La crisis del coronavirus también ha modificado los campamentos de verano para niños y adolescentes, que este año ofrecen opciones virtuales y otras con monitores que acuden a las casas de los menores para así evitar desplazamientos y contagios. La Comunidad de Madrid ha establecido que los campamentos de actividades de ocio podrán tener un máximo de 300 participantes al aire libre y 75 en espacios cerrados, incluyendo los monitores.
La toma de temperatura, una declaración jurada de la exposición de riesgos al contagio, la mascarilla o la reducción de grupos son algunas de las medidas incorporadas tras la crisis del coronavirus. También el Ayuntamiento de Madrid ha ofertado este verano más de 3.000 plazas en campamentos de verano, el doble respecto a las anunciadas inicialmente, al sumar 1.680 plazas en los distritos a las 1.500 de los campamentos que organizará el área de Familias, Igualdad y Bienestar Social para ayudar "a la conciliación familiar y laboral".
Aunque en la mayoría de los casos las actividades de los campamentos serán presenciales, una de las grandes novedades de este año son los campamentos online. Permiten seguir aprovechando las ventajas que ha ofrecido Internet durante el confinamiento, cuando los menores han tenido que seguir sus clases de forma telemática para evitar contagios.
Un ejemplo es el campamento 'Misión planeta' del centro cultural La Casa Encendida, en Madrid, organizado para que los niños "comprendan, exploren y actúen" con la naturaleza a través de las pantallas, según explica la coordinadora de esta iniciativa, Blanca Murillo.
"Los niños han nacido ya interactuando a través de las pantallas. Para ellos es más fácil que para los adultos y las actividades que hemos organizado se pueden seguir desde casa, con la supervisión de dos monitores que seguirán el proceso", ha señalado.
Las actividades se realizan mediante la plataforma Zoom y con la inscripción se ha enviado el kit de material de horticultura y de papelería con todo lo necesario para seguir el programa. Julia, de 7 años, pasaba los veranos en campamentos urbanos pero, ante el temor por el contagio, su madre, María José, optó por este campamento virtual. "Quiere ver a sus abuelos y por eso no puedo llevarla a un campamento con normalidad. Un pequeño error puede ser crucial", cuenta.
Lo mismo le ha pasado a Micaela, que el mes de julio se repartía entre múltiples campamentos presenciales pero este año tendrá contacto con otros niños a través de una pantalla en esta modalidad online. Aunque se está divirtiendo y aprendiendo, espera que "el año que viene vuelva a ser todo más normal".
El miedo al contagio ha creado otro tipo de campamentos: los hechos en casa, como los que ofrece la asociación 'La Sierra Educa', en los que varios amigos o familias juntan a los niños en una vivienda a la que acude un monitor para ofrecerles las actividades.
"No son cuidadores sino educadores que crean conciencia en los chavales, como si fuera un campamento pero en casa", señala Lucas Bernardo, presidente de la asociación. Flavia se organizó con dos vecinos para que sus cinco hijos pudieran vivir esta opción del campamento en casa. "Tenemos la suerte de que las tres familias tenemos un jardín. Nos turnamos una semana en cada casa y así nuestros hijos pueden disfrutar este verano atípico con otros niños, reduciendo el riesgo de contagio", comenta.
Los campamentos de verano son una opción de ocio para los menores al finalizar las clases pero también una fórmula para ayudar a conciliar a los padres que siguen trabajando en los meses de verano o que se han quedado sin empleo, como ocurre con los campamentos urbanos organizados por Cáritas en Madrid, en los que este año participan más de 400 niños.
"Lo importante de estos campamentos, además del disfrute de los niños, es la conciliación familiar de los padres, darles tiempo para la búsqueda activa de empleo o para que se matriculen en formación", indica la coordinadora de estos campamentos, Carmen Menéndez.
Es el caso de Fanny, quien llevará este año a sus hijas de 3 y 5 años a estos campamentos. Ella no tiene opción al teletrabajo y su marido está en el paro, así que si se quedara en casa con las niñas no podría hacer una búsqueda activa de empleo. "Ya no es sólo por nosotros, sino también por ellas. Son niñas y tienen que jugar y estar en la calle. Sólo pedimos que esta atípica situación nos deje un respiro para ser un poquito más libres", dice.