Diego González Rivas, el cirujano de las operaciones imposibles: "Hubo mucha gente en contra de mi técnica"

Cuando era pequeño se escondía en su cuarto en los momentos en los que la vida le sobrepasaba porque le costaba encajar el sufrimiento de los demás. Ahora, a sus 51 años, el cirujano Diego González Rivas apenas pasa unos días al año en su ciudad natal, A Coruña, porque se dedica a salvar la vida de aquellos a los que nadie se atreve por todo el mundo.

Se convirtió en el primer cirujano en operar un cáncer de pulmón mediante una única incisión de tan solo 3 cm y en total ha atendido a más 10.000 pacientes con su técnica uniportal en 138 países. Ahora, cuenta sus vivencias y muestra su lado más personas en su nuevo libro 'Curando el mundo' (Plaza & Janés). Aterrizado en las librerías de todo el país el pasado 6 de marzo, le han faltado poco más de 24 horas para conseguir lanzar su segunda edición. Y menos de una semana para llegar a la tercera.

Entre operaciones y entrevistas promocionando su libro atiende a la web de Informativos Telecinco en un hotel situado en el centro de la capital. Llega media hora tarde de lo acordado, disculpándose por su retraso. Pero no hay perdón que no se le pueda conceder, llega de operar un cáncer de pulmón. El día anterior, tuvo otra cirugía aprovechando su paso por Madrid, al día siguiente, será en Lisboa.

Pregunta: Eres el primer cirujano del mundo en operar un tumor pulmonar de forma totalmente robótica usando una sola incisión. ¿Por qué decidiste especializarte en cirugía torácica y cáncer de pulmón? ¿Hubo algún motivo que te hizo decantarte por ello? 

Respuesta: Desde pequeño siempre quise ser cirujano para ayudar a los demás. Ver a mi madre, que era enfermera y cuidaba a la gente, despertó en mí el interés por la medicina desde muy temprano.

La cirugía me parecía la forma más directa y efectiva de tratar una enfermedad. Con tus propias manos, podías extirpar un tumor y ofrecer al paciente la posibilidad de curarse, algo que me fascinaba por su impacto inmediato en la vida de las personas.

Curiosamente, escogí la cirugía torácica sin conocerla en profundidad. En aquel momento, la especialidad era poco conocida y en A Coruña acababa de empezar el programa de trasplante pulmonar. Iba a ser de los primeros residentes que se formara en esa área, lo que terminó de motivarme para decantarme por ella. 

P: Háblame un poco de tu técnica ¿En qué se diferencia de la cirugía tradicional? 

R: La técnica consiste en operar el tórax, sobre todo hacemos cáncer de pulmón, a través de una sola incisión. En junio de 2010 desarrollamos Uniportal VATS, una cirugía mínimamente invasiva que utiliza una única apertura de 3-4 cm. La gran ventaja de este método es que permite al paciente recibir el alta en solo 48 horas y es menos agresiva que la cirugía abierta tradicional o la toracoscópica convencional, que requiere entre 3 y 4 incisiones.

Tras expandir esta técnica por todo el mundo y formar a cientos de cirujanos, en los últimos años hemos desarrollado una nueva variante: la cirugía torácica robótica (Uniportal RATS). Con esta tecnología, los brazos del robot se introducen por una sola incisión, permitiendo realizar la intervención de manera aún más precisa y mínimamente invasiva. Desde 2021, estamos difundiendo esta nueva revolución a nivel global. 

P: ¿Qué porcentaje de éxito tiene esta técnica en cáncer de pulmón? 

R: Lo fundamental es detectar el tumor en una fase inicial. Cuanto más precoz es el diagnóstico, mayores son las posibilidades de éxito, ya que el tumor aún no ha generado metástasis ni se ha extendido a zonas críticas como la vena cava, el corazón o la tráquea, donde la intervención se complica.

En algunos casos, la cirugía por sí sola puede llegar a curar al paciente. Sin embargo, hoy en día la mayoría de los tumores requieren un tratamiento combinado. Además de la cirugía, es habitual complementar con inmunoterapia o quimioterapia para aumentar las probabilidades de éxito. 

P: En el libro mencionas que tu carrera estuvo amenazada en un momento. Hablas de noches sin dormir, mucho miedo y dudas. ¿Cómo lograste tener seguridad en tu técnica y confiar en ti mismo en esos momentos? 

