Nicole Kidman se encuentra a los 57 años en plena forma. No solo en el aspecto artístico, como demuestra su trabajo en sus últimas películas -'Babygirl' y la inminente 'Holland'-, sino en el plano físico, ya que mantiene una figura envidiable gracias a un estilo de vida equilibrado que no depende tanto de hacer una dieta estricta o de machacarse en el gimnasio como de priorizar su bienestar tanto físico como mental, sin someterse restricciones extremas.
La estrella australiana hace tiempo que decidió optar por un enfoque flexible y variado hacia la actividad física, adaptando sus entrenamientos según su ubicación y disponibilidad. Esto le permite mantener su motivación y disfrutar de sus entrenamientos. “No sigo una rutina estricta”, ha comentado en varias ocasiones, destacando que la clave está en la diversidad.
Entre sus ejercicios favoritos se encuentran correr, andar en bicicleta y practicar yoga, actividades que realiza con frecuencia junto a su esposo, el músico Keith Urban, y sus hijas Sunday y Faith. "Intentamos hacer ejercicio en familia, lo que hace que sea mucho más fácil de encajar entre todo lo demás y, por supuesto, mucho más agradable", ha confesado la actriz.
Además, Kidman es una entusiasta del ejercicio al aire libre y no tanto del gimnasio. La protagonista de 'Moulin Rouge' confesó en una entrevisa a 'Byrdie' su devoción por el océano y cuánto valora su conexión con la naturaleza. Es por eso que prefiere actividades que pueda integrar fácilmente en sus rutinas diarias y que le permitan disfrutar del entorno natural y mantenerse en sintonía con el planeta.
Eso no significa que Nicole también no vaya también al gimnasio de vez en cuando. En ese sentido, Joey King, compañera suya en la serie 'Un asunto familiar', reveló que la australiana le enseñó "el ejercicio de glúteos más épico y horrible que he aprendido en mi vida". "Tienes que mantener las piernas en el aire como 12 años (...) Es muy duro", admitía la intérprete, que reconoce que no pudo con ello.
Respecto a la alimentación, Kidman también se aleja de dietas restrictivas y prefiere el concepto de 'mindful eating', basado en la conciencia plena sobre lo que se consume, tanto en calidad como en cantidad. La intérprete no se priva de ningún alimento y apuesta por una alimentación variada pero sin excesos. “Como casi cualquier cosa, pero todo con moderación”, ha admitido. Lo que significa que en su menú no faltan desde mariscos frescos hasta platos típicos australianos como la salchicha sizzle. Eso sí, reconoce que es su esposo quien se encarga de preparar la mayoría de las comidas en casa.
La filosofía del 'mindful eating' promueve una conexión más profunda con la comida, prestando atención a las señales de hambre y saciedad. Comer conscientemente permite evitar distracciones y, por tanto, previene de caer en hábitos que puedan desencadenar problemas como la obesidad o los trastornos alimentarios. Este enfoque se basa fundamentalmente en identificar si comemos por hambre o por factores emocionales, hacerlo despacio, disfrutar de cada bocado -involucrando todos los sentidos para percibir sabores, texturas, sonidos, olores y colores- y parar cuando nos sintamos saciados.