La adolescencia es una de las etapas más convulsas de nuestras vidas: experimentamos cambios hormonales y sociales importantes, nos convertimos en adultos y experimentamos nuevos sentimientos y emociones. Es normal que, con tanto cambio, la probabilidad de sufrir episodios de ansiedad aumente y que existan patrones que se repitan frecuentemente durante esta etapa concreta. El adolescente, tal y como recuerda el Colegio Oficial de Psicólogos (COP), es nervioso por naturaleza, pero hay que intentar mantener estos niveles dentro de unos límites razonables y actuar cuando éstos se sobrepasen. ¿Cómo funciona la ansiedad en adolescentes? ¿Cuáles son los síntomas y tipos de ansiedad en adolescentes?
Según recuerda el Colegio de Psicólogos, los adolescentes con niveles altos de ansiedad suelen mostrarse inseguros, perfeccionistas y con gran necesidad de recibir la aprobación de los demás para que les aseguren la calidad de lo que hacen. La falta de autoconfianza y el temor a determinadas situaciones son muy frecuentes, y su impacto puede minimizarse gracias a la intervención de adultos que les enseñen a reconducir la situación y a enfrentarse a esos miedos de forma sana, así como gracias a la terapia con un profesional de la salud mental.
Además, existen estudios que constatan un aumento de la ansiedad en adolescentes en los últimos años, relacionándolo con un nivel de exigencia académica y social cada vez más elevado. Esta tendencia nos habla de un problema estructural que es necesario atacar para que el desarrollo del adolescente pueda llevarse a cabo de forma sana, permitiendo el tiempo de descanso y la reflexión.
Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, el Instituto Nacional de la Salud asegura que cerca de 1 de cada 3 adolescentes entre las edades de 13 y 18 puede tener un trastorno de ansiedad y que este número va en aumento, ya que entre 2007 y 2012, los trastornos de ansiedad en los niños y adolescentes aumentaron en un 20 por ciento en este país.
Así, aunque es un hecho que la genética, la química del cerebro, la personalidad y los sucesos de la vida contribuyen a la presencia de ansiedad, también hay que valorar la influencia de las altas expectativas y la presión por alcanzar le éxito, así como el peso de una mayor inseguridad social, la existencia de las redes sociales (hiperconectividad), un ritmo de vida acelerado que cada vez naturalizamos en mayor medida, etc.
El resultado es que reducir los niveles de estrés y ansiedad a día de hoy resulta mucho más complicado que hace unas décadas, y esta tendencia no deja de aumentar. Por eso, aunque resulte complicado, los expertos recomiendan poner el foco en reducir la presión social en el adolescente, así como crear espacios de descanso y desconexión que permitan relativizar situaciones (escapadas a la naturaleza, práctica de deporte...)
También se recomienda controlar el tiempo de exposición a las redes sociales y a Internet, así como ayudar al adolescente a filtrar el bombardeo de mensajes que le impactan diariamente y que pueden minar su autoestima.
Por último, en un mundo cada vez más globalizado y normalizado, resulta útil y necesario celebrar la diferencia: intentar que los adolescentes asuman sus virtudes y defectos con naturalidad puede ayudarles a reducir su nivel de autoexigencia, permitiéndoles vivir más felices y relajados.
Estos son algunos signos que pueden ayudar a padres y educadores a conocer la existencia de ansiedad en un adolescente:
Además, existe un tipo de ansiedad concreto relacionado con la separación de los padres o de otras personas queridas. Por ejemplo, miedo a sufrir un ataque, a ser robado en su domicilio, a que sus padres sufran un accidente o problema ante su ausencia... Se trata de la llamada ansiedad de separación. Es posible que, quienes sufren este tipo de ansiedad, intenten evitar la separación usando toda clase de excusas, e incluso que lleguen a experimentar dolores reales, vértigos, desmayos... que tratan de evitar la separación ocultando la causa subyacente (no querer separarse de sus padres).
Otro tipo de ansiedad frecuente en la adolescencia es la crisis de ansiedad o ataque de pánico. Se trata de la máxima expresión de la ansiedad, de alta intensidad y corta duración (alrededor de 30 minutos). Sus síntomas incluyen palpitaciones (ritmo cardíaco acelerado), sudación, temblores o sacudidas, sensación de ahogo, dolor en el pecho y molestias alrededor del corazón, náuseas o molestias abdominales, mareos, sensación de pérdida de conciencia... así como miedo a morir o a volverse loco. También es posible experimentar hormigueo en determinadas partes del cuerpo, así como sofocos o escalofríos. Estos episodios, por su dramatismo, generan miedo en el adolescente a que vuelvan a ocurrir.