R: Eso ocurrió al principio, cuando empezamos a desarrollar la técnica. Era muy joven, aún no tenía la experiencia que tengo ahora, y estaba iniciando algo completamente nuevo que no se había hecho antes. Hubo mucha gente en contra, especialmente quienes practicaban la técnica tradicional, que lo vieron como una amenaza. Fue un camino difícil, lleno de obstáculos, pero los acabé viendo como oportunidades para crecer y mejorar. Finalmente conseguimos sacar la técnica adelante y expandirla por todo el mundo, convirtiéndose en una de las más populares en cirugía torácica. 

P: ¿Cómo ha sido el proceso de enseñar tu técnica por el mundo?  

R: Para darla a conocer, empecé a viajar por diferentes países, impartiendo cursos y operando casos complicados. La técnica se ha estandarizado y popularizado a nivel global. He operado en 138 países, pero ha sido un trabajo de mucha dedicación y sacrificio. Para llegar hasta este punto han sido muchas horas en el quirófano perfeccionando y mejorando la técnica. 

P: Ya publicaste otro libro en 2017. ¿Qué te llevó ahora a escribir 'Curando el mundo'? ¿Qué querías contar? 

R: En 2017 publiqué 'Imposible es nada', escrito por Elena Pita, que contaba mi trayectoria a modo de biografía. 'Curando el mundo' es diferente, porque lo he escrito en primera persona y tiene un enfoque más personal y profundo. Es un libro lleno de aventuras y anécdotas, con capítulos muy variados. Hablo de cuando estuve en Ucrania justo antes de la invasión, en Gaza, durante la pandemia, o en zonas de conflicto como el Congo, Libia o Pakistán, rodeado de militares. Es un libro muy intenso. 

P: Creaste la primera unidad móvil equipada para realizar cirugía mínimamente invasiva en países en vías de desarrollo. ¿Cómo lográis ponerla en marcha? 

R: La unidad móvil es el proyecto estrella de la Fundación Diego González Rivas, la cual creamos hace dos años con el objetivo de recaudar fondos para operar en países en vías de desarrollo con garantías. Desde 2012 he operado en 35 países de África, pero con muchas dificultades: sin instrumental adecuado, sin cámaras de video ni grapadoras, lo que hacía que las cirugías fueran muy complejas. Así surgió la idea de la unidad móvil, un hospital totalmente equipado con tecnología de última generación, como cámaras de alta definición, grapadoras, material de broncoscopia, sistemas de anestesia avanzados, paneles solares y conexión satélite. Es la primera unidad móvil en el mundo que realiza cirugía mínimamente invasiva, lo que supone una auténtica revolución. El año pasado realizamos las primeras misiones en Ghana con un gran éxito, y el próximo mes estaremos en Costa de Marfil para continuar con las misiones. 

P: ¿En estas misiones por África trabajas con tu propio equipo o con médicos locales?  

R: En estas misiones trabajamos principalmente con profesionales locales, quienes ya nos preparan a los pacientes. Además, con la unidad móvil también viajan cirujanos de diferentes países que quieren colaborar, como médicos de Libia o Marruecos, que vienen a formarse. 

 P: ¿Cómo te comunicas con ellos? ¿Sabes varios idiomas? 

R: La mayor parte del tiempo hablo en inglés, ya que paso gran parte del año fuera de España. Últimamente vengo más a operar a Madrid, sobre todo los fines de semana, porque cada vez tenemos más pacientes, aunque no suelo estar más de cuatro o cinco días al mes. El resto del tiempo lo paso entre Shanghái, donde dirijo el programa de cirugía uniportal en el centro de cirugía torácica más grande del mundo, y otros hospitales en India, Alemania, Bucarest, Bosnia o Portugal. 

P: ¿Cuál ha sido la operación más difícil que has llevado a cabo?

R: Es difícil elegir una, porque la mayoría de los casos a los que me enfrento son muy complicados. Recuerdo una cirugía en la India, una malformación en la que era casi imposible saber por dónde seguir. También una que hicimos hace poco en la Ruber Internacional: una paciente con un tumor central que había recibido quimio y radioterapia, y el tumor llegaba hasta la tráquea. Y sin duda algunos de los casos más difíciles han sido en África, sobre todo por la falta de medios. Eso multiplica por diez la dificultad de cualquier cirugía.

