Debido a la crisis del coronavirus, que nació (según las fuentes oficiales) en la ciudad china de Wuhan por la zoonosis de un murciélago a un ser humano (el paciente 0), las costumbres alimenticias del país asiático han pasado a ser de interés general.
Además de la extrañeza que produce en occidente el consumo de carne de perros y otras mascotas, y de animales poco apetitosos para nosotros como el murciélago o el pangolín (que se siguen vendiendo, por cierto, con total normalidad en sus mercados en la era pos-covid) hay otra tradición que ha llamado la atención a los usuarios de Google: por qué beben el agua caliente.
Desde 1930, y sin importar la ideología de los sucesivos gobiernos de la historia política de China, se implantó el consumo de agua caliente o tibia para toda la población. Los chinos siempre han considerado que es una medida de salud pública, por considerarla “más sana” que el agua fría, quizá, por el hecho de estar previamente hervida. Según el investigador en costumbres chinas, Zhang Guowei, todas las empresas del país tienen dispensadores de agua tibia, que se ha convertido allí en una medida nutricional común.
También hay otra razón: se utilizaba antiguamente para entrar en calor cuando los sistemas de calefacción eran inexistentes o no tan efectivos como los de la edad moderna. Pero, igualmente, se consume en verano, en plenas horas de calor, por lo mismo por lo que se toma el té caliente en Marruecos: para que el cuerpo no cambie tan bruscamente de temperatura y gaste, por tanto, menos energía.