Dolor crónico es aquel que se prolonga por más de 6 meses y no desaparece con ningún tratamiento. Alrededor del 20% de la población en España. Y quienes sufren de dolor crónico en invierno lo notan aún más. ¿Quién no ha predicho alguna vez que se avecinan lluvias cuando nota dolor en la rodilla? A esto se le conoce como metereosensibilidad, y la experimentan las personas con una especial sensibilidad hacia los cambios climáticos.
Un elevado índice de humedad o un brusco cambio de temperatura son algunas de las causas que pueden influir en el dolor que sufren los 'meteorosensibles'. En relación con el clima, el incremento del dolor se produce por una disminución en las presiones atmosféricas que nuestro cuerpo advierte a través de una serie de receptores en la piel y en las articulaciones. Principalmente estas modificaciones que acentúan el dolor suelen estar relacionadas con bajas temperaturas y altas humedades.
La mayoría de pacientes con dolor crónico son personas que sufren alguna patología osteomuscular o enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Las enfermedades con dolor sobre las que más influye el clima son las siguientes, según recopila 'Medicina del dolor':
Científicos de la Universidad Tufts de Boston determinaron que una caída de 10 grados de temperatura provocaba un aumento en los dolores vinculados a la artritis. De igual modo, también se concluyó que una disminución de la presión ambiental, acompañada de bajas temperaturas y generalmente de un mayor índice de humedad, provoca que el líquido que tenemos dentro de las articulaciones, conocido como líquido sinovial, se expanda dando lugar a inflamaciones y acentuando los dolores en personas con enfermedades como la artritis y la artrosis reumatoide.
Otro de los factores que demuestran que hay una relación entre estas enfermedades articulares y la meteorología es que en los países nórdicos con climas más fríos y húmedos hay una mayor prevalencia que en los países mediterráneos o del sur con temperaturas mucho más agradables.
Algunas personas con esta enfermedad aseguran que las temperaturas extremas, tanto frías como cálidas, influyen en sus dolores. Según un estudio realizado en Noruega, los síntomas de la fibromialgia parecen empeorar durante los meses de invierno y empiezan a mejorar en primavera.
Esta situación les permitió sugerir a los científicos que existe una relación directa entre las temperaturas más frías y las presiones barométricas más bajas y el aumento de los dolores y otros síntomas de esta enfermedad. Sin embargo, para otros enfermos de fibromialgia las temperaturas elevadas y con altos índices de humedad también les pueden perjudicar. En este sentido, todo depende de las sensibilidades de cada paciente.
Las migrañas también pueden verse acentuadas por el clima. Un estudio del Hospital Infantil de Boston comparó los dolores de 77 pacientes con migrañas con los cambios meteorológicos producidos durante dos años en Estados Unidos. Un análisis posterior de los datos determinó que cerca de la mitad de los participantes del estudio presentaron un mayor índice de migrañas en días que coincidían con cambios climatológicos, aunque no todos lo hacían de manera semejante.
Algunos pacientes eran más vulnerables ante el calor y la humedad, mientras que en otros, se agravaban sus dolores de cabeza en condiciones de frío. Aun así, no cabe duda que la incidencia del clima, en uno u otro sentido, agravaba las migrañas.
Algunos remedios para combatir el dolor crónico durante el invierno son los siguientes:
En algunas ocasiones, cuando el líquido sinovial presenta un gran componente inflamatorio, este se puede sustituir por ácido hialurónico, aliviando el dolor. Esta terapia se conoce como viscosuplementación y se realiza de manera rápida y ambulatoria en articulaciones de gran tamaño.