A todos se nos viene a la cabeza una persona cuando leemos ‘relación tóxica’. Puede que incluso nosotros mismos hayamos estado enganchados a este tipo de romances tan dañinos mientras todos nuestros amigos flipaban desde fuera y gritaban “amigo, date cuenta”. Pero, ¿qué tienen de especial este tipo de relaciones para volverse así de adictivas?
Últimamente se nos llena la boca etiquetando de ‘tóxico’ a todo lo que no nos gusta. Se trata de un hábito muy peligroso, sobre todo cuando cometemos el gran error de asignar a una persona dicho adjetivo.
Lo primero que debemos saber para definir una relación conflictiva es que no hay personas tóxicas, sino conductas tóxicas que todos hemos podido realizar alguna vez en mayor o menor medida.
Dicho esto, una relación tóxica es aquella en la que abundan comportamientos destructivos, como por ejemplo:
Podemos encontrar una demostración muy clara de estas conductas tóxicas en el 'reality' La Isla de las Tentaciones. Por ejemplo, cuando Mayka afirma que por respeto a su pareja nunca bailaba de fiesta y no miraba a otros chicos, exigiendo a Pablo actuar de la misma manera. También magnifica la conducta de Pablo cuando habla con otras mujeres, pero minimiza su propia infidelidad para no sentirse responsable.
Si bien son solo un par de ejemplos, en el 'reality' podemos identificar muchos otros comportamientos destructivos.
Este tipo de relaciones no son algo exclusivo de los ambientes televisivos. En nuestro día a día nos topamos con muchas parejas así, incluso a veces nosotros mismos.
Abril, de 21 años, confiesa encontrarse inmersa en una relación tóxica pero no sabe cómo salir de ella. “Nos gritamos, nos insultamos, lo dejamos y volvemos. Sé que suena a tópico, pero es como una droga para mí”, afirma.
“Cada vez que le cuento a mis amigas que lo hemos dejado, le dan cero importancia porque saben que a los dos días vamos a volver a estar juntos. Prefieren no meterse y por un lado lo entiendo, pero también me gustaría que alguien me dijese cuatro cosas y me abriese los ojos”, comparte la joven con nosotros.
Lo que Abril (y el resto de personas en su situación) ignora es que nadie puede abrirle los ojos si ella se empeña en ponerse una venda después. En palabras menos metafóricas, la responsabilidad de salir de una relación tóxica no es de sus amigos ni de sus padres, sino de ella misma. Debe cortar por lo sano porque ella quiere y no por influencia ajena.
En primer lugar, porque este tipo de relaciones deteriora la autoestima hasta el punto en el que los límites de individualidad se disipan. Como dice la canción de Amaral, 'Sin ti no soy nada', o al menos así piensan estas parejas. Por miedo a la soledad o a no merecer algo mejor, se aferran a relaciones totalmente tóxicas.
En segundo lugar, suelen darse pequeñas conductas positivas que parecen compensar todo lo malo. Si de lunes a viernes tu pareja te trata mal, el sábado cuando estás decidido a dejarlo te sorprende con una cena romántica. Eso hace que sigas con él o ella bajo la creencia de que “en el fondo te quiere y a lo mejor cambia”.
En tercer lugar, "el qué dirán" es muy poderoso. A veces mantenemos relaciones infelices por miedo a echar por la borda muchos años de noviazgo, a la opinión de padres o amigos, a no encontrar otra persona con la que haya complicidad, y un largo etcétera de justificaciones que solo prolongan el malestar. ¿Compensa una relación en la que constantemente sientes ansiedad y tristeza? En absoluto.
Ahora que sabemos qué es una relación tóxica y por qué es tan adictiva, la gran pregunta es cómo ponerle fin de una vez por todas.