La hipotermia es una urgencia médica que se produce cuando la temperatura corporal baja de los 35º centígrados. Suele ir acompañada de temblores, confusión mental, torpeza y desorientación. Las causas más habituales son la exposición a frío intenso, intoxicación por alcohol o drogas e hipotiroidismo. En este tipo de episodios se debe avisar a los servicios médicos o desplazar al afectado a las urgencias de un hospital para que sea tratado. Prolongar la hipotermia puede tener consecuencias fatales para los órganos vitales y puede llegar a producir la muerte.
El frío nos afecta y provoca modificaciones en las funciones de nuestro organismo. “El cuerpo está preparado para soportar cambios de temperatura dentro de unos márgenes razonables. El problema se produce cuando esas bajas temperaturas se mantienen en el tiempo porque pueden empezar a padecer una serie de complicaciones. Ese periodo adaptativo suele durar unas seis horas, no se puede mantener en el tiempo”, apunta Antonio Zapatero, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna.
El organismo nos avisa de esos primeros síntomas del frío helador. "Hay unas manifestaciones iniciales que somos capaces de percibir. Por ejemplo, la tiritona. Una persona que tiene mucho frío tiembla (o le castañean los dientes) porque se lleva a cabo un aumento de la actividad muscular para producir calor", afirma el médico Manuel Serrano, jefe de la Unidad de Medicina Interna de la Clínica La Luz (Madrid). También se manifiesta a través de respiración lenta y poco profunda, somnolencia, balbuceo y pérdida de memoria.
Cuando el termómetro interno desciende, el corazón, el sistema nervioso y otros órganos vitales no pueden funcionar con normalidad. Si no se trata a tiempo puede tener consecuencias graves y llegar a provocar una parada cardiorespiratoria. Los especialistas alertan que el afectado no suele ser consciente de la gravedad de su situación porque suele producirse una pérdida del conocimiento y los síntomas aparecen de manera gradual.
Existen factores de riesgo para las personas en edad avanzada; los niños más pequeños (pierden el calor más rápido y no son conscientes del frío cuando juegan); enfermos mentales, pacientes diagnosticados con hipotiroidismo, anorexia nerviosa, diabetes, Parkinson y lesiones en la médula espinal; además de los que consumen alcohol y drogas o están bajo tratamiento de antidepresivos, narcóticos y sedantes.
Frente al frío polar, hay que intentar protegerse, vestirse de forma adecuada, no ponerse prendas de mucho peso que son incómodas, sino abrigarse por capas para que la temperatura del cuerpo se mantenga en el rango de normalidad. "Aconsejamos intentar no pasar frío porque si eres una persona que lo toleras mal, te dará problemas”, añade el doctor Zapatero. Por supuesto, es el momento de echar mano de la cuchara en el menú diario, caldos y legumbres, además de infusiones calentitas que nos ayuden a entrar en calor. Mantener la calefacción en el trabajo y en casa a 20 grados es la temperatura ideal y tratar de evitar en lo posible los cambios bruscos de temperatura.
Asimismo, los expertos en primeros auxilios recuerdan lo importante que no es dar nunca a la víctima por muerta. Pese a que la temperatura del cuerpo sea muy fría, el riego sanguíneo se concentra en los órganos vitales y en el cerebro, que se ralentizan. Buscar el pulso en el cuello y si no respira, empezar la reanimación cardiopulmonar (30 compresiones/2 ventilaciones).
Tampoco se deben frotar las manos y los pies, sino envolverlas en capas de ropa térmica, después de haberlas secado bien. No usar una fuente de calor directo, es decir, nada de agua caliente, fuego, mantas eléctricas o lámparas. Además, evitar los movimientos bruscos y ruidos excesivos que puedan desencadenar arritmias cardiacas graves.