P: ¿Qué feedback recibes de los pacientes?

R: Muy bueno, la verdad. Me llevo genial con ellos. Me encanta que me cuenten cómo les va, sus historias, sus aventuras. Me gusta estar en contacto. A veces me preguntan por qué les doy mi número de teléfono, pero lo necesito para que puedan hablar conmigo cuando lo necesiten. Les da seguridad, y a mí me gusta saber cómo están.

P: En el libro muestras varias de tus operaciones y experiencias a lo largo del mundo ¿Cómo es llevar una vida nómada? ¿Qué implica este estilo de vida? 

R: Es un estilo de vida duro, que implica sacrificar muchas cosas, como el tiempo con mi familia y amigos. Nada es gratuito, pero me aporta una gran satisfacción. Me da una sensación de libertad, la oportunidad de ayudar a muchas personas y aprender de otros profesionales y culturas. Interactuar con tanta gente me enriquece personalmente y me hace mejor cirujano. Los casos a los que me enfrento suelen ser complicados, lo que me permite adquirir una experiencia quirúrgica mayor. Opero unos 1.000 casos de cáncer de pulmón al año, lo que requiere mucha dedicación y sacrificio, pero como lo hago con pasión, soy feliz. 

P: ¿Cuántos pacientes has llegado a operar en un día?  

R: Lo máximo que he operado en un día han sido 22 pacientes de hiperhidrosis (problemas de sudoración) en Madrid junto a mi compañero Javier Gallego. En cuanto a cáncer de pulmón, llegué a operar 17 pacientes en un solo día en el norte de China, trabajando en tres quirófanos a la vez. 

 Recuerdo perfectamente ese fin de semana porque en total operé a 31 pacientes: 17 el sábado y 16 el domingo. Es un centro altamente coordinado, con varios equipos que preparan al paciente y la incisión para que yo solo tenga que llegar, operar y pasar al siguiente. Estoy acostumbrado a este ritmo, empiezo por la mañana y acabo por la noche. Aunque haga tantas cirugías, soy muy meticuloso y perfeccionista, siempre busco que cada operación sea perfecta. 

De todas formas, lo habitual es que haga 5 o 6 casos de cáncer de pulmón al día en China.

P: ¿Has pensado parar el ritmo en algún momento? 

R: Sí, a veces lo pienso. Siempre digo que el año que viene bajaré el ritmo, pero al final cada año lo aumento más.

P: ¿Este estilo de vida te condiciona a la hora de formar una familia? 

R: Sí, no sería justo tener hijos o formar una familia con este ritmo. No creo en el matrimonio, pero sí me gustaría tener hijos algún día. Pero ahora mismo, con todos los proyectos que tengo en marcha, sería injusto para ambas partes. Supondría frenar mi proyección y llevar otra vida podría hacerme infeliz en este momento. En un futuro no muy lejano, creo que sí bajaré el ritmo y me afianzaré más en España. 

P: ¿Cuándo descansas?

R: Desconecto cuando llego a casa por la noche y me voy a dormir. No suelo tener vacaciones, así que mi descanso es dormir, intento que sean al menos seis horas. Con eso me basta.

Además, no salgo nunca de fiesta. Cuando termino en el hospital, paso unas tres horas en el ordenador respondiendo correos, mensajes de pacientes por WhatsApp y gestionando mis redes sociales, que las llevo yo mismo.

P: ¿En algún momento consigues separar al Diego médico del Diego persona? ¿O ambas facetas siempre van unidas?

R: Sí, consigo separar ambas facetas. Cuando estoy de broma o con mis amigos, sale el Diego más cercano, el que hace chistes y se ríe. Eso me encanta, también con los pacientes; me gusta hacerles reír para quitarles hierro al asunto y que se sientan más cómodos y menos preocupados. Pero cuando entro en quirófano, aparece el Diego cirujano. Soy muy exigente y me gusta que todo salga perfecto.

Desconecto cuando llego a casa por la noche y me voy a dormir. No suelo tener vacaciones, así que mi descanso es dormir, intento que sean al menos seis horas. Con eso me basta

P: Entonces, ¿consigues desconectar una vez que sales del quirófano?

