La tinta utilizada para hacer tatuajes puede aumentar el riesgo de cáncer de piel y linfoma, según un reciente estudio médico realizado por investigadores de la Universidad del Sur, en Dinamarca. Los científicos han comprobado que la tinta de los tatuajes se acumula en los ganglios linfáticos.
Las investigaciones han demostrado que la tinta de los tatuajes no permanece en el lugar donde se infiltra con las agujas para realizar los dibujos en la piel, sino que las partículas de este líquido pueden correr a través de la sangre hasta los ganglios linfáticos, donde se acumulan.
Los médicos del Departamento de Salud Pública y del Departamento de Investigación Clínica de la Universidad del Sur de Dinamarca (SDU), junto con la Universidad de Helsinki (Finlandia), han investigado las consecuencias para la salud de esta moda, a la que se suman millones de persona de todo el mundo.
Los investigadores descubrieron que a los individuos tatuados se les diagnostican con más frecuencia cánceres de piel y linfoma en comparación con los que no tienen tatuajes, según el análisis de datos de 5.900 parejas de gemelos daneses.
Las partículas de tinta en el cuerpo pueden afectar al sistema inmunitario, porque son precisamente los ganglios linfáticos cruciales del escudo protector al ayudar a combatir las infecciones y a filtrar las sustancias nocivas del organismo.
Cuando la tinta del tatuaje penetra en la piel, parte de ella es absorbida por los ganglios linfáticos. A los investigadores les preocupaba especialmente que la tinta de los tatuajes pueda desencadenar una inflamación crónica en estos, y con el tiempo un crecimiento celular anormal y un mayor riesgo de cáncer.
"Vemos que las partículas de tinta se acumulan en los ganglios linfáticos y sospechamos que el cuerpo las percibe como sustancias extrañas --explica Henrik Frederiksen, consultor de hematología del Hospital Universitario de Odense y profesor clínico de la SDU--. Esto puede significar que el sistema inmunitario intente responder constantemente a la tinta, y aún no sabemos si esta tensión persistente podría debilitar la función de los ganglios linfáticos o tener otras consecuencias para la salud".
Estudiar esta relación es un reto, porque el cáncer puede tardar años en desarrollarse. Esto significa que la exposición en la juventud puede no provocar la enfermedad hasta décadas después, lo que dificulta la medición de un efecto directo.
Los datos de gemelos ofrecen una oportunidad única para estudiar esta relación. El estudio se basó en datos de la cohorte danesa de gemelos tatuados, en la que los investigadores disponen de información de más de 5.900 gemelos daneses. Al analizar los patrones de tatuaje junto con los diagnósticos de cáncer, descubrieron una mayor incidencia de cáncer de piel y linfoma en las personas tatuadas.
"El aspecto único de nuestro enfoque es que podemos comparar parejas de gemelos en las que uno tiene cáncer, pero por lo demás comparten muchos factores genéticos y ambientales --apunta Jacob von Bornemann Hjelmborg, profesor de bioestadística de la SDU--. Esto nos proporciona un método más sólido para investigar si los propios tatuajes pueden influir en el riesgo de cáncer".
Además, los resultados muestran que la relación entre tatuajes y cáncer es más evidente en las personas con tatuajes grandes, es decir, más grandes que la palma de la mano.
En el caso del linfoma, la tasa es casi tres veces mayor en el grupo de individuos con tatuajes grandes en comparación con los que no tienen tatuajes. Esta tasa (más concretamente, la 'tasa de riesgo') tiene en cuenta la edad, el momento del tatuaje y el tiempo de seguimiento de los individuos en el estudio.
"Esto sugiere que cuanto mayor es el tatuaje y más tiempo lleva allí, más tinta se acumula en los ganglios linfáticos. El alcance del impacto en el sistema inmunitario debe investigarse más a fondo para que podamos comprender mejor los mecanismos en juego", afirma Signe Bedsted Clemmensen, profesora adjunta de bioestadística de la SDU.
Otro estudio de la cohorte danesa de gemelos tatuados muestra que los tatuajes son cada vez más frecuentes. Los investigadores calculan que cuatro de cada diez mujeres y tres de cada diez hombres tendrán tatuajes a los 25 años. La relación con el linfoma también se ha observado en un estudio sueco independiente de 2024.
Además, investigaciones anteriores han sugerido que algunos pigmentos de la tinta de los tatuajes pueden ser más peligrosos que otros.
"En nuestro estudio, no observamos una relación clara entre la aparición de cáncer y colores de tinta específicos, pero esto no significa que el color sea irrelevante. Sabemos por otros estudios que la tinta puede contener sustancias potencialmente nocivas y, por ejemplo, la tinta roja provoca con más frecuencia reacciones alérgicas. Este es un campo que nos gustaría explorar más a fondo", ha explicado Signe Bedsted Clemmensen.
Los investigadores planean ahora investigar cómo afectan las partículas de tinta a la función de los ganglios linfáticos a nivel molecular y si determinados tipos de linfoma están más relacionados con los tatuajes que otros.
"Queremos comprender mejor los mecanismos biológicos: ¿qué ocurre en los ganglios linfáticos cuando están expuestos a partículas de tinta durante décadas? Esto puede ayudarnos a evaluar si existe un riesgo real para la salud y qué podríamos hacer para reducirlo", concluye Signe Bedsted Clemmensen.
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