La periodista Bibiana Rodríguez ha expresado su dolor y admiración por su padre, fallecido por coronavirus, en un mensaje publicado en redes sociales. Para Paco o Ranchín, un cocinero muy querido en A Coruña, le dedica esta despedida al que llama su "guerrero de camisón abierto".
"Era un hombre bueno y generoso, que daba lo que no tenía, y que sabía dónde residía la verdadera fuerza de la razón, de la que siempre hizo uso con su palabra clara y sencilla". Tres semanas permaneció Paco en el Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, pero ahora es eterno, dice la hija en el texto que dedica a su padre.
"Ya no te veré salir entre aplausos de héroes de bata blanca", le dice la periodista Bibiana Rodríguez, en un texto que hace que tiemblen los adentros. No quiso que su progenitor, un cocinero muy querido en Galicia, y desde luego en Miño (A Coruña), su municipio, fuese un número más de una cruel y fría estadística. No, porque esa mirada del color de la lluvia de ella, heredada de él, ha separado acertadamente realidad y fantasía.
"Guerrero de camisón abierto", "eres mi guerrero de los ojos azules y, como siempre te tocó hacer en esta vida, te fuiste luchando", suscribe Bibi, -así se dirigen a ella en su círculo íntimo-, y añade entonces: "Yo te imaginaré saliendo entre aplausos, convertido ya en una estrella". No en vano, la de este hombre era sin duda alguna, y hay aquiescencia en las voces de todos cuantos lo conocían, que no son pocos, una "claridad que alumbra".
A Paco, al que Bibiana concede perdurabilidad, le enseñó su madre a moverse entre fogones. No tardó en aprender el ritmo de la vida en el Bahía, nombre de un negocio tras el cual solamente hay esfuerzo y un plus de amor para ese acabado perfecto en todo lo en él servido.
Que la comanda llegase en perfectas condiciones a los clientes era el deseo de este restaurador muy aplaudido por su pulpo a la cazuela, sus almejas a la marinera, el rape y la merluza al horno, petición que nunca faltaba por Navidad. Su fama traspasó fronteras pues algunos de los asiduos del establecimiento, y que ahora lo honran, residen en Madrid.
Bibi, su pinche, tenía pendiente escribir con Paco un libro de recetas. Aunque ahora se lamenta por el hecho de que ese volumen no esté impreso, seguro que llegará. Los platillos se los sabe y las frases que reflejan la personalidad del mesonero, las reproduce fielmente en este primer fragmento que ha colgado en su muro de Facebook y que desea compartir.
"Yo no soy cocinero. Yo solo cocino", replicaba Paco, la parte masculina de "Los Churris", apodo que comparte con su mujer Esther. Ellos se llamaban cariñosamente así y les quedó. Humildad, amor por el trabajo y bondad son los ingredientes por los que él triunfó con la mesa y el mantel y lo mismo con los suyos, por su enorme querer para con su prole.
Su esposa y "churri" Esther; Bibi y Belén, sus hijas; los nietos, el sensible Manuel, la bondadosa Noa que iba a cuidarlo de anciano, Abel su compañero de fútbol, y Jaime y Lunita, los más chicos, a los que Paco no podía seguir el ritmo pero sí en cambio camelarlos con chocolate blanco.
Cuando Bibi regresó del hospital, Luna le preguntó si venía de ver al abuelito. Respuesta afirmativa. "¿Y no manda chocolate blanco?", fue acto seguido la siguiente consulta de la pequeña.
El "buenazo abuelo Paco", describe Bibiana; el marido comprensivo y fiel, el padre maravilloso que dio a sus hijas alas para volar y hacer todo aquello que él no pudo. El ser humilde que les enseñó a compartir y a aprender a ponerse en el lugar del otro. El que estaba siempre que alguien lo necesitase, el que escuchaba sin necesidad de palabras y el que ofrecía apoyo incondicional en toda circunstancia.
"Está bien lo que tú decidas", aconsejó en todo momento a Bibi, por la que profesaba gran orgullo. Algo mutuo. El "humor ranchín" de él, es el de ella. "Fui ese niño que no te vino", le recuerda. Y le hace conocedor de otro legado que no le provoca una honda emoción.
"Las cejas rizadas no me hacen tanta gracia, pero supongo que irán con los ojos que heredé de ti y que me permitirán recordarte".
En 2009, Paco sufrió una pancreatitis con parada multiorgánica. Estuvo cinco meses en la unidad de cuidados intensivos y siete más en el hospital. Y aguantó. Lo superó y se convirtió "en milagro".
Su eterna aliada habría aguardado lo que fuese necesario: "Te hubiese esperado otra vez. Otro año, el tiempo que hiciese falta... Y casi lo consigues. No nos faltó nada".
Parecía que todo iba bien pero "se fue", ha explicado desde su balcón Chus Lestayo, la cantante que en ese ayuntamiento gallego hace la cuarentena más llevadera a sus vecinos. Sobrecogida, desde ese respiradero le habló a Paco, con un abrazo rodeado de melodía.
"¡Qué suerte que me hayas tocado como padre!", exclama Bibi, con mano maestra para octópodos, pescados y lo que se ponga por delante y con la misma naturaleza amable y expansiva de "Los Churris".