La relación entre los cambios de tiempo y las molestias en las articulaciones o los picores en la epidermis de alguna vieja operación o fractura son parte de la sabiduría popular, pero también han sido estudiados desde el plano médico.
La responsable de estos dolores es la presión atmosférica porque al igual que cualquier objeto, el organismo del ser humano, está sometido a una presión constante de 1 kilo por centímetro cuadrado. En función de la altura a la que nos encontremos, esta fuerza sobre nuestro cuerpo puede ser mayor o menor, y sus variaciones son apenas perceptibles, menos para aquellos cuyas articulaciones están dañadas porque el líquido sinovial que existe en su interior es especialmente sensible a estas alteraciones.
Una situación parecida sucede con las fracturas y con las cicatrices motivadas por intervenciones quirúrgicas, aunque en estos casos es la temperatura la culpable de la picazón. "Es verdad que cuando hace calor se genera una vasodilatación de los capilares y también las diferencias de presión hacen que la sangre circule más o menos, por lo que es más fácil que cicatrices recientes sean más sensibles y puedan provocar alguna molestia al roce", afirma Didac Barco, dermatólogo de la Academia Española de Dermatología y Veneorología (AEDV) y miembro del Grupo de Dermatología Estética y Terapéutica. El especialista advierte que esta situación es más frecuente cuando se produce hipertrofia o cuando esa piel tiene tendencia al queloide.
"Lo primero y muy importante, el reuma no existe como tal, existen las enfermedades reumáticas. Algunas de las más frecuentes, como la artrosis, que concurre a partir de los 40-45 años, es la que con mayor frecuencia se asocia a los cambios de temperatura", dice el doctor Javier de Toro, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología y reumatólogo en el Hospital Universitario de A Coruña. “Esto tiene su explicación. Las articulaciones tienen una serie de huesos y unos medios de sujeción, también tienen unos receptores de presión, los barorreceptores, que perciben esos ligeros cambios de presión que suelen vaticinar un cambio del tiempo", afirma el experto.
Estamos ante demandas frecuentes en ambas consultas, sobre todo en las de los reumatólogos, donde suelen interpelar por métodos para minimizar los efectos de estas bajas presiones en sus rótulas, codos y tobillos. “Es más, cuando nuestros pacientes se van de viaje a zonas costeras, como el Mediterráneo, nos comentan que no han necesitado tomar medicamentos y cuando regresan vuelven a solicitarlos. Es cierto que estas dolencias son más sintomáticas en las zonas de bajas presiones, por lo que el lugar ideal para evitarlas son las zonas de clima templado, donde hay pocos cambios”, agrega De Toro.
Los dermatólogos aconsejan proteger del sol, si la cicatriz es muy reciente, al menos dos años para evitar un cambio de coloración. Asimismo, recomiendan los masajes para evitar las adherencias, presionando la zona con aceites de argán o de rosa mosqueta. También existen los parches con geles de silicona transparentes, que ayudarán en el proceso de cicatrización. Asimismo, se recomienda una buena higiene y una buena hidratación.
Asimismo, el reumatólogo recomienda a sus pacientes una buena alimentación, mantener un peso adecuado y hacer algún tipo de ejercicio aeróbico, como andar, pasear o montar en bicicleta. “Es un error no hacer algo de deporte en estos casos porque las articulaciones están constituidas por muchos elementos, uno de los fundamentales es la superficie de rozamiento, el cartílago, se nutre exclusivamente con el movimiento”, comenta. “Por eso es muy importante realizar cambios posturales y mover las extremidades de personas encamadas porque si no esas articulaciones envejecen de una manera extraordinaria”, concluye.