R: Es cierto que siempre estoy un poco conectado. Salgo del quirófano y siguen llegando llamadas de pacientes o mensajes de médicos que me consultan casos para operar, por lo que no desconecto al cien por cien. Pero cuando trabajo soy una persona, y cuando termino, aunque siga pendiente de todo, me relajo y trato de que la parte médica no me afecte, ya que estoy sometido a mucho estrés a diario.

P: ¿Cómo manejas el estrés para mantenerte emocionalmente estable en una profesión tan exigente? ¿Tienes algún ritual que repitas allá donde estés para mantener la calma?

R: No tengo ningún ritual concreto, pero me ayuda mucho hacer deporte. Camino cada día, intento que sean cinco o seis kilómetros, y si estoy en un hotel con piscina, aprovecho para nadar. Y si tengo la oportunidad de surfear, mejor todavía, es mi pasión. Hace poco estuve en Indonesia, en Bali, dando una masterclass, y después me fui a surfear. Fue increíble.

P: ¿Cómo lo haces para organizarte? ¿Llevas tu propia agenda?

R: Sí, me encargo de coordinarlo todo. Tengo dos secretarias que me ayudan, pero la agenda de los países, las masterclass, los vuelos… lo organizo yo. Me gusta tener el control porque a veces voy al límite: salgo de un país y vuelo de noche a otro para llegar a tiempo a una cirugía.

P: ¿Cómo llevas ser médico y, al mismo tiempo, ser conocido por tu labor? ¿Sientes más presión por el miedo a fallar?

R: No, la verdad es que no siento presión por eso. Creo que es importante divulgar lo que hacemos y que se conozca el nivel de la medicina en España. Hay profesionales excepcionales y es importante que se sepa.

P: Has visto cómo es la sanidad en todo el mundo. ¿Qué opinas de la sanidad española en comparación con otros países?

R: La sanidad española es excelente, sobre todo por su universalidad. Que cualquier persona pueda ser atendida sin importar sus recursos es algo impagable y nos convierte en un referente.

Ahora bien, hay margen de mejora. Las listas de espera son largas y creo que en parte es porque los profesionales no están bien remunerados. Un país como España no puede ser de los peores pagados de la Unión Europea.

Si los sueldos fueran como en Alemania, Francia, Reino Unido o Suiza, los profesionales estarían más motivados y eso se notaría en el sistema. No puede ser que un paciente con cáncer de pulmón tenga que esperar dos meses para ser operado. Eso es inaceptable.

Si solucionamos eso, pienso que tendríamos un sistema sanitario perfecto.

Nunca pensé que acabaría dedicando mi vida a la medicina. Miraba a la gente que trabajaba tanto y decía: “Yo no quiero esa vida”. Y ahora he convertido mi trabajo en mi hobby y soy súper feliz

P: ¿Qué le dirías a ese Diego que cuando era pequeño se escondía en su cuarto en los momentos en los que la vida le sobrepasaba porque le costaba encajar el sufrimiento de los demás?

R: Le diría que nunca se rinda, que luche por sus sueños y que no dé nada por perdido. Lo que en un momento puede parecer oscuro, con el tiempo se ve de otra manera.

Es un aprendizaje. Los miedos que tienes de pequeño los vas superando y acabas haciendo cosas que jamás habrías imaginado. Si el Diego de hace 25 años me viera ahora, diría “¡menudo matado!”, porque en aquel entonces quería ser cirujano, sí, pero me preocupaba más tener los fines de semana libres para hacer surf o salir con mis amigos. Esperaba ansioso las vacaciones.

Nunca pensé que acabaría dedicando mi vida a la medicina. Miraba a la gente que trabajaba tanto y decía: “Yo no quiero esa vida”. Y ahora he convertido mi trabajo en mi hobby y soy súper feliz.

Las prioridades cambian y nunca sabes por dónde te puede llevar la vida. Lo importante es estar abierto a cambiar, a encontrar nuevas motivaciones y descubrir que puedes ser feliz con cosas que antes ni te planteabas.

P: ¿Qué sueños te quedan por cumplir? ¿Cómo visualizas tu futuro?

R: Me veo dedicando más tiempo a la Fundación, llegando a más gente y creando más unidades móviles que salven vidas. También me ilusiona seguir haciendo labores humanitarias por el mundo y desarrollando sistemas robóticos.

A largo plazo, quizá forme una familia y lleve una vida más tranquila. Es una espinita que tengo y que creo que algún día sacaré.

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