Sonia, Isma y Zaid han sufrido agresiones racistas: recomendaciones de una psicóloga para gestionarlas
Sonia, Isma y Zaid han sufrido agresiones racistas en España: “Me manchaban los apuntes y los libros de clase de heces, porque decían que era lo que me tocaba por ser negro”
Tres jóvenes han sido detenidas por increpar a una pareja ecuatoriana en el Metro de Madrid. ¿Qué hacer si te pasa? ¿Cómo puedes gestionar una agresión racista? Una psicóloga te lo explica
Una agresión racista puede provocar una oleada de reacciones psicológicas como culpabilidad, miedo, tristeza, ansiedad o indefensión
Si bien para muchos el racismo es cosa del pasado, las agresiones por motivo de raza siguen sucediendo a día de hoy. Muestra de ello es el incidente que tuvo lugar el pasado miércoles en el Metro de Madrid. Sin embargo, esto no es solo un suceso aislado. A diario, centenares de personas racializadas ven sus derechos vulnerados en su entorno laboral y en su tiempo libre.
Las imágenes de tres jóvenes amenazando y vejando a una pareja de origen latinoamericano se volvió viral la semana pasada. “Panchitos de mierda”, “eres producto de un condón roto, como en la selva no hay condones” e “hijos de puta” fueron sólo algunos de los denigrantes insultos. En respuesta, las redes sociales y el Metro de Madrid se volcaron en identificarlas y finalmente la Policía Nacional detuvo a dos de ellas.
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¿Cómo viven los jóvenes el racismo en España?
Este suceso no es un incidente excepcional. Según un el nuevo Informe de la Evolución de los Delitos de Odio del Ministerio del Interior, los delitos de odio aumentaron en España un 6,8% en 2019, con la ideología, el racismo y la xenofobia en cabeza. En este sentido, el delito de odio que más aumentó fue el de racismo y xenofobia, con un incremento del 20,9%, al pasar de 426 en 2018 a los 515 en 2019, mientras que los otros dos ámbitos que más han aumentado durante 2019 han sido el de la orientación sexual e identidad de género, en un 8,6%, y el de personas con discapacidad, en un 4%. Se trata, como vemos, de un racismo sistemático que nuestra sociedad ha interiorizado.
Sonia, una joven española con ascendencia ecuatoriana, sufrió de primera mano una situación como la que se ha viralizado en Twitter la semana pasada. “Estaba de fiesta y un grupo de chicos empezó a hablarnos. Les dimos largas, pero se lo tomaron fatal y lo canalizaron todo conmigo. Me acorralaron y me empezaron a llamar flipada, panchita y mono. Les planté cara e intentaron quemarme el pelo con un mechero. Me fui a casa con un ataque de ansiedad y no le conté nada a mis padres. Jamás denuncié”, relata.
Zaid también sufrió una agresión racista, pero sus padres decidieron denunciar. “Estaba en un supermercado y una señora mayor me empezó a mirar raro. No le di importancia, pero después el señor que iba con ella empezó a decirme cosas por lo bajo. Me alejé para evitar cualquier problema y llamaron al de seguridad. Le dijeron que yo había robado y les creyó por el simple hecho de ser árabe. Me registraron y tuve que pasar tres horas en una salita hasta que vino la policía y mis padres. Como no encontraron nada, no les quedo otra que dejarme ir”. Los padres de Zaid decidieron emitir una denuncia hacia el supermercado por el trato discriminatorio que recibió su hijo.
“Me manchaban los apuntes y los libros de clase de heces, porque decían que era lo que me tocaba por ser negro”
En el caso de Isma, la agresión llegó a las manos. “Acababa de llegar a España y unos chicos del instituto la tomaron conmigo. Me manchaban los apuntes y los libros de clase de heces, porque decían que era lo que me tocaba por ser negro”, recuerda. “Mis padres se cabrearon porque se pensaban que tiraba los libros de clase, y al final les dije la verdad. Cuando el director habló con ellos, se cabrearon y me esperaron a la puerta de clase. Tuvieron que ponerme puntos en los labios y acabé cambiándome de instituto”.
Aunque solo son tres testimonios, reflejan una realidad para las personas racializadas de nuestro país y gran parte del mundo: racismo, miedo a denunciar e invisibilización de la discriminación.
¿Cómo gestionar una agresión racista?
- Protégete físicamente
El primer paso es garantizar tu seguridad física. En otras palabras, sal de ahí en cuanto puedas y pide ayuda. Si estás en un bar, habla con el camarero. Si estás en el instituto, habla con un profesor. Si estás en la calle, habla con alguna autoridad.
Aunque esto parece sencillo, muchas personas evitan pedir ayuda a figuras de autoridad por miedo a que reaccionen con incredulidad o que incluso les culpen del suceso. Es comprensible que una mala experiencia nos afecte, pero no podemos gestionar en solitario una agresión racista –y tampoco es aconsejable tomarnos la justicia por tu mano–.
- Infórmate legalmente
En primer lugar, debemos tener claro que un delito de odio está castigado por la ley con pena de prisión de 1 a 4 años y con pena de multa económica según el artículo 510 del Código Penal. Según dicho artículo, se penará legalmente a quienes fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, la hostilidad, la discriminación o la violencia contra una persona por motivo de raza o nación.
En el caso de que se produzca una agresión racista, la persona estará cometiendo un delito de lesiones y se le aplicará un agravante por haberlo realizado por razones de etnia o raza.
Por lo tanto, una agresión racista sí es denunciable, aunque no haya agresión física de por medio. Y si dudas, lo más recomendable es ponerte en contacto con alguna asociación de asesoramiento a personas inmigrantes de tu ciudad.
- Presta atención a las secuelas psicológicas
Aunque sea un suceso aislado, una agresión racista puede provocar una oleada de reacciones psicológicas. Culpabilidad, miedo, tristeza, ansiedad, indefensión… Estas secuelas serán mayores si las agresiones son constantes, como por ejemplo en el entorno laboral o escolar.
No niegues ni invisibilices tus emociones. Si te sientes mal, hablarlo con personas de confianza puede ayudarte a entender mejor lo sucedido. Tus padres, tus amigos o tus profesores pueden escucharte y asesorarte.
Tampoco te culpabilices. Cuando se produce un delito de odio por razones racistas, homófobas o machistas, la víctima debe grabarse a fuego que la responsabilidad solo es del agresor. Una persona racista encontrará cualquier motivo para vejar a alguien racializado, así que borra la creencia de que has hecho algo para provocar su reacción agresiva.
Y si lo consideras necesario, pide ayuda psicológica profesional. Muchas asociaciones ofrecen asistencia psicológica a personas racializadas o bien de forma gratuita, o bien con precios asequibles. Infórmate y no minimices lo sucedido.