Los trastornos alimenticios se han cuadriplicado durante la pandemia: el confinamiento ha pasado factura
Según las unidades psiquiátricas de varios hospitales de Madrid, los ingresos por trastornos alimentarios han aumentado de forma drástica desde que el coronavirus se instauró en nuestra vida
Analizamos cómo la incertidumbre a la que hemos estado expuestos en 2020 a nivel laboral y personal ha provocado más casos de ansiedad, depresión y problemas de autoestima
¿Influyen las redes sociales en nuestros hábitos? Según una psicóloga, sí: “Estar expuestos a cuentas de influencers que llevan una vida totalmente fit no es inspirador sino agotador, genera una culpabilidad constante porque nos hace pensar que lo saludable es una cuestión de todo o nada”
La influencia de la presión social sobre nuestro cuerpo no es algo nuevo. En la década de los 2000 la generación millennial aspiraba a ser como aquellas mujeres que copaban las portadas de las revistas, protagonizaban series de televisión y caminaban con apariencia lánguida en las pasarelas, pero que detrás de las cámaras reconocían alimentarse a base de una manzana al día para mantenerse en infrapeso. Hoy en día el canon estético ha cambiado.
La nueva moda a seguir por la generación zeta ya no es el cuerpo delgado que buscaba a toda costa el thigh gap o, en español, la separación de los muslos. Ahora lo que manda es el estilo Kardashian. Muestra de ello son las modas que giran en torno a las operaciones estéticas: foxy eyes, lip fillers, liftings faciales y un largo etcétera de cirugías que antaño sonaban a chino, pero que ahora se han convertido en lo más solicitado por las mujeres jóvenes. En pocas palabras, queremos parecernos a nuestros filtros de Instagram.
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Y a esta total distopía se suma un nuevo enemigo: la pandemia. Puede parecer que un virus tremendamente contagioso no guarda ninguna relación con nuestra autoimagen, pero los expertos han demostrado que sí. Según las unidades psiquiátricas del Hospital Universitario Infanta Leonor, el Hospital Clínico San Carlos y el Hospital Ramon y Cajal, los ingresos por trastornos alimentarios se han cuadriplicado desde que el coronavirus se instauró en nuestra vida.
El confinamiento ha pasado factura a nuestra autoestima
El 15 de marzo de 2020 comienza el estado de alarma en España y durante tres meses nos vemos recluidos a las cuatro paredes de nuestro domicilio. La mayoría de la población no vive en un palacio con hectáreas y hectáreas para caminar, así que nuestra actividad física se ve limitada. Nos movemos menos, es inevitable.
Llega el 21 de junio y comienza la nueva normalidad, pero durante un año los vaivenes de medidas de seguridad impiden que la normalidad se reinstaure en nuestras vidas. La rutina que tanto valorábamos se ve totalmente desajustada, con las consecuencias que ello implica. Algunas personas ganan peso, otras hacen pan casero y otras se vuelven adictas a las rutinas de ejercicio en casa. Sea como sea, la sociedad ha cambiado en el último año.
Y en este clima de inestabilidad, nos hemos enfrentado a dos aspectos que influyen en nuestra salud física y mental, así como en la imagen que tenemos de nuestro cuerpo.
1. La incertidumbre, un enemigo silencioso
El año 2020 ha estado marcado por el “no saber”. No saber qué va a pasar el mes que viene, no saber si nuestro trabajo iba a cerrar o iban a hacer un ERTE, no saber si nosotros o nuestros familiares enfermaríamos, no saber si habría una vacuna pronto, no saber cuándo nos vacunarán… Todas estas dudas han provocado ansiedad y estrés en la mayor parte de la población, lo que se traduce en más casos de depresión, problemas de insomnio y trastornos de la conducta alimentaria.
Porque ojo, los problemas alimenticios no son sólo anorexia como la sociedad muchas veces imagina. Abarcan mucho más. Por ejemplo, el trastorno por atracones que consiste en, de forma recurrente, comer más rápido y más cantidad de lo normal en momentos en los que no existe hambre real, sino un fuerte estrés o malestar emocional. Además, estos atracones generan culpabilidad.
Del trastorno por atracones a la bulimia nerviosa, que incluye purgas después de los atracones, hay un paso. De la bulimia nerviosa a la anorexia nerviosa, que implica un absoluto control sobre lo que se ingiere, hay otro pequeño escalón. Y poco a poco ese clima de estrés acaba dominando nuestra autoestima, nuestra autoimagen y nuestra salud.
2. La presión de las redes sociales sobre nuestro cuerpo
A la ansiedad que todos hemos sufrido durante este año se suma una nueva moda en Instagram: la del ejercicio como vía de escape y la alimentación totalmente saludable.
Sí, la actividad física es fundamental no sólo para gozar de una buena salud física, sino también a nivel psicológico. Y sin duda una buena alimentación conlleva múltiples beneficios. Sin embargo, en 2020 hemos visto como los hábitos saludables se han convertido en una auténtica dictadura.
Estar expuestos a cuentas de influencers que llevan una vida totalmente fit no es inspirador sino agotador. Genera una culpabilidad constante porque nos hace pensar que lo saludable es una cuestión de todo o nada. O haces ejercicio todos los días de la semana y sólo comes comida real sin procesar, o ya estás en el mal camino. Y es precisamente esta visión tan estricta la que aumenta el riesgo de trastornos de la conducta alimentaria.
El actor Miguel Herrán, famoso por su participación en 'La casa de Papel' y 'Élite', habló abiertamente del trastorno con el que él vive, la vigorexia y cómo se ha manifestado en su vida:
Llevar una vida sana no significa hacer todos los días ayuno intermitente, comer una ensalada de quinoa y cenar un plato de pechuga de pollo a la plancha con aguacate y brócoli. También implica poder salir con nuestros amigos y no sentirnos culpables por pedirnos una tapa de calamares rebozados, una porción de tarta o un helado de avellanas. ¿Y qué pasa si un día no puedes ir al gimnasio porque estás malo o porque tienes otros planes? ¿Dejas que la ansiedad te carcoma por romper con tu rutina healthy? No, entiendes que el descanso físico y emocional forma parte de tu vida y no te machacas por ello.
Además, ¿cuál es el objetivo de tanto ejercicio y de una alimentación limpia? En muchos casos, lo único que se persigue es adelgazar o construir músculo porque sí, porque es lo que ahora mismo está de moda, porque un cuerpo tonificado tiene más likes en Instagram, porque así son la mayoría de influencers. Como vemos, se dejan en un segundo lugar los verdaderos beneficios de los hábitos saludables: poder subir una cuesta sin sentirte ahogado, tener menos catarros porque tu sistema inmune ha mejorado o dejar de sentirte cansado incluso cuando duermes diez horas.