China autorizó el pasado 22 de julio el uso de candidatas a vacunas contra la COVID-19 en personal médico y funcionarios para "casos de emergencia", según ha informado el responsable de la Comisión Nacional de Sanidad Zheng Zhongwei.
El uso de candidatas a vacunas contra el COVID-19 se ha estado inoculando a varios grupos, entre los que se encuentran personal médico y funcionarios de fronteras, "en conformidad con la ley", ha asegurado el director del Departamento de Desarrollo de Ciencia y Tecnología de la Comisión Nacional de Sanidad, en una entrevista en la televisión estatal CCTV.
"Se han elegido estos colectivos porque tienen más probabilidades de infectarse con el coronavirus. La mayoría de los casos que China registra ahora son importados, por lo que los funcionarios fronterizos son un grupo de alto riesgo", ha explicado Zheng, sin detallar a cuántas personas le fue inyectada la vacuna.
En el futuro, el programa de vacunación se ampliará a personas que trabajan en las industrias de transporte y los servicios o en mercados subterráneos para "crear una barrera de inmunidad", confirmó Zheng, añadiendo que "las vacunas chinas serán asequibles para el público" cuando estén listas, y que su precio podría ser "incluso más bajo" que el anunciado por las farmaceúticas.
El presidente de la empresa estatal China National Biotec Group -parte de la farmacéutica Sinopharm-, Liu Jingzhen anunció que la vacuna de ese grupo estará lista "probablemente en diciembre" a un precio menor que 1.000 yuanes (144 dólares, 121 euros), y que se empezará a comercializar una vez termine la tercera fase de pruebas, que se lleva a cabo en Emiratos Árabes Unidos.
Otra de las vacunas que desarrolla el país, la del Instituto Científico Militar y la compañía biofarmacéutica china CanSino Biologics, también está en la tercera fase de pruebas, en Pakistán.
Hasta el momento, apunta el diario oficial China Daily, China cuenta con cinco posibles vacunas que han alcanzado al menos la segunda fase de pruebas, de las cuales una se basa en un vector viral para transportar partes del coronavirus y las otras cuatro, en una versión inactiva del agente infeccioso causante de la pandemia de la COVID-19.
Habitualmente, el período para que una vacuna pueda estar disponible para su uso a nivel masivo es de, al menos, entre 12 y 18 meses, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque Pekín ha acelerado los procesos debido a la emergencia sanitaria y ha permitido que se lleven a cabo al mismo tiempo algunos estudios en diferentes fases.