¿Alguna vez has renunciado a algo que te gustaba por no ser perfecto en ello? ¿Te has culpado por errores que no eran responsabilidad tuya? ¿Has sentido que el mundo entero te estaba juzgando? Si la respuesta es sí, tienes todas las papeletas para ser víctima de la autoexigencia.
Todos buscamos ser una mejor versión de nosotros mismos. En el trabajo, en los estudios, en la pareja, con nuestra familia, en el grupo de amigos… Pero, ¿y a nivel psicológico? A menudo nos exigimos tanto en las diversas facetas de nuestra vida, que ignoramos nuestras necesidades emocionales. Esto tiene nombre, autoexigencia, y es un círculo vicioso en el que es muy fácil entrar, pero difícil salir.
La autoexigencia es esa voz en tu cabeza que te dice que no eres suficiente. No siempre está presente, pero cuando aparece tu autoestima acaba a tres metros bajo tierra.
La necesidad de ser perfectos no surge de la nada. Es fruto de familias muy exigentes y autoritarias, relaciones de pareja con pautas de maltrato psicológico, amistades tóxicas o trabajos en los que nos infravaloran. Y si sumas varias de estas situaciones, el sufrimiento es insostenible.
Cada vez que alguien te dice que no eres suficiente, la autoexigencia se va instalando en ti como si fuese un virus. Aquel profesor de matemáticas que te decía que no valías para nada, ese tío que siempre criticaba tu forma de ser, el novio que se avergonzaba de ti, los amigos que te dejaron de lado… En definitiva, experiencias que dejan marcadas a algunas personas. Pero, ¿cómo saber si eres una de esas personas?
Identificar la autoexigencia a veces es difícil, pero hay varias frases y pensamientos que seguro que te suenan si eres una persona con una alta necesidad de perfección:
A lo mejor no son estas frases exactas, pero si eres una persona autoexigente en tu vocabulario habrá demasiados “tengo que…” o “debería…”. También es habitual un lenguaje muy peyorativo hacia uno mismo, criticándonos duramente por pequeños errores insignificantes. ¿Te sientes identificado?
Como hemos visto, la autoexigencia se va instalando a raíz de nuestras malas experiencias. Por eso es difícil gestionarla. Aun así, hay algunos tips que son útiles.
Si tu pareja, tus amigos o tus padres te están infravalorando constantemente, pon distancia.
Dejarlo con tu pareja puede ser relativamente fácil, pero cuando es nuestra familia quien nos denigra resulta más complicado. Intenta alejarte sin cortar la relación de raíz. Desvincularte e invertir tu tiempo en relaciones de calidad puede ayudarte a gestionar la autoexigencia.
Si has dejado de pintar porque creías que se te daba demasiado mal, vuelve a hacerlo y equivócate a propósito. Esto es extrapolable a cualquier hobby.
Respecto a las relaciones sociales, no es plan de ir haciendo daño a los demás a conciencia. Simplemente aprende a pedir perdón sin autoflagelarte ni culparte más de la cuenta. Trátate a ti mismo como tratarías a los demás.
Sustituye las críticas por comentarios neutro y después por comentarios positivos. Puedes apuntarlos en un papel por si no se te ocurren en el momento.
Es muy difícil pasar de pensar “soy una mierda” a “soy lo puto más”. Por eso es importante graduar este cambio añadiendo pequeñas autoafirmaciones neutrales y positivas a nuestro vocabulario.
Uno de los mayores problemas de las personas autoexigentes es que necesitan ser perfectas en cosas que en realidad no les entusiasman.
Conoce bien tus objetivos, aspiraciones y hobbies y céntrate en disfrutar de ellos. Si haces algo con pasión y cariño, es probable que se te acabe dando bien, y si nunca llegas a ser el mejor… ¡No pasa nada! Crecemos pensando que tenemos que ser los más listos, más guapos y más carismáticos de la clase. No tienes que ser perfecto en todo lo que haces, simplemente disfrútalo.
Por último, evita las comparaciones excesivas con otras personas. Es muy tentador juzgarnos en base a lo que los demás logran, pero ni todos tenemos las mismas oportunidades, ni todos tenemos las mismas habilidades, ni todos tenemos las mismas circunstancias.
Tal vez ese compañero de clase que saca siempre matrículas de honor en inglés va a clases particulares o sus padres son nativos. Cada persona tiene un contexto, y compararte con los demás sin conocerlo solo te hará sentir peor.
Y si todo esto falla, puedes pedir ayuda profesional. Ir al psicólogo puede resultar intimidante, pero una vez des el paso te ayudará a gestionar tu autoexigencia.