"Me tuvo meses comiendo de su mano": por qué hay que huir de una relación en la que te hacen 'breadcrumbing'
El breadcrumbing se produce cuando una persona te mantiene atada hablándote esporádicamente de forma muy afectuosa, pero después desaparece durante días o semanas
Alba acaba de vivir una experiencia de breadcrumbing: “Él sabía que me gustaba, probablemente yo a él no, pero seguía dándome esperanzas”
Son muchas las personas que han encontrado consuelo en el diccionario millennial del amor. Poder poner nombre al sufrimiento alivia, y saber que no eres la única persona a la que le ha sucedido lo mismo, todavía más. Por eso términos como el ghosting (que tu ligue desaparezca), el benching (que te dejen en el banquillo) o el breadcrumbing (vivir de las migajas) se han puesto tan de moda.
Estos nuevos términos no reflejan algo nuevo, lo único novedoso es el término para referirse a ellas, porque son situaciones tan viejas como el hilo negro que todos hemos vivido alguna vez, ya sea siendo las víctimas o los verdugos. Pero, ¿qué necesidad tenemos de poner etiqueta a lo que muchos definen como “utilizar a las personas”?
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Estos anglicismos cumplen varias funciones. En primer lugar, es habitual que se viralicen. Ahora mismo cualquier persona con Twitter o Instagram sabe lo que significa la palabra ghosting. El hecho de ponerle nombre a una situación tan desagradable como que pasen de ti sin darte explicaciones, ayuda a identificarlo mejor y a saber reaccionar.
En segundo lugar, es más fácil decir “mi ligue de Tinder me ha hecho breadcrumbing” a “mi ligue de Tinder está constantemente dándome migajas para luego decirme cuatro palabras bonitas y hacerme sentir querido y deseado”. Esto se conoce como economía del lenguaje.
¿Qué es el breadcrumbing?
La traducción de breadcrumbing es “hacer migajas de pan”. En el terreno de las relaciones, significa que una persona te mantenga atada hablándote a veces de manera súper afectuosa, y desapareciendo después durante semanas.
Para entenderlo mejor, Alba ha compartido su historia. “En diciembre del año pasado conocí a un chico en una fiesta, vamos a llamarle Javi. Conectamos muchísimo y nos dimos nuestros WhatsApps”, recuerda la joven de 25 años. “Empezamos a hablar un montón, pero nunca me decía de quedar. Yo siempre estaba pendiente porque me encantaba hablar con él, y a mi me daba la sensación de que yo también le gustaba, pero después igual dejaba de contestar y pasaba de mi días”.
“Un día un amigo me contó la metáfora de los palos y zanahorias, que básicamente es que cuando tú quieres que un burro aprenda, le das con un palo en el culo y le pones una zanahoria en la boca. Me dijo que yo era el burro y que Javi me daba palos constantemente pero un día a la semana me ponía la zanahoria delante de mi cara para mantenerme atada a él”, reflexiona Alba. “Yo estaba súper enganchada a Javi así que hice oídos sordos, pero la metáfora se me quedó grabada”.
“Le pedí que fuese sincero y que si no quería nada conmigo me lo dijese, pero me decía que le encantaba y que a veces se asustaba”
Esta situación fue muy dura para Alba. “Lo pasaba fatal. Sé que contado desde fuera puede parecer obvio que Javi pasaba de mí, pero yo lo viví todo muy confuso. Más de una vez le pedí que fuese sincero y que si no quería nada conmigo me lo dijese, pero me empezaba a comer la oreja diciendo que le encantaba, que a veces se asustaba y mil excusas más. Él sabía que me gustaba, probablemente yo a él no, pero seguía dándome esperanzas”, confiesa.
Finalmente, Alba empezó a sentir indiferencia al pensar en Javi. “No hubo un detonante, simplemente me empezó a dar pereza hablar con él porque era una pérdida de tiempo”, relata. Sin embargo, tiene algo claro, y es que “habría preferido que desapareciese y me hiciese ghosting a que me tuviese meses comiendo de su mano”.
Cómo detectar el breadcrumbing
breadcrumbingHay cinco señales de que te están dando las sobras emocionales en una relación sexual o afectiva.
- Siempre que habláis de quedar cara a cara, te da largas (y no precisamente por miedo al coronavirus). No es un “no” rotundo, pero tampoco parece que le apetezca verte.
- Cuando por fin aceptas que está pasando de ti, reaparece con muchas palabras bonitas. Te repite que te ha echado de menos y se inventa excusas sobre su ausencia. Trabajo, dramas familiares, una enfermedad… Lo que sea para hacerte sentir culpable y atarte.
- Evita el compromiso a toda costa. A lo mejor te ha contado una historia muy creíble sobre cómo su ex le agobiaba y por eso ahora prefiere vivir la vida. Es totalmente respetable, pero recuerda que una cosa es no querer compromiso y otra muy diferente dar esperanzas a alguien que se está pillando por ti. No es justo que te hagan breadcrumbing.
- Si pones límites, no los respeta. Cuando te saturas de esta situación y le pides que no te hable más o que te diga la verdad sobre sus intenciones, él ignora tu petición. Te sigue hablando y contando mentiras para aumentar tu adicción emocional.
- Te hace sentir incómodo o incómoda, aunque no sepas muy bien por qué. Esta señal es la más poderosa. Si un ligue no te da una sensación de confianza, lo mejor es hacer caso a tu instinto.
El poder adictivo del breadcrumbing
breadcrumbingEl breadcrumbing es tan adictivo porque se produce un reforzamiento intermitente. Se trata de un proceso psicológico mediante el cual obtenemos refuerzo solo en algunas ocasiones. Vamos, un tira y afloja de manual.
Para entender por qué es tan poderoso el reforzamiento intermitente, imagínate estas dos situaciones:
- Situación 1 o reforzamiento continuo. Trabajas en un bar y hay un cliente que siempre te da 10 euros de propina si le haces caso.
- Situación 2 o reforzamiento intermitente. Aunque hagas caso al cliente, a veces te da 10 euros, a veces te da 5 euros y a veces no te da nada.
Un día el cliente deja de darte esos 10 euros que tan bien te vienen. Al día siguiente tampoco. Y al siguiente, parece que sigue sin darte propina.
En la situación 1, entenderás que se ha acabado el dinero y que por mucho caso que le hagas, no vas a ver más billetes. Lo más probable es que dejes de prestarle atención porque has aprendido rápidamente que ya no hay recompensas.
En la situación 2, pensarás “a lo mejor estos tres días no me ha dado dinero, pero la próxima vez que venga sí, así que seguiré haciéndole caso por si las moscas”. En términos psicológicos, el reforzamiento intermitente es más resistente a la extinción.
En el caso del breadcrumbing los 10 euros se traducen en afecto, cariño e interés, y esta situación puede mantenernos enganchados durante más tiempo que cuando alguien que nos manda a paseo rápidamente.