Estudié enfermería y ya te puedes imaginar los comentarios. En el trabajo si no me han confundido casi cincuenta veces con un médico y a compañeras médicas con enfermeras, no me han confundido ninguna. Bueno, es que me acuerdo que en los dos primeros años a mi padre le daba vergüenza decir lo que estudiaba porque no era carrera de hombres.” – Nicolás, 26 años.
“De pequeño quería ir a baile y mis padres no me dejaron. Con 14 años me apunté sin decirles nada y cuando se enteraron la bronca fue brutal. Luego ya con 30 años me volví a apuntar después de mucho tiempo y entre mis amigos hubo mucho vacile.” – Alfredo, 32 años.