Dolor de cabeza, irritación respiratoria, tos, náuseas y mareos son algunas de las consecuencias que la calefacción en exceso provoca en nuestro organismo. Calentarse en invierno es necesario, sobre todo en aquellas zonas más frías de la geografía, pero es importante que tengamos en cuenta un uso sostenible, no solo por minimizar la huella de carbono, sino porque tiene efectos en nuestra salud, sobre todo en la piel y en las mucosas. Los expertos en sistemas calefactores recuerdan lo importante que es seguir ciertas pautas para no pasar frío y lograr que nuestro hogar sea un espacio saludable en invierno.
Es importante mantener una temperatura adecuada, se recomienda no más de 21 grados y también una humedad relativa entre el 50 y el 70%. Para ello es importante contar con un termostato desde el que controlar el termómetro de la casa y humidificadores que eviten la sequedad del ambiente.
Además, ambas medidas redundarán para bien en la factura energética. En alguna ocasión, hemos comentado que cada grado más que aumentamos supone un 7% más de consumo energético. De 21 a 23 grados estaríamos hablando de un 14% de incremento, un gasto considerable que debes tener muy en cuenta.
Si hay bebés en casa, aseguran desde Endesa, se debe variar un poco esos porcentajes porque los más pequeños tienen una sensación térmica distinta. Las asociaciones de pediatras aconsejan una temperatura entre los 22 y 22 grados por el día y 18 y 20, en la noche.
El uso inadecuado de la calefacción puede provocar distintas dolencias como las infecciones, la deshidratación, los problemas respiratorios, de sueño, alergias y sequedad de la piel, entre otras. Asimismo, distintos estudios avalan la falta de lluvia, las calefacciones y la enorme sequedad del ambiente con el agravamiento de dermatitis atópica, una enfermedad inflamatoria crónica, que provoca irritaciones y alteraciones del sueño.
Además, es la responsable en muchas ocasiones de los molestos dolores de cabeza relacionados con el invierno. Estar en un ambiente cerrado durante horas, como sucede en esta época del año que salimos menos a la calle, con baja humedad y con un calor asfixiante son elementos que ayudan a la prevalencia de las molestas cefáleas.
Son muchos los que se quejan de levantarse por las mañanas con dolor de coco y desconocen que podría deberse al uso de la calefacción por la noche. No solo es desaconsejable desde el punto de vista económico, los médicos recomiendan apagar los sistemas calefactores por la noche. La sequedad de la mucosa respiratoria en nariz, laringe y traquea hace que las células no produzcan la mucosidad idónea para eliminar los virus y las bacterias que pululan por el ambiente.
Los ópticos y oftalmólogos también alertan sobre sus efectos en los ojos, pudiendo derivar en infecciones como la conjuntivitis. Entre las muchas causas que están detrás del ojo seco, que afectaría en estos momentos a millones de personas en todo el mundo según la OMS, se encontrarían el abuso de las pantallas, el uso de lentes de contacto, el envejecimiento, los vuelos frecuentes y el mal uso de los sistemas de calefacción en interiores. La disminución de la humedad ambiental acelera la evaporación lagrimal, que genera los síntomas de esta dolencia ocular.