El coronavirus COVID -19 se originó en diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan, presuntamente por la zoonosis de algún tipo de animal como el murciélago, que se vende comúnmente en los mercados de todo el país y cuyo virus mutó y brotó al ser humano.
Una vez sumergidos en la pandemia, funcionarios de los Estados Unidos comenzaron a divulgar la teoría de que el virus no se habría originado de esta forma, sino que es el resultado de una terrible negligencia de uno de los muchos laboratorios de investigación que se encuentran activos en Wuhan. Esta hipótesis respalda que el denominado virus SARS-2 no proviene de la manipulación cotidiana de un animal, sino que es una creación científica que se descontroló y que ha infectado ya a millones de personas que cohabitan en el planeta Tierra.
Uno de los ciudadanos americanos de más renombre, no sólo no le ha dado credibilidad a esta teoría, sino que, además, ha alabado la gestión de la crisis que hizo China en algunos aspectos. "China hizo muchas cosas bien al principio, como cualquier país donde aparece un virus por primera vez", declaró Bill Gates el pasado domingo en la CNN y añadió: “Pueden mirar atrás y decir en qué fallaron”.
En el mismo canal, el cofundador de Microsoft criticó la gestión de su Presidente, Donald Trump quien, la semana pasada, animó a los estadounidenses a ingerir desinfectante con el argumento de que si el coronavirus desaparece de los superficies que se desinfectan con lejía diluida, también lo hará dentro del cuerpo humano. “Lo está haciendo particularmente mal con respecto a otros países”, dijo Gates.
Después de dos largos meses de confinamiento, Wuhan, la ciudad más afectada, volvió a una relativa normalidad y salió de la cuarentena. Sus habitantes pudieron volver a circular libremente, aunque con altas medidas de prevención, como los códigos QR para saber si has estado infectado de coronavirus o no o la toma de temperatura en la entrada de las tiendas.
Sin embargo, el miedo ha vuelto al país con un nuevo brote del virus que se ha registrado en la ciudad de Harbin, donde se ha vuelto a confinar a sus habitantes.